La relación entre educación y trabajo se rige por la dualidad mercado-estructura institucional. En este contexto ciertos aspectos de esta relación se rigen por estructuras institucionales más o menos estables en el tiempo, mientras que, por otro lado, otros aspectos de esta relación parece responder a la lógica de relaciones mercantiles Es de suma importancia estudiar la relación existente entre la educación y el trabajo, ya que ambas son herramientas de crecimiento económico e inclusión social.
Los interrogantes que se plantean refieren a los vínculos e implicancias entre la formación alcanzada por los sujetos en general y por los estudiantes en el nivel superior, en particular, y las formas de inserción en el mercado del trabajo. Por consiguiente, desde estas líneas vamos a reflexionar acerca de las relaciones que se establecen entre las experiencias
laborales y las académicas atendiendo a diversas El entramado que se da entre la educación superior y el trabajo es complejo, ya que hay múltiples formas en las cuales los estudiantes se insertan en el mercado de trabajo. Precisar el rol que cumple la educación, y en particular la instituciones educativas de este nivel en el recorrido que realiza un sujeto para incorporarse en el ámbito laboral, no es tarea sencilla.
La Educación en y para el trabajo comprende la formación permanente, personal, social y cultural, que se fundamenta en una concepción integral de la persona, que una institución organiza en un proyecto educativo institucional y que estructura en currículos flexibles sin sujeción al sistema de niveles y grados propios de la educación formal.
La educación en y para el trabajo es esencial para abordar los desafíos del mercado laboral, promover la inclusión social, mejorar la productividad y elevar la calidad de la fuerza laboral. De esta manera, se configura como una actividad compleja, que involucra dimensiones educativas, laborales, sociales, institucionales, tecnológicas, productivas, de innovación y vinculadas a la formación continua y es por eso que el diseño de políticas públicas en la materia debe surgir del diálogo social y de una articulación entre el Estado, las empresas y los sindicatos.
La Ley de Educación Nacional Nº 26.206 establece como modalidad a la Educación Técnico Profesional, la cual es responsable de la formación de técnicos medios y técnicos superiores en áreas ocupacionales específicas y de la Formación Profesional, y se rige por las disposiciones de la Ley de Educación Técnico Profesional Nº 26.058.
La Formación Profesional es el conjunto de acciones que tienen como propósito la formación socio-laboral para y en el trabajo, orientada tanto a la adquisición y mejora de las cualificaciones como a la recualificación de los trabajadores,permite compatibilizar la promoción social, profesional y personal con la productividad de la economía nacional, regional y local.
También contempla la especialización y la actualización de conocimientos y capacidades, tanto de las distintas trayectorias de la ETP como de los niveles superiores de la educación formal.
En nuestro país el ámbito de la Formación Profesional se organiza en su interior según, el tipo de propósito formativo, y la forma de acceso, en: Capacitación laboral; Formación profesional inicial organizada a su vez en tres niveles de certificación; y en la Formación Profesional Continua.
Las ofertas de Formación Profesional contemplan la articulación con programas de alfabetización o de terminalidad de los niveles y ciclos comprendidos en la escolaridad obligatoria y post-obligatoria, y son muy valiosas las propuestas que se han implementado al respecto, aunque no siempre de manera continuada, como política integral, sino según el criterio de cada jurisdicción.
La Formación Profesional debe ofrecer a los estudiantes oportunidades para la adquisición y recreación de las capacidades profesionales, la aplicación de conocimientos y el desarrollo de actitudes y habilidades.
Esto requiere generar en los procesos educativos actividades formativas de acción y reflexión sobre situaciones reales de trabajo, que impliquen la participación activa en el desarrollo de todas y cada una de las etapas de los procesos productivos clave involucrados en el perfil profesional al que refiere la
certificación ofertada.
Y en función de esta demanda, las prácticas profesionalizantes son aquellas estrategias y actividades formativas que, como parte de la propuesta curricular, tienen como propósito que los estudiantes consoliden, integren y/o amplíen las capacidades y saberes que se corresponden con el perfil profesional en el que se están formando. Son organizadas y coordinadas por la institución de Formación Profesional, se desarrollan dentro o fuera de tal institución y están referenciadas a situaciones
de trabajo.Propician una aproximación progresiva al campo ocupacional hacia el cual se orienta la formación y favorecen la integración y consolidación de los saberes a los cuales se refiere ese campo ocupacional, poniendo a los estudiantes en contacto con diferentes situaciones y problemáticas. Éstas deben permitir tanto la identificación del objeto de la práctica profesional como la del conjunto de procesos técnicos, tecnológicos, científicos, culturales, sociales y jurídicos que se involucran en la diversidad de situaciones socioculturales y productivas que se relacionan con un posible desempeño profesional.
Como política estrechamente vinculada al desarrollo socio-productivo de cualquier país, la formación profesional es el ámbito natural de vinculación entre el sistema educativo y el productivo. Sin embargo no es ,ni debería ser, el único.
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