La historia de nuestros hombres que hicieron patria, es la historia de un equipo, no de un grupo acomodaticio, no se apropiaron de la historia, la construyeron participando de ella, no se quedaron en la expectativo de que pasaba, no se acomodaron a los cánones sociales. Estos hombres y mujeres se basaron en sabiduría memorial de los pueblos que los precedieron y lo hicieron entre luces y sombras, entre logros y fracasos pero con estas fases históricas debemos marcar el camino hacia un mundo mejor.
A veces se hace inseparable la leyenda popular de estos hombres, porque ella se han alimentado nuestros sueños. La figura de Martin Miguel de Güemes siempre surge y toman cuerpo si contamos la o hacemos lahitoria de Manuel Blegrano o José de San Martín.
¿Quién sabe del valor de la pertenencia e identidad nacional? ¿Quiénes la usamos?.
Siempre se escucha esta frase “país de mierda”, pero… como manifiesto mi argentinidad, haciéndome el vivo, el canchero o respetando a los valores patrios y preguntándome ¿Por qué soy argentino?¿Quéines fueron lso arentios que sintieron la patria y la quisieron grande? Debemos sentirnos orgullosos de lo que somos, de nuestras raíces, de nuestro pueblo mestizo, indígena de nuestros padres fundadores y es ahí donde surgen nuestros heróes de carne y hueso.
Martín Miguel Juan de la Mata de Güemes Montero Goyechea y la Corte (8 de febrero de 1785, ciudad de Salta – 17 de junio de 1821, Cañada de la Horqueta, provincia de Salta)
Un excepcional servidor de la patria y el más tenaz adversario que tuvieron que enfrentar los realistas, las reiteradas y sucesivas veces que intentaron invadir las provincias del noroeste argentino, siendo su Salta natal, bastión geopolítico de resistencias y guerrillas que caracterizaron una guerra gaucha de la que fue su máximo exponente militar y el caudillo carismático de la epopeya.
Martín Miguel vivió sus primeros años en un ambiente rural, ya que su padre, además de ser Tesorero de las Cajas Reales de Jujuy, En febrero de 1799, contando con solo 14 años, el joven Martín Güemes se enlistó en la 6ª Compañía del Tercer Batallón del Regimiento Fijo estacionado temporalmente en Salta dando inicio así a su carrera militar. Martín Miguel de Güemes era descendiente de Francisco de Argañaraz y Murgía, fundador de la ciudad de Jujuy, e hijo de un funcionario real que pertenecía a la clase principal de Salta.
En el mes de junio de 1806, mientras Miguel de Güemes servía como cadete en su provincia, se produce la primera invasión inglesa. Como consecuencia, el Regimiento fue llamado a defender Buenos Aires de la agresión británica. Su posición social facilita que, en 1815, sea aceptado como jefe por sus pares de la clase alta salteña, lo que le permite el acceso al núcleo que ejercía el liderazgo local.
Como Gral. Güemes, creo el Regimiento de «Los Infernales» a quienes uniformo de color rojo, tal como hasta hoy los conocemos, este alegaba que con los Infernales vencería a los falsos ángeles en aras de la libertad. “El plan defensivo de Güemes, que comprendía la formación de las milicias gaucha, rápidamente generó adversidades con los altos mandos del centralismo de Buenos Aires. Durante las luchas de la emancipación, los gauchos se integraron a una estrategia militar dirigida por el General Güemes y organizada sobre la base de la guerra de guerrillas. Esta estructura se sostenía con el esfuerzo de cualquier poblador en condiciones de tomar las armas -pastores, arrieros, labradores, artesanos-, conformando un ejército que se componía mayoritariamente de criollos y mestizos pero que también incorporó a negros esclavos” (Cfr. Bazán, 1986).
Los Infernales son sin duda uno de los regimientos más famosos en la historia de nuestra Independencia junto quizás en la provincia de Buenos Aires con los Colorados del Monte de Rosas, todos ellos exponentes cabales de la idiosincrasia gaucha, no hay representante más noble de nuestras idiosincrasias que el gaucho.Desde 1812 hasta 1821 la frontera norte del país sufrió nueve invasiones consecutivas. A las milicias de Güemes les correspondería la gloria de derrotar a las últimas seis invasiones realistas: al mando de Pezuela, en 1814; De Serna y Olañeta, en 1817; Canterac, en 1820 y, por último, nuevamente Olañeta, en 1821, donde Güemes, ganaría la última batalla después de muerto.
Güemes, con sus gauchos legendarios, cuidó hasta su expiración en la Cañada de la Horqueta, “las espaldas” de la Nación, privándose de una vida acomodada ya que pertenecía de cuna a un hogar acaudalado y con ejecutorias de hidalguía.
Como todo hombre, Güemes cometió errores; su vida estuvo impregnada de luces y sombras, grandezas, miserias, enfermedades y frustraciones propias de la condición humana y así merece ser contemplada y honrada su paso por estas tierras.
¡»Yo no pretendo ni glorias ni homenajes, yo solo trabajo por la libertad de mi Patria».
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