Hace siglos, los incas crearon un sistema de terrazas para desafiar las abruptas pendientes de los Andes y ganar terreno para la agricultura. Estas construcciones a base de escalones, existentes por ejemplo en Machu Picchu, recibieron el nombre de andenes. Se construían en las laderas y en lo alto de las montañas para poder sembrar. Ayudaban a evitar la erosión de los suelos y permitían aprovechar el agua tanto de la lluvia como del riego a través de canales que se comunicaban en sus distintos niveles. Los andenes se adaptaban así al paisaje natural y servían para aclimatar productos a la altura. Escalón a escalón, poco a poco, con paso firme, una mirada larga y mucha paciencia supieron construir este sistema. Así funciona el largo plazo cuando hablamos de inversión. Se trata de pensar no en el hoy ni en mañana, sino en el futuro.
Bienvenidos a un nuevo artículo que, una vez más, tiene como finalidad intentar seguir demostrando las ventajas de invertir pensando en el largo plazo. Como dijo Woody Allen, “Me interesa el futuro porque es el lugar donde voy a pasar el resto de mi vida”, y por eso mismo es que nos interesa planificarlo cuanto antes y no que el futuro nos tome por sorpresa. Se trata de elegir ese lugar donde queremos vivir.
Y en ese aspecto, existen dos conceptos que debemos sumar lo antes posible a nuestro accionar y son: DIVERSIFICACIÓN e INTERÉS COMPUESTO.
Comencemos por el primero. Diversificar no solo aporta una cobertura frente al riesgo como muchos creen, también se trata de una estrategia de inversión que se adapta muy bien al largo plazo por la siguiente razón: Para un inversor común el plazo mínimo ideal son 10 años o más. Y decimos que es ese período ya que es el plazo en el que los mercados bursátiles, casi siempre, han dado resultados positivos y mucho mayores que otros activos. Ademas existen casos de empresas que se crean hoy y que en unos años pueden desaparecer, ¿por qué limitarnos a invertir en un activo puntual si podemos invertir en todo el mundo? Y todo eso se logra gracias a la diversificación.
Desde una perspectiva histórica, el conjunto de la economía del planeta ha avanzado al punto de que es difícil encontrar un año en el que no haya crecido (por ej. 2009 luego de la crisis subprime).
Benjamin Graham, autor del célebre libro “El inversor inteligente”, decía que el señor mercado es un esquizofrénico en el corto plazo que recupera la cordura con el tiempo. Por eso para un inversor lo más importante debe ser MANTENERSE y no entrar y salir de manera constante, porque en un plazo corto puede pasar de todo.
La sugerencia teniendo en cuenta las palabras de Graham sería la de definir un plan de aportaciones periódicas, que consiste en invertir a largo plazo una cantidad o porcentaje fijo todos los meses en renta variable, con independencia del humor que tenga el mercado.
A largo plazo también podremos sacar provecho a la fuerza del Interés Compuesto, el otro concepto del cual debemos hacernos amigos cuanto antes pensando a futuro. Aquello que, según dicen, Einstein describió como el mayor descubrimiento matemático de todos los tiempos, es esencial en la rentabilidad del dinero. El interés compuesto puede ser interpretado como “intereses sobre intereses”, y es lo que hace que un depósito o préstamo crezca a un ritmo más rápido que mediante el interés simple, en el cual se calcula interés solo sobre la cantidad inicial. Comenzar cuanto antes un plan de inversiones con aportaciones periódicas te hará aprovechar los beneficios de este interés compuesto.
Para formar una cartera diversificada sectorial y geográficamente, que pueda marchar sola con piloto automático aprovechando del interés compuesto, y para evitar caer en las trampas cortoplacistas del Sr. Mercado, lo ideal es contar con la guía de un Asesor Financiero. Pero cuidado al momento de elegir a quien seguir cuando se habla de finanzas. Muchas veces aparecen ofertas tentadoras con enormes rentabilidades en plazos cortos que lo único que deben generar es dudas.
A veces nos preguntan ¿Qué pasará en los próximos seis meses? Nuestra respuesta es siempre la misma: No lo sabemos. No tenemos la bola de cristal y de hecho no existe. Se debe diferenciar entre las expectativas cortoplacistas y los planes a largo plazo. Muchos asesores tienen una relación con sus clientes basadas en intentar ejercer de “adivinos”. De esa manera el cliente siempre esta con una expectativa irreal y el asesor vive presionado por acertar en sus pronósticos. Si en cambio, el asesor dijera desde el principio “yo no adivino”, la relación sería más tranquila y llegaría a mejores resultados. Se trata de acompañar al cliente en todo su ciclo financiero y en la gestión de sus emociones y sesgos que muchas veces sufrirán a raíz del esquizofrénico Sr. Mercado. Pero con un adecuado plan de inversiones, el camino de la vida se transita con disfrute y tranquilidad.
Hay cosas que se consiguen con el largo plazo y no pueden apurarse si uno quiere que salgan bien. Adquirir una primera vivienda, aspirar a la Libertad Financiera o planificar un retiro por ejemplo, son cosas que sólo se podrán conseguir llevando a cabo una estrategia pensada a tal fin. Paso a paso, con paciencia, regando las plantas y dejando que se aclimaten a los distintos escenarios como lo hacían los Incas. Y al final, recogeremos los frutos.
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