El General en el jardín de los senderos que se bifurcan

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Una crónica tardía de José de San Martín.Cuando Jorge Luis Borges escribió en 1941 “El jardín de senderos que se bifurcan”, al comienzo hay un narrador que cita una página de Historia de la Guerra Europea, de Basil Liddell Hart, que ese año publicará “Estrategia de la Aproximación Indirecta” en cuyo contenido de esta obra clásica de estrategia militar, que incluye estudio de batallas como las de Chacabuco y Maipú o la rendición del Puerto del Callao, me han encaprichado para cruzarlos en esta crónica.
La revolución porteña se había expandido a las provincias llena de contradicciones y de ideas e intereses contrapuestos, que comenzaban a debilitarla y el naufragio de esa aventura libertaria se empezaba avizorar para el año de 1812.
A ese “jardín” llega el teniente coronel, dicen un 9 de marzo, con su extraño sable corvo de origen persa y según los entendidos en esta materia, con una hoja de acero de Damasco que nos acerca más al cuento de “Las mil y una noches” que a la gesta de mayo.
El hombre, dicen, no es de palabra fácil, significativamente de tez obscura y abundante cabellera, quizás hasta con mal carácter, pero que políticamente se muestra muy hábil para vincularse con “las familias correctas” y consagrar parentescos que son verdaderas alianzas en la ciudad puerto.
La escuálida escuadrilla de pequeños buques españoles a casi menos de un año de su llegada le da ocasión para estrenar sus granaderos entrenados a la manera europea en un módico combate que había sido planificado y estudiado por el recién llegado, que termina muy rápidamente y donde una pirueta del azar casi lo priva de lo que ya estaba diseñado prolijamente en su cabeza, el plan general de operaciones, por un accidente propio del combate.
El jardín casi le juega una mala pasada, pero lo ha conseguido, una victoria militar que es el instrumento para su verdadero objetivo, una victoria política sobre sus detractores y la suma de prestigio en “la ciudad del pecado y las vanidades” necesitada de héroes invencibles que disimulen su precaria situación militar y que lo adopta aunque con algún sesgo de desconfianza.
Naturalmente ¿quién es este hombre que apareció de la nada y que nadie llamó, dominando las miradas y las conversaciones de la tertulias, con padrinos y enemigos poderosos, capaz de derrocar gobiernos porteños?
Un político de profesión militar.
Quizás el primero que utiliza lo que hoy llamamos marketing político en Hispanoamérica, el primero en armar un sistema de inteligencia, pionero en el uso de la información como insumo militar estratégico y de consolidar sus victorias militares con intentos de modelos políticos sustentables.
Hombre enigmático, sufría todas las enfermedades que hoy podríamos emparentar con el estrés, asma, sangrado estomacal, nada de esto impidió cumplir su plan de acabar con el poder realista en Lima pasando por la liberación de Chile.

Los españoles “quedan lejos de Buenos Aires” pero los caudillos de las provincias díscolas son más peligrosos que los maturrangos; lo privan de fondos y le ordenan un regreso que de mala gana cumple pues avizora la bifurcación en los caminos del jardín.
Ambos bandos de una guerra civil que ya es más que una insinuación lo esperan para sumarlo.
Habla con ambos lados.
Dicen, esto es incomprobable, que su mensaje era siempre es el mismo, “quizás no importe el bando que gane sino que lo haga rápida y decisivamente sobre su adversario”. Lo peor que puede pasar es que no haya un ganador claro y la guerra civil se prolongue en el tiempo”.
Para ello había que ser despiadado con el vencido. El sendero se bifurca (“… jamás desenvainaré mi espada…”) desconfía de los apoyos políticos que le ofrecen y él, como hombre político que es no está dispuesto a pagar el precio.
A diferencia de la gran mayoría de los próceres americanos de la independencia que son “consumidos por las revoluciones”, sabe poner prudente distancia y no inmiscuirse más en la política criolla a pesar de mantener una profusa correspondencia con los actores locales.
El hombre enigmático sigue el camino del exilio de otros libertadores, pero el suyo es plácido gracias a amigos que financiarán una cómoda estadía en Francia, en donde el banquero español Alejandro María Aguado aparece como su gran protector.
Como cita Pedro Luis Barcia, Académico emérito de la Academia Sanmartiniana: “…al señor Aguado, al que, aún después de su muerte, ha querido demostrarme los sentimientos de la sincera amistad que me profesaba poniéndome a cubierto de la indigencia”. (Correspondencia con el General Guillermo Miller).
Este hombre, que luego es “abuenado por Mitre” cuando escriba nuestra historia oficial, despojándolo de su pragmatismo político, su pensamiento liberal anti eclesiástico, su probable origen en la mezcla de culturas española/indígena/criolla y de pensamiento complejo, murió en paz en compañía de su hija después de haber sido un protagonista vital para gran parte de los procesos independentistas americanos por acción directa o por sus ideas. Ironías del destino para el final de un guerrero que siempre fue primero un gran político.

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Acerca de Ricardo Jaén 17 Articles
Docencia Universitaria. Profesor adjunto a cargo. Seminario de Historia Argentina. Facultad de Humanidades. UNLP. Profesor Titular. Actualidad Informativa Nacional e Internacional III. Periodismo y Comunicación Social. UNLP. Profesor Titular Argentina Siglo XX . Facultad de Ciencias Humanas. UNRC. Actividad Profesional. Consultor de Organismos Internacionales: ONU/ BID / BIRF / PNUD / UIBA Consultor de Organismos Nacionales: Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. CARI Jefe de Asesores del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de La Cámara de Diputados de La Nación. 2010/2011 Consultor en riesgo político Director Académico de La Cátedra Libre de Periodismo y Comunicación. UNLP Articulista: Clarín, Infobae, El Día de La Plata, Ambito Financiero, Letra P, La Capital de Mar del Plata. CNN en español. Escribe sobre Historia

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