Si alguna vez entró a un salón de clases y se permitió observar durante una mañana o tarde el comportamiento de los estudiantes y del educador. Puede que haya quedado en su memoria aquel educador que en compañía de sus niños o adolescentes procuraba dar y hacer lo mejor de sí mismo para cumplir con su labor educativa. Además, pudo darse cuenta que en el caso de los estudiantes; unos intervienen más que otros, otros conversan con el vecino, una parte observa detenidamente al profesor, mientras que otros tienen su mirada lejana; están en otro lugar. Así cada uno entre sus particularidades y vivencias van mostrando a todos que somos diferentes y que la clase llega de distinta manera a cada uno. De acuerdo a la motivación y al interés se convierte en algo significativo o pasajero para el estudiante.
A pesar de la homogenización del método de enseñanza – aprendizaje existe el estudiante que se interesa por plantear interrogantes, ampliar o profundizar en el tema o simplemente se hace de lado, ha entendido que no hay respuesta y que a nadie le interesa lo que pudiera aportar. Aceptando esta realidad ¿Cuál sería el cambio que todos quisiéramos ver en el profesor o maestro de nuestro niño con altas capacidades?
Para empezar, el perfil del profesor para la atención educativa al estudiante con altas capacidades o talentos debe corresponder con una sólida formación profesional, enriquecida con los más recientes avances. También, y en primer término poseer conocimientos sobre el estudiante con la condición, definiciones, características, estilos de aprendizajes, potencialidades y debilidades, áreas de interés, a su vez que fomentar actividades que ayuden a un desarrollo emocional y social equilibrado con el desarrollo cognitivo. Todo esto como parte del enriquecimiento profesional que debería llevarse a cabo en el sistema educativo, en principio a través de talleres de capacitación y posteriormente con la incorporación del área en las mallas curriculares de las carreras de educación.
Es conveniente, la integración de los padres y familiares en el proceso de atención de las necesidades educativas especiales, el trabajo en conjunto favorece la aplicación, desarrollo y seguimiento de las estrategias que se implementen para cubrir las necesidades y los intereses del estudiante con altas capacidades. Cabe destacar que la labor educativa del estudiante debe realizarse entre los profesores, padres y familiares para que el trabajo de atención tenga el efecto positivo que se requiere, en función del bienestar del niño o adolescente.
Es indispensable sensibilizarse con la condición y procurar aportar desde nuestro saber lo mejor, para que cada estudiante obtenga en el sistema educativo un refugio en donde consigue aprender; a pesar de las dificultades que se vive día a día en nuestro país.
Finalmente, y no menos importante el educador que en su ambiente de aprendizaje tenga estudiantes con la condición debe manejar la sensibilidad, flexibilidad y estar abierto a nuevas ideas, estar dispuesto a aceptar inusuales y diversas preguntas; para las que muchas veces no tiene respuesta, adicional a los cuestionamientos durante las clases.
La tarea del educador del estudiante con altas capacidades no es fácil. Es un trabajo complejo pero muy gratificante si se hace desde el corazón y de manera muy profesional. Cabe entonces interrogarse: ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a cambiar o mejorar la educación de éstos niños? ¿Cuántos de nosotros es indiferente ante ésta realidad?
Sé el primero en comentar