Nuevos desafíos en la gestión educativa

Las escuelas ya no son edificios aislados de la sociedad que se desenvuelven autónomamente tratando de marchar conforme algún plan homogeneizador. Han dejado de ser el lugar seguro, donde todo lo que ocurre allí es bueno para el alumno y donde éste acude solo a aprender. Hoy, las instituciones educativas enfrentan nuevos desafíos  que obligan a todos los actores institucionales a repensar sus prácticas en pos de atender nuevas problemáticas.

 Azzerboni y Harff (2013) explican que “el imaginario social de hace algunas décadas conformó al directivo como un ser omnipotente, omnipresente, autoritario e inflexible. Hoy se lo ve como un profesional que ejerce su liderazgo situacional, experto y con posibilidad de adecuarse a las circunstancias.” El director ya no es esa persona que permanece en su despacho la mayor parte de la jornada, aislado e inaccesible. Desde su rol directivo integra y dirige el equipo de conducción, un término acuñado en la última década para designar al conjunto de personas que administran un nivel de una institución educativa. En este sentido, trabajar en equipo implica compartir las decisiones, consensuar y debatir lo que a diario sucede en la escuela, una dinámica que de algún modo “obliga a compartir el poder”, algo con lo que no todos se sienten a gusto.  Lo que es más, un nuevo paradigma de educación entiende al alumno como ser activamente participativo en la vida democrática de la institución dándole voz y voto, por ejemplo  como miembro del  consejo institucional de convivencia.

Estas nuevas formas de organizar la vida escolar demandan a los equipo de conducción  adaptar el funcionamiento de la escuela a los cambios en las normativas vigentes.  Aunque la ley de educación que rige en la Provincia de Buenos Aires, Ley de Educación Provincial  N° 13.688,  fue sancionada en el año 2007, en los últimos años las escuelas han debido implementar nuevas disposiciones y reglamentaciones vinculadas al régimen de asistencia y evaluación de los alumnos (Resolución 587/11) y  a los acuerdos institucionales de convivencia (Resolución 1709/09). Asimismo,  las nuevas normativas han introducido cambios en el léxico a utilizar dándole paso a nuevos términos como “convivencia” que desplaza a la palabra “disciplina”,  “comisión evaluadora” que refiere a la mesa de examen o  “salida educativa” para denominar a la lección paseo.  No solo se espera que los miembros de los equipos de conducción posean un bagaje lexical  actualizado y pleno conocimiento de las normativas vigentes, sino que sean capaces de comunicarlos al equipo docente y, en algunos casos, adaptar el funcionamiento de la escuela a éstas.

Los equipos de conducción se encuentran hoy ante la difícil tarea de gestionar la escuela respondiendo a múltiples demandas de sus superiores, de los docentes, de los alumnos y de los padres, siempre atentos a las normativas vigentes, sin descuidar las prácticas docentes y ubicando al alumno en el centro de la escena. Gestionar una buena escuela es un proceso que se construye entre todos los actores institucionales y la responsabilidad de “hacer las cosas bien” no debería recaer solo sobre los equipos de conducción; debería ser un compromiso asumido por todos los miembros de la comunidad educativa.

Bibliografía consultada.

Azzerboni D y Harf R. Conduciendo la escuela. Manual de gestión directiva y evaluación institucional. Quinta edición. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas; 2013.