¿Comer saludable sin gastar una fortuna? Sí, es posible (y necesario)
En un contexto económico donde muchas familias tienen que hacer malabares para llegar a fin de mes, hablar de “alimentación saludable” puede sonar lejano o hasta excluyente. Acompañando personas en diferentes espacios, veo cómo crece la preocupación por alimentarse bien, pero también por el impacto que eso tiene en el bolsillo. ¿Se puede comer bien sin gastar una fortuna? Mi respuesta es que sí. Pero para eso, hay que cambiar la mirada y volver a lo simple.
Comer bien no es comer caro
Muchas veces se asocia lo “saludable” con productos gourmet, sin gluten, light o con etiquetas llamativas. Pero comer saludable no depende de modas ni de marcas, sino de construir hábitos posibles, adaptados a la realidad de cada familia.
La alimentación saludable no se basa en “superalimentos”, sino en lo cotidiano: legumbres, verduras, frutas de estación, cereales simples como el arroz o la polenta, huevos, harinas integrales, aceites, semillas. Son ingredientes accesibles y versátiles que permiten armar platos completos y nutritivos sin necesidad de gastar de más.
Volver a la cocina: una forma de cuidar la salud y el bolsillo
Uno de los grandes aliados para comer mejor y más barato es volver a cocinar en casa. No hace falta ser chef ni tener mucho tiempo. Cocinar puede ser un acto sencillo, cotidiano y poderoso. Preparar en cantidad y fraccionar para varios días es una estrategia que funciona: guisos, tartas, sopas, ensaladas completas, hamburguesas de legumbres o budines caseros pueden ser parte de un menú económico y equilibrado.
Además, cocinar permite saber exactamente qué estamos comiendo, reducir el consumo de ultraprocesados (que suelen ser más caros y menos nutritivos), y conectar con la comida desde otro lugar, con menos culpa y más disfrute.
Organizarse es ahorrar
Uno de los consejos que más comparto en mis talleres es la planificación semanal. No hace falta armar un menú rígido, pero sí tener una idea general: ¿qué comidas principales vamos a preparar? ¿Qué ingredientes necesitamos? ¿Qué tenemos en casa que podemos usar?
Hacer una lista de compras basada en eso ayuda a evitar compras impulsivas, aprovechar mejor los alimentos y reducir el desperdicio. También recomiendo comparar precios entre comercios, elegir frutas y verduras de estación (que suelen estar más baratas y en su punto justo), y no subestimar las ferias o mercados barriales.
La salud también se construye desde el acceso
Como nutricionista, no puedo dejar de mencionar que no todas las personas acceden de la misma forma a los alimentos, y que hay muchas barreras sociales que dificultan una buena alimentación. Pero incluso en contextos complejos, hay estrategias que pueden ayudar a mejorar lo que comemos sin que eso implique un gasto imposible.
Por ejemplo: reemplazar carnes por legumbres en algunas comidas no solo es más barato, sino también saludable; incorporar arroz o fideos integrales cuando se pueda; preparar snacks caseros como galletitas con avena; y aprender a leer etiquetas para no comprar productos que parecen saludables pero no lo son.
Comer bien no es comer perfecto
No se trata de buscar una alimentacion perfecta, sino de construir una alimentación posible, variada, flexible y respetuosa del momento que estamos atravesando. Comer saludable no debería ser un lujo, y como profesionales de la salud tenemos que seguir acercando herramientas que acompañen, no que generen más culpa o frustración.
En definitiva, comer saludable sin gastar una fortuna es posible si volvemos a lo básico, si valoramos la cocina casera, si planificamos con lo que tenemos y si dejamos de buscar soluciones mágicas en productos caros. Cuidar nuestra alimentación también es una forma de cuidarnos a nosotros mismos en tiempos difíciles.
Excelentes consejos. Felicitaciones por incluir este tipo de notas