Estas fueron las palabras de Maite, una niña de 8 años al referirse a su maestra. Una niña de mirada profunda, con una sonrisa pícara, y una alegría que trasciende el complejo entramado familiar que le toca transitar, desde que amanece hasta que la luna la envuelve entre sus sueños/pesadillas.
Mi maestra tiene muchas orejas, porque también te escucha con los ojos, con el cuerpo, y hasta cuando está escribiendo en el pizarrón. Mi maestra no tiene el celular en la mano cuando te explica las tareas, no está apurada cuando le hablás, no te interrumpe y te deja terminar la oración.
Estas son las palabras que ella va soltando.
Estas son las palabras que no se las lleva el viento Maite agrega: “En mi clase somos muchos niños, y la maestra se hace tiempo para todos. Siempre nos dice que le encanta trabajar con nosotros porque para ella en su clase hay 32 OPORTUNIDADES. Yo no entiendo mucho que quiere decir eso. Yo lo que sí sé es que somos 32 niños y a todos nos quiere mucho”.
Aún resuenan en mi, las genuinas reflexiones de Maite: desde su no entender/comprender. Las palabras de su maestra, logra captar la esencia de su docente.
Una maestra que no concibe estudiantes invisibles dentro del salón, Una maestra con tiempos a medida para cada uno de los chicos Una maestra con GPS, que va rediseñando cada momento para HACER de cada SER, una verdadera aventura aprendiente.
Una maestra que tiene MUCHAS OREJAS!
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