Los otros beneficios de invertir

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A fines de los años 60 el psicólogo Walter Mischel llevó a cabo un experimento llamado “El test del malvavisco” (The Marshmallow Test).

El mismo consistía en lo siguiente:

El estudio se hizo con 16 niños y 16 niñas de entre 3 y 5 años. Se los sentaba de a uno en una mesa, se colocaba delante de ellos un dulce y se les explicaba que podían comérselo en ese momento o esperar 15 minutos y entonces se comerían dos (¡Una rentabilidad del 100% si aguantaban 15 minutos!)

El investigador observaba desde fuera y comprobaba que algunos no tardaban ni cinco segundos en comérselo, otros intentaban no mirar, lo acercaban y lo alejaban, lo tocaban, lo olían… A los 15 minutos regresaba, y si el malvavisco seguía intacto, entonces les daba otro más y podían comerse los dos.

¿Qué resultados obtuvo?

Solo un tercio de los niños fue capaz de esperar. Los niños mayores (los de 5 años) podían demorar su gratificación por más tiempo y eso se explica en sus cerebros más maduros.

La investigación trató de identificar las habilidades cognitivas que subyacen a la fuerza de voluntad y el pensamiento a largo plazo y cómo pueden mejorarse. Para ello, el estudio continuó por 20 años más. Mischel descubrió que aquellos que se mostraron más impulsivos y no fueron capaces de esperar, tenían más baja autoestima y umbrales de frustración menores, mientras que los que habían esperado eran personas socialmente más competentes y con mayor éxito académico, también eran menos propensos a mostrarse agresivos y a mostrar una reacción exagerada si se ponían ansiosos por el rechazo social.

Años más tarde, Mischel descubrió también que, curiosamente los niños que habían sabido esperar a las dos golosinas, aparte de ser más exitosos en su lugar de trabajo, mostraban menos predisposición a la obesidad.

Sobre los niños que no pudieron esperar y obtuvieron la recompensa rápida, Mischel dijo que los hallazgos sugerían que la incapacidad para retrasar la gratificación puede tener efectos negativos potenciales bastante importantes.

Pero ¿Se puede entrenar la capacidad de demora? Mischel cree que sí, si entendemos cómo funciona nuestra mente. Es asi que postuló la existencia de un “Hot System” y un “Cool System” en el cerebro. El Hot System (o ¡vamos ya!) es emocional, simple, irreflexivo, rápido y centrado en la amígdala. Se desarrolla temprano en el niño y se incrementa con el estrés. El Cool System (reflexión), por otro lado, es más cognitivo que emocional, complejo, reflexivo, lento y centrado en los lóbulos frontales y el hipocampo. Se desarrolla más tarde en el niño y se debilita por el estrés. En el Hot System, el estímulo nos controla; en el Cool System, nosotros controlamos el estímulo.

De alguna forma, las personas tenemos la capacidad de “enfriar” nuestro deseo representándolo en términos distintos y abstractos. Por ejemplo, en el caso del malvavisco, en vez de pensar en él como algo delicioso y masticable, podríamos imaginarlo como una cosa redonda y blanca como una bola de algodón, no como algo comestible. Una niña pequeña logró retrasar la tentación al fingir que estaba mirando un cuadro de un malvavisco, poniéndole un marco alrededor del dulce en su cabeza, y hasta representaba el cuadro con sus dedos. Se dijo a sí misma: «No se puede comer una foto», explicó.

Por otro lado, se pudo comprobar que las niñas manejaban mejor la tentación que los niños.

Ahorrar e invertir implica dejar de consumir en el presente para poder consumir más en el futuro. Y como se desprende del estudio de Mischel, los beneficios de postergar el consumo actual no tienen que ver solamente con lo económico o financiero, los resultados del experimento a lo largo de los años mostraron que el “autocontrol” contribuye a la capacidad de superar obstáculos y adversidades, adaptándonos a las circunstancias adversas con un enfoque positivo…y eso se llama Resiliencia. Una habilidad de gran valor para la vida que se puede inculcar desde la infancia trabajando la capacidad de frustración, la autoestima y los recursos emocionales de los niños. Ayudar a los niños a establecer objetivos, que estén visibles, que sean alcanzables en un tiempo prudencial para que no se desmotiven, enseñándoles las distintas maneras en que pueden canalizar sus ahorros, todo ello contribuirá a generar ese autocontrol que es tan importante. Y lejos de lo que parece a priori, volverá a los niños menos consumistas.

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Momentum Finanzas es una Consultora en materia financiera que nació con la finalidad de promover la Educación Financiera y ayudar al público desde los más chiquitos hasta los más grandes a mejorar la relación con el dinero. La educación financiera es una habilidad básica para participar en la sociedad moderna. La educación financiera ayuda a las personas a relacionarse con su dinero entendiéndolo como parte vital de cualquier proyecto porque, antes de invertir, hay que saber para qué se invierte. Si la educación financiera se encara en edades tempranas los conceptos se interiorizan y entienden mejor para poder ponerlos en práctica en el futuro. Todo el tiempo tomamos decisiones ligadas al dinero: ¿alquilo o compro? ¿Pago en cuotas o de contado? ¿Saco un préstamo a mis papas o utilizo mis ahorros para gastar en el jueguito que me gusta? ¿Hago un plazo fijo o compro dólares? Y estas decisiones serán más beneficiosas cuanto mejor estemos formados en materia financiera. Nuestra misión es acercar las Finanzas a todos con un mensaje simple que busque derribar los mitos de que para invertir hay que tener mucho dinero, tiempo y conocimiento. Desde nuestras notas ayudamos a transitar el camino de ahorrista a inversor y a inculcar los buenos hábitos financieros desde el mismo momento en que el niño comprende que toda acción tiene una consecuencia.

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