-¿Mami, sabes qué dibujé hoy en el cole y me salió chulísimo?
– ¿Qué cosa?
-Una ballena.
Abre entusiasmada su caja de colorines y elige el lápiz. Hace un trazo gordote y después una especie de fuente sobre el lomo. Pasa el dedo por los colores de madera y se para en el verde con una sonrisa en la cara. De pronto el gesto desaparece, escoge de mala gana un grisáceo y comienza a pintar con grandes trazos en interior de su ballena.
– ¿Qué sucede? ¿No te gustaba el verde?
– Mi profe me dijo que las ballenas no son verdes.
– ¿Tú crees que tu profesora vio alguna vez una ballena?
– Yo creo que no.
– Y tú, ¿dónde viste tu ballena verde?
– Aquí. Me dice mientras se señala con el dedo la frente.
Saco el lápiz verde de la caja y se lo extiendo. Lo coge muy contenta y pinta su ballena muy despacito, sin salirse.
Mi padre me enseñó que había que respetar a las personas que saben más que tú. Los niños nos superan en creatividad con creces. Mi padre nunca me dijo que el respeto lo hiciera depender de la edad de la persona a quien dirigirlo.
Hay quien dice que la educación artística distrae de las demás asignaturas.
Y yo digo: ¡por supuesto, AFORTUNADAMENTE!
¡Por un mundo lleno de ballenas verdes!
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