La multinacional perfecta. Atapuerca. España

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LA MULTINACIONAL PERFECTA

Atapuerca es hoy una gran fábrica de conocimiento y una universidad de investigadores, genera un turismo de alto valor añadido y ha consolidado la marca “Burgos”’ en el mundo Lo más parecido de Atapuerca a una gran industria manufacturera son, quizá, los andamios de la Trinchera del Ferrocarril o los perfiles vagamente fabriles del Museo de la Evolución Humana junto a las orillas del río Arlanzón. Los yacimientos no echan humo por la chimenea, apenas mueven camiones de gran tonelaje, tampoco grúas ni carretillas elevadoras, ni pagan la nómina de cientos de trabajadores repartidos en cinco turnos. Pese a todo ello, Atapuerca es hoy una gran multinacional, si se permite la comparación, la más importante y transformadora surgida en las últimas décadas en el entorno de una ciudad industrial mediana como es Burgos.
Del Proyecto Atapuerca se ha estudiado casi todo menos el valor que ha generado en sus más de cuatro décadas de vida. Paradójicamente, en un ámbito en el que se manejan los años por cientos de miles, falta la distancia temporal suficiente para cuantificar los beneficios económicos y sociales de la ola transformadora que han impulsado la investigación y los conocimientos sobre el origen del ser humano cosechados en la sierra burgalesa.
Los que se han acercado a este análisis destacando en este sentido el esfuerzo realizado por el economista Ramón Sobremonte hablan de un segundo polo de desarrollo en Burgos, de un nuevo ágora cultural consagrado al conocimiento, en el que las fábricas y máquinas que protagonizaron el primer polo a finales de los años 60 y principios de los 70 e interrelacionan ahora con las personas y su enorme capacidad de generar talento y conocimiento, evolución cuyo valor es muy difícil de cuantificar en el presente en términos de PIB y balance de resultados.

Hay un consenso generalizado en torno a la idea de que el desarrollo de Atapuerca en todas sus dimensiones (investigadoras, educativas, urbanísticas, económicas y sociales) es el proyecto más sofisticado y exitoso de la pujante ciudad industrial que es el Burgos contemporáneo.
Como se sugiere en el titular, se ha logrado levantar una fábrica perfecta y singular: sin humo ni contaminantes y con la I+D más compleja, la que desentraña nuestros orígenes desde hace 1,2 millones de años. Balances 2020 fue un año magnífico para hacer balances, aunque todos quedaron ensombrecidos por las demoledoras consecuencias de la pandemia.
En julio se celebraron los diez años de apertura del Museo de la Evolución Humana y, cuatro meses después, fue la conmemoración de las dos décadas de la declaración de los yacimientos como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.
Los números quedaron fríos ante un Museo cerrado y unos yacimientos sin visitas y con menos investigadores que nunca en su campaña de verano. Hoy todavía no cuadran en este escenario de incertidumbres y limitaciones al movimiento en el que vivimos. La pandemia ha desplomado una progresión indudable de uno de los motores de la economía provincial, progresión que costará un tiempo en recuperar pero que volverá a coger ritmo cuando la vida se normalice.
Partiendo de esta realidad y de las incertidumbres actuales que nos acechan, el impacto más visible y cuantificable en la riqueza del entorno de los yacimientos lo ha capitalizado el turismo, una de las grandes industrias del presente siglo. Antes de la covid, el Sistema Atapuerca (yacimientos, MEH, Centro Arqueológico Experimental y Cayac) movía
más de 650.000 visitas al año, hasta un total de 5 millones en sus primeros diez años de actividad. Se trata de un flujo de población extraordinario para una provincia cuyos habitantes no llegan a la mitad de las cifras que mueve el Sistema en un solo ejercicio.
Detrás de este proyecto científico y cultural ha habido un crecimiento del 37% en las pernoctaciones durante la última década, un porcentaje incontestable. En torno a la evolución humana se han consolidado el sector hostelero, la gastronomía, el comercio y todo ello ha encajado perfectamente sin solapamiento alguno en una ciudad histórica que tiene su principal patrimonio en la Catedral y su gran fuente de ingresos en una industria muy diversa y con
una gran vocación multinacional.
El MEH, con sus 3,2 millones de visitas en su primera década de vida, es hoy uno de los principales museos consagrados a la ciencia de España, un país en el que cada día abren sus puertas 1.500 museos de todos los tamaños y contenidos que reciben en un año normal una media de 20 millones de visitas.
Y no solo estamos ante el primer museo de Castilla y León por visitas, el MEH se retroalimenta integrado en un espacio en el que operan un palacio de congresos, el Fórum Evolución, que desarrolla una actividadparalela centrada en el turismo profesional, y el CENIEH, un centro de referencia en la investigación de la evolución humana.
Marca Más difícil todavía es cuantificar el valor alcanzado por la marca “Burgos” en su asociación con la evolución humana. Baste con decir que se han impulsado más de medio centenar de tesis doctorales hasta la fecha y cientos de publicaciones de todo tipo a nivel nacional e internacional. Atapuerca se estudia en las escuelas, en las universidades y en los congresos internacionales. Esta permanentemente en el día a día de los medios de comunicación a través del testimonio de sus codirectores José María Bermúdez de Castro, Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga , un testimonio más vivo y rico que nunca en estos momentos de zozobra como especie en la lucha contra una enfermedad global.
¿Qué supone tal acumulación de talento y excelencia profesional para el entorno? De nuevo, difícil de calcular. Solo un detalle: no son pocas las grandes multinacionales que asocian su nombre con el de Atapuerca y colaboran con este proyecto. Ellas sí saben hacer números sobre todo lo que les rodea y beneficia y han visto que la ciencia a pie de trinchera les sumaFuturo En su estudio sobre el impacto económico de los yacimientos, Ramón Sobremonte apunta algunas claves para consolidar el valor del proyecto a futuro. Subraya en este sentido la necesidad de trabajar en su visibilidad internacional y también nacional, enfocada esta última a los grandes polos de generación de turismo como son Madrid, Cataluña, País Vasco y también el resto de Castilla y León.
La colaboración público-privada, que se materializa en el Sistema Atapuerca y la Fundación que lleva su nombre, también es clave para reforzar este proyecto. Asimismo, el MEH y su gestión ágil y acorde con los gustos e intereses
de cada momento es fundamental.
Por último, sería muy conveniente crear un sistema de gestión y estudio permanente para medir el impacto económico del Sistema Atapuerca y su influencia, sobre todo en el objetivo de sumar más voluntades al proyecto por parte de la administración, la empresa y la ciudadanía.
El primer polo de desarrollo, el industrial, ha sido objeto de múltiples estudios y cuantificaciones.
Queda pendiente el conocer el valor real del segundo polo, el del conocimiento.

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