1. ¿Cómo se garantizará la equidad de la educación, si en Argentina la educación muchas veces está atravesada por las palabras crisis y grieta?
La palabra crisis es un cliché en nuestro país. Desde que tengo memoria estamos en crisis y esto se predica especialmente respecto del sistema educativo. La palabra grieta es más contemporánea, un descubrimiento reciente impulsado por una tendencia instalada a la polarización. Trascendiendo crisis y grietas, la equidad educativa es un
objetivo que nos convoca a todos, aunque no exista una sola vía para alcanzarlo. Es importante partir de la certeza compartida de que si no educamos para la equidad no estamos educando: este es un primer gran paso. Y que, a pesar a la diversidad de nuestro sistema educativo, promover una personalización progresiva de la educación sería una alternativa válida. En esta línea, los procesos de innovación liderados por los propios docentes, las transformaciones promovidas desde las aulas van generando un movimiento en el sistema en su conjunto. Porque, más allá de los lineamientos generales de política educativa, están las prácticas docentes, que son el espacio en el que opera el cambio.
2. ¿Utilizamos la evaluación para motivar al alumno?
Generalmente utilizamos la evaluación para cumplir con un requisito formal que es calificar y acreditar. Y aunque todos nos declaramos defensores de la evaluación formativa, pocos la ponemos en práctica. Cuando introducimos metodologías activas o disruptivas en nuestras prácticas docentes solemos hacerlo por tramos, obviando la fase evaluatoria, que resiste como en una trinchera. Tenemos que comprender y asumir que el objetivo de la educación no es la evaluación sino el aprendizaje. En este sentido, la evaluación debería ser tenida como una herramienta más para el logro de los aprendizajes. Si disociamos evaluación de aprendizaje jamás lograremos motivar a los estudiantes, porque la motivación suele producirse cuando lo que aprenden tiene una resonancia en sus vidas: esto es el aprendizaje significativo, que conecta con lo que ya conocen y valoran, y que en general queda desconectado de las instancias de evaluación.
3. Nuestra sociedad vive en estado de “bullying permanente” ante tanta falta de respeto y comprensión, ¿usted no cree que esto conspira para que se fomenten estados de bullying en las escuelas?
El bullying siempre existió, en el ámbito escolar y fuera de él. Lo que sucede es que antes permanecía dentro de un círculo determinado: el aula, la canchita, la esquina de la escuela. Hoy, la viralidad hace que las situaciones de acoso escalen a alturas inéditas y dejen de ser problemas íntimos para adentrarse en el terreno de lo público. Las plataformas sociodigitales contribuyen a expandir el alcance de nuestras acciones, las amplifican, para bien o para mal. Conflictos, enfrentamientos y sucesos traumáticos de todo tipo se viralizan en minutos, circulan a gran velocidad convirtiéndose en modelos negativos de relacionamiento interpersonal. Por lo demás, la escuela no es una
entidad aislada, sino un microsistema integrado en otros más amplios: la comunidad más próxima y la sociedad en su conjunto. Los problemas atraviesan el tejido social y permean las diferentes estructuras. No existen los estancos.
4. Por su experiencia docente: ¿cuánto participan los padres en la educación de sus hijos y qué obstáculos potenciales existen?
Sabemos que la educación debería asentarse en una relación sinérgica entre familia y escuela, fundada en una comunidad de valores. Cada una, consciente de su función y de la necesidad de trabajar coordinadamente. Sin embargo, hay demasiadas interferencias en este vínculo: no pocas veces padres y docentes están abiertamente
enfrentados y los chicos son rehenes de esta tensión. No todos tenemos suficientemente claro que familia y escuela tienen roles complementarios. Sí nos hacemos atribuciones mutuas de funciones y responsabilidades a la hora de explicar determinadas conductas en los jóvenes. En vez de cooperar, nos enfrentamos.
Ser padre o madre hoy no es una cuestión sencilla. Hay una inconsistencia entre el ideal educativo teórico, las expectativas sociales y una visión más realista y situada. Entre lo que debería ser la educación familiar, lo que nos dicen que como padres y madres debemos hacer, lo que se verdaderamente está a nuestro alcance hacer y nuestras prácticas cotidianas efectivas. Y el vínculo con la escuela se integra en este esquema de expectativa versus realidad.
5. Malcolm X decía «La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy.» Según su experiencia en temas educativos, ¿qué estímulos están faltando en nuestro país para que en la educación universitaria no haya tantos alumnos crónicos?
Considero que tenemos que avanzar hacia diseños y planificaciones curriculares más flexibles, tendientes a una mayor personalización de las trayectorias, de manera de acercarlas a los auténticos intereses de los estudiantes. La implementación de sistemas modulares, de créditos y todo aquello que apunte a una mayor apertura e intercambio, incluso entre universidades, va en esta línea. En paralelo, volver la mirada sobre las prácticas docentes en la universidad, sobre las estrategias didácticas y las metodologías de enseñanza. Observar qué está pasando dentro de las aulas, porque es en ese espacio en el que se juega en gran medida el desarrollo del compromiso académico.
Finalmente, todo esto debe encaminarse a la promoción de una mayor articulación con el mundo del trabajo. El principio de finalidad debe estar claro y ser palpable para el estudiante, que debe verse proyectado profesionalmente en escenarios presentes y futuros.
Como orientadora familiar, ¿qué propuestas haría para solucionar el problema práctico que es vincular a la familia y la escuela? ¿Qué acciones posibilitarían una mayor colaboración, cooperación y comunicación entre los dos distintos actores? Si colocamos a los niños en el centro, es claro que familia y escuela no pueden ser paralelas que no se toquen. Ambas instituciones tienen una función educativa sobre las mismas personas, por lo que debe promoverse un encuentro, un punto de confluencia en el que se sitúen los objetivos educativos comunes y se sinergicen los
medios y los apoyos.
Que cada actor conozca qué parte le toca y cuáles son sus funciones en el marco de esta alianza aspiracional es un primer paso necesario. Al igual que el rescate del concepto de comunidad. Y para esto resulta indispensable fomentar el diálogo en todas las instancias y niveles educativos, orientado a la resolución de los problemas concretos del día a día. Diálogo que debe entablarse desde una disposición empática y una escucha atenta, que es siempre un ida y vuelta.
6. Por último, una frase para usted o comentario sobre la educación que le haya impactado últimamente.
La educación tiene sentido porque somos seres inacabados. Seres que educamos y nos educamos para la vida, durante toda la vida. De ahí que toda educación tiene un propósito de integralidad. Educar y educarnos incluye un proceso reflexivo constante dirigido a ampliar nuestra comprensión sobre la realidad e integrarnos progresivamente con la vida: con las demás personas y con nosotros mismos, con las cosas y con los procesos, con los tiempos y las condiciones epocales. Esta integración dota de sentido auténtico los aprendizajes y es la clave de la motivación, del querer ir por más.
Gracias Mariángeles.
Perfil de Mariángeles Castro Sánchez:
es investigadora doctoral en Comunicación Social. Magister y especialista en Dirección de Instituciones Educativas por la Universidad Austral, especialista en Educación y Tecnologías y Diploma Superior en Ciencias Sociales por FLACSO, y Licenciada en Ciencias para la Familia y Orientadora Familiar por la Universidad Austral.
Docente del ICF Austral, tiene a su cargo la dirección de la Licenciatura en Orientación Familiar. Se ha integrado en diversos proyectos de investigación, destacándose el binacional (Argentina-Chile): Dinámicas familiares en torno a los videojuegos sociales: el caso Fortnite, dirigido por Francisco Albarello. En 2019 publicó Dimensiones cualitativas de la parentalidad, de editorial Teseo.
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