Este artículo fue escrito mediante un método antagónico para pensar la IA en el aula.
Utilicé los ensayos y anoté las ideas principales por ejemplo: “¡Las notas me definen demasiado!”, luego interrogué al Chat GPT, preguntándole: “¿Cómo reemplazar la nota numérica?”. Seguidamente interrogué a Claude, pidiendo: “¿Qué espacios de descompresión propondrías para aliviar la carga horaria?”. A continuación, contrasté las respuestas de ambas IA, anotando coincidencias y divergencias. Finalmente, refiné mi propuesta de escritura. Así, la
IA actúa como espejos contrapuestos que revelan nuestras propias fortalezas y limitaciones, y nos obligan a elegir activamente.
La experiencia de solicitar a estudiantes que redactaran ensayos sobre su vida escolar se convirtió en un descubrimiento profundo. Sus palabras reflejaron tres grandes ejes: la autoestima (“No soy una nota numérica”), la sobrecarga horaria (“Las horas continuas me dejan sin tiempo para mis pasiones”) y la necesidad de diálogo (“Un círculo semanal para compartir lo que nos pasa”). Estos testimonios leídos, junto a los aportes de Terigi (2008) sobre trayectorias escolares reales, cuestionan el modelo de avance lineal y uniforme que impera en nuestros planes de estudio (Terigi, 2008).
Los alumnos describen la escuela como un espacio de aprendizaje básico, pero también como el escenario donde forjan su identidad y autoestima. Reconocen la utilidad de la matemática, la lengua o las ciencias, pero alertan que la evaluación numérica se convierte en una etiqueta que los define más de lo que los cura (Santillana, 2007). Piden, en cambio, otras vías de evaluación para valorar su esfuerzo y para que la nota deje de ser un estigma.
Otro hallazgo recurrente fue la percepción de una jornada excesiva, más del 70 % señaló sentirse agotado tras la rutina de clases teóricas y tareas en casa. El III Foro Latinoamericano de Educación de la Fundación Santillana, celebrado en mayo de 2007, se centró en la escuela secundaria y ya advertía sobre la necesidad de flexibilizar los tiempos y de intercalar prácticas activas que conecten el aula con los intereses reales de los estudiantes, desde la programación de videojuegos hasta la mecánica de motos (Santillana, 2007).
Finalmente, las voces reclamaron espacios de escucha, pequeños círculos semanales donde compartir dudas, miedos y logros. Proponen la figura de un psicopedagogo o la alternancia de roles estudiantiles para facilitar ese diálogo respetuoso.
Verdad final
Este ejercicio narrativo y antagónico, fundamentado en las palabras de los propios estudiantes y en las reflexiones de Terigi (2008), no pretende ser una receta definitiva. Es, más bien, una invitación a repensar la docencia, a escuchar con humildad y a diseñar aulas que, lejos de reducirse a calificaciones, sean laboratorios de identidad, bienestar y aprendizaje auténtico.
Referencias
– Santillana. (2007). Actas del III Foro Santillana de Educación. Editorial Santillana.
-Terigi, F. (2008). Conceptualizaciones en torno a las trayectorias escolares. Instituto Superior de Formación Docente.
– Colamedici, A. (2021). Pensamiento antagónico y creatividad. Revista WIRED.
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