El concepto de Misión Institucional se ha asociado generalmente al área del marketing corporativo y a las organizaciones con fines de lucro. Su uso en el terreno educativo es poco frecuente y hasta genera desconfianza o banalidad.
En el ámbito de las instituciones educativas la definición de la visión y la misión institucional suele ser un proceso olvidado. Muchas veces se pasa por alto porque se desconoce su importancia o se encuentran obstáculos como la resistencia, la falta de compromiso y de participación de los distintos actores institucionales.
¿Qué es la Misión Institucional? La Misión Institucional se encuadra en un plan estratégico y es la razón de ser de cada institución que pone de manifiesto su identidad. Es un propósito de carácter amplio que determina el rumbo de la organización. Para definirla se puede partir de una pregunta básica: ¿para qué existe esta institución? Sería una obviedad responder “para educar” porque esa es la razón de ser de cualquier escuela. La Misión debe ser algo distintivo que se formule en función de las necesidades que cada escuela con sus peculiaridades atiende. La Misión tiene que ver con las características esenciales de la institución y con sus prioridades.
Para definirla, se pueden formular otras preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos ser? ¿Qué hacemos y por qué lo hacemos? ¿A quiénes buscamos beneficiar? A partir de las respuestas obtenidas se puede comenzar a definir la Misión de la escuela con la participación de todos los actores. Las autoridades de cada institución son las responsables de convocar a los distintos actores institucionales y darles a ellos la participación que su rol en la institución les confiere (directivos, docentes, personal no docente, padres, alumnos).
La Misión se formula en forma de enunciado y generalmente se utiliza un verbo infinitivo para comenzar: construir, crear, brindar, cultivar, formar.
El proceso de definición de la Misión Institucional ayuda a visualizar las oportunidades y debilidades de la institución, pero definir la Misión es simplemente el punto de partida para un trayecto a recorrer. Es indispensable que ésta sea comunicada eficazmente a toda la comunidad para que sus miembros se sientan identificados y ejerzan acciones propensas a cumplirlas.
Es importante aclarar que aunque una escuela debe satisfacer las demandas de las familias a la luz de su Misión, la institución debería elaborar y definir un plan para saber a qué demandas puede responder pues no podría dar vía libre y satisfacer todas las demandas de las familias y caer en el riesgo de brindar una educación a demanda.
¿Qué ocurre cuando en una escuela no existe una Misión Institucional o, si existe, es desconocida por los miembros de esa comunidad? Para comprobar el estado de conocimiento de la Misión, bastaría, por ejemplo, con indagar a los docentes y preguntarles hacia dónde va la escuela en la que trabajan, cuál es su rol en ese proceso y cómo se plasma eso en su práctica docente.
Una escuela cuyos miembros desconocen la Misión y no saben hacia donde van (que nada tiene que ver con cumplir con una planificación anual satisfactoriamente) es una escuela que puede tener grandes dificultades para avanzar, aprender y mejorar. Es una escuela sin rumbo.
Una vez definida y compartida la Misión Institucional se deben articular estrategias y acciones cuyo fin confluya en avanzar hacia el norte propuesto. Sin una misión claramente definida, una institución carece de rumbo, porque de ella se deriva la orientación de su trayectoria.
Bibliografía
Fernández, L. Instituciones educativas. Dinámicas institucionales en situaciones
críticas. Paidós. Bs. As. 1994.
Poggi, Margarita. Cap. 7; Los proyectos institucionales: de una tarea aislada hacia una implicación colectiva en la tarea. En Apuntes y aportes para la gestión curricular, Kapeluz, Bs. As., 1995.
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