En el transcurso del ciclo 2020, los docentes pudieron sentir en su máximo exponente la falta de herramientas tecnológicas, acceso a redes, carencia en estos años de capacitación informática y solo se sintió exigencias sin importar a nadie si realmente estos tenían acceso a las nuevas tecnologías para poder brindar sus clases y realizar un trabajo Home office de calidad.
En la década del 2010, recibieron por parte del estado, docentes de educación estatal, una netbook, escasa de recursos informáticos, la cual dejo de funcionar a los dos años. (Fue la única vez en mis 23 años en el sistema educativo que el estado nacional o provincial pusieron a mi alcance un dispositivo informático, o mejor dicho un material de trabajo).
Esta pandemia dejo en claro que cada docente en la presencialidad compra de su bolsillo sus elementos tales como; guardapolvo , tizas, borradores, cartulinas, lapiceras, lápices, gomas, tijeras, plasticola y sacapuntas para sus alumnos, más todo aquello que necesite para dar su clase.
Ante el cachetazo de suspensión de clases presenciales a un nuevo sistema de trabajo Home Office, numerosos docentes se encontraron sin computadora, sin conexión a internet ante una exigencia de utilización de un programa llamado Classroom u otra plataforma desconocida? Si, ayudándose entre compañeros comenzaron a descubrir este abanico de herramientas maravillosas, pero desconocidas, que ayudarían todo el año a mantener una educación a distancia y una continuidad pedagógica de nuestros alumnos.
¿Qué paso con aquellos docentes rurales donde la señal de internet no llega? ¿Qué paso con los niños que viven en áreas rurales y ni siquiera tienen acceso a un llamado telefónico? (Sin ir más lejos, como docente del Conurbano de la Provincia de Bs As puedo nombrar numerosas familias que no tenían acceso a un teléfono para recibir WhatsApp con sus tareas. Familias que solo reciben llamados a un teléfono de red de algún vecino. ¿Cómo pretender que esas familias tengan acceso a Classroom?
Los docentes, como están acostumbrados y es su vocación, hicieron lo que pudieron. Se acercaron a los hogares de las familias a llevar tareas, concurrieron los días de entrega de mercadería a las escuelas a captar a esas familias con las que no se podía tener comunicación, gastaron de su crédito para mantener llamados telefónicos y comunicación por WhatsApp con cada alumno que se pudo. ¿Que se les otorgo? El gobierno puso en marcha un plan de financiamiento de computadoras en cuotas, que lógicamente saldrían del sueldo de cada docente sin ninguna bonificación más que un plan de pagos.
Exigencias…muchísimas. Planillas por Drive donde algunos docentes nunca habían utilizado esta herramienta, boletines digitales que eran enviados a las familias al cierre de cada trimestre, carga de actividades por plataformas en las que muchas familias no tenían acceso ya que en el único teléfono de la casa no podían abrir las aplicaciones, solicitudes a toda hora de relevamientos y cargas sin importar días ni horarios laborales. Cada docente se las arreglo como pudo. Comprando computadoras, nuevos teléfonos para poder proteger su privacidad y tiempos y comenzaron a convivir con dos teléfonos donde no había feriados, turnos ni horarios y abriendo la intimidad de sus hogares.
Como frutilla del postre a días de finalizar el ciclo lectivo, a horas de la navidad se les requiere que en la web ABC de la Dirección de Cultura y Educación se carguen on line las trayectorias educativas de los alumnos. Imposible hacerlas desde un teléfono ya que debían trabajar con las planillas digitales de calificaciones trimestrales. Los docentes tuvieron que si o si salir en búsqueda de una computadora, al menos prestada, para poder cumplir una vez más, con sus obligaciones.
Algunos alumnos recibieron una computadora reparada, que alguien encontró, y eso sirvió para una gran propaganda política para los Distritos. Nadie evaluó si esas computadoras solucionarían la problemática que las familias atravesaban para que sus hijos puedan continuar con su educación a distancia. Se entregaron algunas computadoras y los alumnos no tenían internet en sus hogares, una herramienta que no pudieron utilizar ya que los trabajos no bajaban y se enviaban sin conexión a una red de Internet. Una vez más, políticas educativas carentes de investigación estadística y cuyo único fin, puedo decir, fue publicitario.
Sin estadísticas, sin datos específicos, sin trabajo de campo en diferentes zonas no se pueden tomar decisiones. Estamos mirando un sistema educativo centrado en el AMBA y tomando decisiones de escritorio sin evaluar las necesidades de los sectores más alejados de los cascos urbanos, del interior de las provincias y de aquellos docentes y alumnos que caminan kilómetros para continuar su proceso de enseñanza aprendizaje. Comencemos a escuchar a los docentes que día a día viven la educación, no solo a aquellos que hace años están detrás de un cargo gremial y perdieron la cotidianidad de una escuela.
Volvamos a la presencialidad garantizando a docentes y familias los protocolos y escuelas dignas y de no ser así, brindémosle a los docentes las herramientas y recursos informáticas necesarios para desarrollar su tarea desde Ushuaia a La Quiaca y llegar a cada alumno que compone nuestro sistema educativo. No podemos permitir que un año más se sigan vulnerando el derecho a educación e inclusión a 1000000 de alumnos.
Carina Chmit
Maestra Especializada en Educación Primaria
Actualmente Preceptora de Nivel Secundario
Técnica Universitaria en Administración y Gestión de Políticas Publicas
Concejal de Escobar, Bloque Compromiso Con Escobar (JXC)
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