1) ¿La profesión docente ha perdido prestigio social? o ¿La Educación ha perdido prestigio social?
Creo que en parte pasan ambas cosas. La profesión docente se ha desvirtuado y esto ha repercutido fuertemente en el valor y la importancia que antaño se le daba a la educación. El mundo en que vivimos es un mundo en el que abunda la información pero no es lo mismo tener acceso rápido a la información que estar educado para acceder a ella, seleccionar jerarquizando la información confiable, procedente de buenas fuentes y sobre todo, hacer un uso adecuado de la misma aplicándola debidamente. Tener información no alcanza si no hacemos un uso humano de ella. Y eso se aprende en comunidad, construyendo saber con los pares y con los docentes. Así nos vamos haciendo humanos, en ese juego de intercambio con los otros, conviviendo.
Por otra parte y en simultáneo ha habido una deslegitimación de los docentes. En el caso de Uruguay, aparecen con frecuencia ubicados en los titulares de prensa como protagonistas de eventos negativos. Se insiste en su desacreditación relacionados a las medidas de lucha, como los paros, se insiste en eventos conflictivos que se suscitan en las escuelas y liceos sobre todo en los barrios más populares, etc. Todo eso ha generado un imaginario negativo sobre el colectivo docente que desmerece la labor y desestimula a padres y madres a mandar a sus hijos a los centros de estudio (hoy Uruguay tiene un gravísimo problema de ausentismo estudiantil, entre otros) y también desestimula a los jóvenes a elegir la carrera docente. En Uruguay en algunas asignaturas de educación media no tenemos profesores formados en cantidad suficiente para dar respuesta a las demandas de los territorios.
2) Celsa: usted dijo que “la educación uruguaya necesita ser repensada”, actualmente se ha repensado.
En estos últimos cinco años ha habido una propuesta de Transformación educativa por parte del gobierno que estuvo a cargo del país hasta el pasado 28 de febrero pero no tuvo en los ciclos educativos obligatorios prácticamente ningún impacto pues quedó como un mero conjunto de documentos algunos muy buenos pero meramente teóricos- Entre otras cosas que se pueden señalar, no se consideró la palabra de los docentes, se los ubicó en el lugar de meros aplicadores de una “receta” que se entregaba por parte de las autoridades. Si los docentes no se comprometen con los cambios y las transformaciones estas no sucederán pues es claro que el cambio se produce en las aulas y los pasillos de los centros educativos, no en los documentos. Yo pienso que el cambio verdadero debe empezar en la formación de los educadores. Debe trabajarse una perspectiva didáctica que esté más a tono con las características de los niños, niñas y adolescentes actuales, ofreciendo experiencias educativas que estimulen el pensamiento y la creatividad. Hay que formar docentes con esa perspectiva. También pienso que es necesario rediseñar el funcionamiento de los centros educativos, sobre todo, en educación media en la que se cambia de profesor cada cuarenta y cinco minutos lo que propende al fraccionamiento del saber pero además impide un trabajo más interdisciplinario, de investigación y de vivencia de eventos que puedan dejar huella. Por otra parte, pienso que además de los saberes curriculares deben ofrecerse propuestas de talleres que indaguen disciplinas y habilidades que los estudiantes elijan. Esto comenzó a hacerse en Uruguay pero con un paso muy lento.
3) En las escuelas ¿Tenemos una cultura de la evaluación?
Yo creo que no. Si tomamos la evaluación de aula, es decir, la evaluación que le aplicamos a cada estudiante, creo que se sigue persiguiendo únicamente la necesidad de calificar. Aún no ha permeado la idea de la evaluación como una forma de obtener información para mejorar el proceso de enseñanza del alumno y la propuesta didáctica del docente. Esto no significa que algunos docentes no lo hagan. Creo que hay un conjunto de docentes que trabajan así pero no son la mayoría.
Sigo viendo docentes preocupados por la entrega de promedios y comprendo además que el alto número de alumnos por grupo y en educación media la necesidad de trabajar en más de un centro educativo conspira, pues parece no haber tiempo para la reflexión. En cuanto a las instituciones educativas, tampoco observo que se trabaje desde la autoevaluación. También pienso que la vorágine a la que están sometidos para dar respuesta rápida a las demandas cotidianas que son múltiples, funciona como un impedimento para definir una herramienta de evaluación institucional y aplicarla con miras a la mejora.
4) Celsa: ¿Qué relación existe entre la calidad de la educación y la gestión escolar?
Bueno, eso depende del concepto de calidad que usemos. Lo que creo que puede asegurarse es que la gestión escolar es clave para la vida de docentes y estudiantes. Una institución bien gestionada es a mi juicio aquella que es llevada adelante por los equipos que tienen muy claros los objetivos que persiguen y que están disponibles para armar andariveles de funcionamiento que apoyen la concreción de esos objetivos. De alguna manera pienso que se debe partir por preguntar ¿para qué estamos todos aquí, durante este tiempo? Parece una pregunta sencilla o casi obvia pero en la respuesta está el germen del trabajo en el que todos los actores institucionales deben involucrarse. No es lo mismo ser funcionario de limpieza de una oficina que ser el de un liceo o escuela, tampoco es lo mismo ser administrativo de cualquier empresa a serlo de un centro educativo. Los aspectos administrativos y organizacionales de una gestión escolar deben estar al servicio del sentido pedagógico de la institución. Gestionar es abrir una cadena de diálogos con todos los actores para gestar compromisos donde los y las estudiantes y la acción educativa ocupan el centro, porque son los que le dan sentido a la existencia de esa institución.
5) ¿Cómo se logra una transparencia en el sistema de calificación docente? ¿Por qué es necesario estar calificando a los docentes?
En Uruguay es un tema álgido. En principio, el propio Estatuto del Funcionario Docente declara a la evaluación de desempeño docente como un derecho de todo educador. Por otra parte, es necesario señalar que la evaluación tanto la que realizan los Inspectores como la que realiza la Dirección de cada centro educativo- sumado a la asistencia y antigüedad genera un puntaje para un ordenamiento. Esas listas de docentes permiten la elección del trabajo para el próximo año, entonces esos puntajes son muy significativos en la vida del educador.
Lamentablemente, el mecanismo está muy burocratizado, por lo que no se trabaja con el desarrollo profesional del educador y la mejora de su desempeño a partir de esos puntajes. Son puntajes que además nacen de la mera observación, no se aplican otros mecanismos como existen en otros países. No se solicita ni un portfolio, ni tampoco incide el desarrollo académico del docente en esa puntuación. No hay recogida de evidencia del desempeño más que la mera observación, lo que resulta a todas luces además de peligroso y subjetivo, injusto. La “solución” es que todos tienen puntajes muy altos, lo que va en desmedro de la capacidad de mejora.
Gracias Celsa.
Perfil de Celsa Puente: Profesora en Instituto de Profesores Artigas (IPA). profesora de Literatura y exdirectora de Secundaria.
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