Necesidad de trabajar la música en las Aulas Hospitalarias. Salta

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Que el bebé sea más inteligente ni mejore el desarrollo del feto. Lo que si se ha podido demostrar es que puede estimular la frecuencia cardíaca del feto. A partir de la semana 20 el feto puede oír. No entiende lo que escucha, pero si puede captar como ese sonido que escucha afecta positiva o negativamente a la madre. Lo que se recomienda es que la música sea escuchada por el puro placer de escuchar por parte de la madre no con la finalidad de hacer más inteligente al futuro niño o niña. Por ello la música que escuche la madre debe ser la que a ella le relaje. Porque la música estaría más en relación al bienestar que puede o no proporcionar a la madre, que en un elemento “educativo” del feto.
Al nacer el bebé, la música suave y armoniosa ayuda a tranquilizarle y mejorar su estado psíquico y somático general.
Los ruidos o luces muy fuertes pueden alterarle y estresarle.
Esto se ha tenido en cuenta especialmente en las incubadoras y nidos de los hospitales, cuando los bebés han nacido con bajo peso deben estar ingresados por diferentes problemas.
La relación madre bebé desencadena toda una serie de complejos procesos hormonales que van a ser fundamentales para el desarrollo somático, intelectual, emocional y comportamental del mismo. La voz de la madre es un regulador de estrés para el bebé. Si el bebé está estresado, la voz de la madre activa la hormona oxitócica, que produce el mismo efecto calmante que un estímulo físico, ya que aumenta la confianza y reduce el miedo social. Pero si la madre está estresada ejercería el efecto contrario en el bebé.
En relación al vínculo que se establece entre la madre y el bebé los primeros meses de vida, las señales que el bebé manda a su cuidadora (sonreír, llorar) son un poderoso estímulo para la conducta materna. Según sea la respuesta de la madre va o no a activar circuitos cerebrales como el dopaminérgico o el oxitocinérgico. De esta forma, madres con apego seguro potenciarán en su bebé una mayor actividad en áreas cerebrales relacionadas con la recompensa y regiones hipotalámicas – hipofisarias que son las que modulan la liberación de la oxitócica. En base a esto pensamos que la música puede ser un efectivo acompañante de esta relajación, tanto del bebé como de la madre.
No obstante, es importante que no olvidemos los efectos de las “neuronas espejo” en el desarrollo emocional, conductual, intelectual y somático de los bebés. Los seres humanos son capaces de aprender por la imitación y esta facultad está en la base de la cultura humana. Esta función la ejecutarían las neuronas espejo, que parecen desempeñar un papel fundamental en la comprensión tanto de la acción como de la imitación.
Las neuronas espejo imitarían como “reflejando” la acción del otro. El observador está él mismo realizando la acción de observar (espejo). En el ser humano estas neuronas espejo se encuentran en el área de Broca y en la corteza parietal. Este tipo de neuronas, además de facilitar y permitir la comprensión de la conducta de las otras personas, desempeñan un papel muy importante dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida, tales como: la empatía y la imitación. Unos padres estresados, especialmente el cuidador principal que suele ser la madre, emite señales que el bebé tiene dificultad en entender y descodificar, lo que impedirá su desarrollo integral como ser humano. (Tello 2015).
A los niños/as y jóvenes les encanta la música. En las escuelas se introduce la música como elemento de aprendizaje desde muy temprana edad. Grandes pedagogos del siglo XX han usado las canciones tradicionales como punto de partida para la enseñanza musical en lo niños y niñas más pequeños. Joan Llongueras1 introdujo el siglo XIX el tema de la rítmica y las canciones en los juegos infantiles y en la educación musical de los niños y niñas. Fue el promotor en Cataluña (España) del método Dalcroze, que era un innovador sistema de aprendizaje musical mediante el ritmo y el movimiento, ideado por el suizo Dalcroze. Esto lo aplico tanto a la enseñanza musical infantil como para terapias a niños y niñas con discapacidades.
La tesis doctoral de Pons (2014) “Aportaciones de la estimulación musical en niños y niñas de 2 a 3 años, con la cola-
boración de los padres, al proceso de adquisición de las conductas sociales y actitudinales: estudio de caso” plantea que la música ayuda al desarrollo integral del ser humano en sus capacidades sociales, intelectuales y afectivas. La ejecución musical, al desarrollar las posibilidades de los circuitos neuromusculares, permite, además de cultivar el sistema nervioso, trabajar el desarrollo en general, los estados afectivos, la receptividad y la atención, ya que la educación musical estimula consecuentemente todas las facultades del ser humano.
La música en grupo tiene aún un valor más educador, ya que incide en la socialización, acercando a las personas entre sí, tanto interpretando música como escuchándola, y favoreciendo con ello el respeto por los demás. Las actitudes y conductas sociales que se dan en una sesión de música pueden llegar a traspasar el aula de música.
Su tesis sugiere una buena educación musical temprana, que contemple ejercicios de audición, ritmo con instrumentos de pequeña percusión, creatividad, danza y movimiento corporal, debe tener efectos altamente positivos
en el desarrollo psicosocial y psicomotor del niño o niña.
La música y los niños enfermos Según la Federación Mundial de Musicoterapia, la musicoterapia puede ser un gran instrumento para facilitar el bienestar en niños enfermos.
Es una intervención psicoterapéutica para tratar problemas físicos, psicológicos, cognitivos emociones y sociales de la persona.
En muchos casos esta actividad se lleva a cabo en los hospitales con niños ingresados, obteniéndose resultados muy positivos. El terapeuta ayuda al paciente a acrecentar, mantener o restaurar un estado de bienestar utilizando experiencias musicales y relaciones que se desarrollan a través de ellas, como fuerzas dinámicas del cambio.
Un artículo del periódico ABC1 “Diez enfermedades que mejoran con la música” (2014) señala que: “La música es percibida por el cerebro como una recompensa y puede modificar la tasa cardíaca, la respiración y la temperatura corporal. Además, provoca la liberación del neurotransmisores dopamina en cantidades que se relacionan con el grado de placer que experimentamos.
Los estudios realizados en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario La Paz (IdiPAZ), constata
que escuchar una melodía produce otros efectos fisiológicos destacables, como el aumento del nivel de resistencia al dolor, cambios en el tono muscular y la temperatura, el nivel de glucosa o la secreción hormonal, así como una reducción de la fatiga y el estrés. De ahí que la lista de patologías en las que tiene una utilidad probada sea cada vez más larga”. Vamos a comentar algunas aplicaciones que cita dicho artículo del ABC.

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