José de San Martín «Me voy para no mandar. Conclusión

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La misión Rodríguez de la Fuente fracasó por la falta de apoyo del gobierno de Buenos Aires y de los caudillos del interior, más preocupados por las luchas internas que por la independencia de un país que les parecía lejano.Jose de San Martín
De la Fuente solo pudo llevarse una nota de Rivadavia y Martín Rodríguez manifestando la imposibilidad e inconveniencia de apoyar la gesta.

Luego sobrevino la anexión de Quito por Bolívar y en el mes de julio, la entrevista de Guayaquil, con el posterior abandono de la función pública y militar por parte del Libertador de los Andes.
El enojo de Guido que nunca entendió el motivo del retiro, hasta que tuvo que explicarle en pocas palabras: “ en el Perú no hay lugar para los dos” refiriendose a él y a Bolívar, dejando entreabierta la posibilidad de un enfrentamiento entre los distintos grupos patriotas si él (San Martín) permanecía en el Perú…

Y la despedida a Alvarado: “Voy a embarcarme. Queda Ud. para concluir la gran obra. Cuánto suavizará el resto de mis días y el de las generaciones, si la finaliza (como estoy seguro) con felicidad. Tenga la bondad de decir a nuestros compañeros de armas, cuál es mi reconocimiento a lo que les debo. Por ellos tengo una existencia con honor. En fin, a ellos debo mi buen nombre y honor”.
El embarque en el bergantín “Belgrano” a Chile, el retorno a Mendoza, donde luego de cruzar la cordillera, solo lo esperaba el fiel coronel Olazábal, al que abrazó fuertemente y con lágrimas en los ojos exclamó “¡ hijo…hijo! bueno será que bajemos de esta eminencia, desde donde en otro tiempo nos contempló América…”

Las persecuciones de Rivadavia y sus hombres que le impidieron asistir a acompañar a su esposa moribunda…
“había figurado demasiado en la revolución para que me dejaran vivir en paz…” — pensó.
Antes de viajar a Buenos Aires en octubre de 1823, recibió una carta caudillo del santafecino Estanislao López quien le manifestaba “Se de una manera positiva… que a la llegada de usted a aquella capital, será juzgado por el Gobierno por un consejo de guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus órdenes haciendo la gloriosa campaña de Chile, no invadir Santa Fé, y la expedición libertadora al Perú. Para evitar este escándalo inaudito y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado Ud. patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos… siento el honor de asegurar a V. E. que a su solo aviso estaré con la provincia en masa a esperar a V. E. en el Desmochado para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria. Si VE no aceptase esto, fácil me será hacerlo conducir con toda seguridad por Entre Ríos hasta Montevideo..”.
San Martín regresó solo a Buenos Aires el 4 de diciembre de 1823, sin embargo las peripecias del viaje lo llevaron por Santa Fé y se acercó a Rosario donde se entrevistó con López, a quien agradeció la advertencia y el ofrecimiento de llevarlo en triunfo hasta Buenos Aires.

Y el exilio Inglaterra primero, Bélgica después…
Desde allí siguió con fruición, las noticias a través de los periódicos de lo que ocurría en estas nuevas naciones, que él habia ayudado a crear.
Junín y Ayacucho y el final de la guerra de la Independencia. El retorno de Rivadavia y la guerra con el Brasil. La muerte de su compadre Brandsen en la batalla de Ituzaingó y el ascenso de Lavalle a general…
“Lavalle, esa brillante espada sin cabeza”…tomó nuevamente la pluma y comenzó a escribir, casi apresurado…
A principios de 1829, bajo el nombre de José Matorras retornó al país en el buque inglés» Condesa de Chichester». En la rada del Puerto de Bs. As. Se enteró del motín de Lavalle, el fusilamiento de Dorrego y la designación de Lavalle como gobernador…
Lo visitaron en el buque, sus amigos y camaradas Tomás Guido, Manuel Olazábal, Antonio Alvarez Condarco y el comandante Tomás Espora para ofrecerle el Gobierno de Buenos Aires.
Pero no desembarcó, se dirigió hacia Montevideo donde tocó tierra el 14 de febrero y permaneció tres meses.
En marzo de 1829 fué entrevistado por los representantes de Lavalle, Eduardo Trolé y Juan Andrés Gelly quienes acompañados del cuñado Manuel Escalada, le reiteraron el ofrecimiento de hacerse cargo del gobierno de Buenos Aires y en su caso, de comandar la lucha contra los federales.

“De esta manera, les sacaría las papas del fuego a quienes tanto mal han hecho, no solo a mi sino a la patria”
Les contestó que no, que nunca su sable se había desenvainado ni lo haría, para derramar sangre de hermanos
Y siguió escribiendo: “… los hombres en general juzgan de lo pasado según su verdadera justicia y de lo presente según sus intereses, en la situación en que ud. se halla una sola víctima que pueda economizar al país, le servirá de un consuelo inalterable…porque esta satisfacción no depende de los demás sino de uno mismo» .

Cerró la carta y llamó a uno de los asistentes que tanto Rondeau como Rivera, habían puesto a su servicio en Montevideo, y le entregó el sobre para ser remitido urgentemente a Buenos Aires, con la negativa a Lavalle y su despedida definitiva del Río de la Plata.
Luego escribiría a O’Higgins » si mi alma fuese tan despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honra ha sufrido de estros hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado»
Atento a las diferencias políticas que ya existían en el Uruguay, Fructuoso Rivera y Lavalleja, le ofrecieron a San Martín permanecer en el nuevo Estado uruguayo, honor al que declinó diciéndole a Rivera : » me voy, 1º : por no mandar. 2º : por la convicción de no poder sustraerme a las divisiones…»

Terminó la carta que estaba escribiendo a su amigo Guido, fiel compañero y confidente de tántas jornadas, con una dolorosa reflexión: “Mi amigo, seamos claros, la situación del pais es tal que al hombre que lo mande no le queda otra alternativa que la de apoyarse en una facciòn o renunciar al mando. Esto ùltimo es lo que yo hago… No faltarà quien afirme tener la Patria un derecho de exigir de sus hijos todo gènero de sacrificios; yo responderè que esto, como todo, tiene un lìmite: que a ella se deben sacrificar los intereses y la vida pero no el honor y los principios…”.
La cerró cuidadosamente y la entregó al asistente, mientras cerraba su maletín de viaje. Tomó lentamente el viejo levitón azul, largo hasta los tobillos…
Miró por última vez la habitación donde había vivido esos tres meses en Montevideo, salió y cerró suavemente la puerta, como no queriendo irse…
Luego de asistir al retiro de las tropas brasileñas de Montevideo, el 1 de mayo de 1829, partió hacia Londres en el barco «Lady Wellintong» el 6 de ese mes, rumbo a un exilio que no terminaría sino hasta mas de 20 años después de su muerte…

“Que otra generación que en pos de nosotros venga, no se reuna un día en este mismo muelle a recibir los restos de los profetas, de los salvadores que nos fueron preparados para el genio de la Patria, y hayamos enviado al ostracismo, al desaliento y a la desesperación” ( Domingo Faustino Sarmiento- 1880- discurso pronunciado frente al féretro de San Martín, en en puerto de Buenos Aires…)

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Acerca de Julio Ruiz 58 Articles
Profesor de Historia. Colegio Cervantes y Jesús Sacramentado de Bolívar, Argentina. Ex Intendente de la Ciudad de Bolívar en la Provincia de Buenos Aires, Argentina en el período 1987-1991. Abogado. Integrante de la Asociasón San Martiniana en su caracter de presidente. Columnista en el Diario La Mañana. Obras Históricas entre otras: Blandengues, “La Odisea”, “Historias que hicieron cuentos”, “Paginas de una historia olvidada”. “Hubo un tiempo que fue Hermoso”una creación colectiva de ex alumnos, Bachilleres de la promoción 1972 del Colegio Nacional de Bolivar (Bs As). Los Negritos de San Martín. “La historia, un cuento y un libro”

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