¿Quiénes somos cuando miramos nuestro pasado histórico? ¿Qué diferencia hay entre ser protagonista o testigo simple de nuestra memoria histórica? ¿Es posible transformar el trauma que dejaron las dictaduras de Banzer 1971 en Bolivia, Pinochet 1973 en Chile o en 1976 en Argentina en memoria viva y cultural? Podríamos agregar y responder que esa memoria tiene que ser ética y con un juicio axiológico pleno, que sustente y lleve implícita una visión de cambio que nos involucre a todos, puesto que si no es así estaremos dando puntadas sin hilos al fracaso.
La Seguridad Nacional se consolidó como categoría política durante la Guerra Fría, especialmente en las zonas de influencia de Estados Unidos y, por ende, su patrio de atrás: América Latina. Ella mantuvo al mundo divido en dos sectores: los buenos y capitalistas; y los malos y comunistas.
Surgida en la década de 1960, influyó en toda Sudamérica, produciendo permanentes violaciones de los Derechos Humanos por donde se concretó la estrategia impuesta a sangre y fuego contra el peligro rojo, es decir, el comunismo.
Los años sesenta trajeron, para el mundo, grandes cambios y fuertes movimientos sociales, muchos de ellos protagonizados por un sector de la sociedad que estaba marginado: los jóvenes. Estos movimientos tuvieron la característica de ser revolucionarios o por lo menos intentar serlo.
En 1959, las fuerzas revolucionarias encabezadas por Fidel Castro y el Che Guevara entraron con la victoria en sus manos en La Habana, poniendo fin a la dictadura de Batista y dejando a los Estados Unidos sin representantes en su patio trasero. Por lo tanto se implantó en América el primer Gobierno socialista.
Esta nueva idea de Gobierno trajo en la época de la Guerra Fría dos asuntos que afectarían a todo el continente. La primera idea es de presentar y hacer mella triunfante en los sectores juveniles y la otra la preocupación de Estados Unidos por los destinos de su política internacional, pues la Revolución Cubana vino a complicar aún más la situación en la medida en que acentuó la paranoia de las burguesías nacionales comprometidas con el modelo capitalista.
Esta idea de combatir el comunismo fue introducida en las Academias Militares de América Latina en la década del sesenta y setena pero también fue impuesta en Argelia o Vietnam, entre otros Estados.
Las FF.AA. se convirtieron en la encarnación del Estado, la Soberanía y de la Patria misma con el único pretexto de ejercer una política represiva en detrimento de los habitantes y derecho de los países en que se actuaba.
Intervenían como árbitros de todos los conflictos, desde los económicos hasta los sociales y sus jefes militares eran los artífices de imponer y mantener “el orden”.
En todas estas dictaduras de la época estaba la mano de esta doctrina, con un léxico que acompañó durante la mitad del siglo XX la noción del “enemigo interno” encarnado generalmente en los rebeldes de izquierda o simplemente en las expresiones contestatarias a estos regímenes militares.
Esta característica de enemigo interno iba desembocando en la ingobernabilidad democrática, incapacidades ejecutivas de los gobiernos elegidos popularmente, democracias condicionadas y, a partir de mediados de los setenta, la irrupción de la tortura, las desapariciones forzadas de personas, las ejecuciones sumarias y la censura.
La seguridad interna en la región tomó ribetes de represión brutal, muchas veces mediada por grupos civiles que se convertían en grupos serviles a Estados Unidos de Norteamérica, dejando de lado el bien común de todo un país. Otras características de esta época son la violencia:
Económica: capital extranjero en detrimento de las industrias nacionales, cipayismo financiero barato.
Social: castigo a todo tipo de manifestación en pos de respeto por derechos fundamentales explicitados en las respectivas constituciones nacionales.
Política: desatada por los sectores civiles de poder, manifestado en una profunda crisis de valores democráticos.
En el caso de Argentina, en 1976 fue implantada la violencia y fueron renovados los métodos antidemocráticos por los jefes de las tres fuerzas militares que llevaban en su seno. Por lo tanto la doctrina de la Seguridad Nacional fue el marco y el soporte ideológico del desarrollo concreto del plan represivo impuesto por el coloso del norte, Estados Unidos de Norteamérica, paladín de la libertad de los derechos propios pero no los ajenos.
Si la existencia de personas secuestradas desaparecidas se origina en una política desde el Estado, lo que llamamos Terrorismo de Estado, sus consecuencias no solo afectan a las víctimas y a sus familiares y amigos; sino que afectan al conjunto de la sociedad y requiere, en consecuencia, una respuesta, una elaboración y meditación social, pública y política.
En definitiva, las experiencias que en muchos casos mantienen vivo el dolor irreparable de las ausencias, nos demostraron que la característica principal ha sido la fragilidad de los sistemas democráticos como el caso de Chile, Bolivia, Paraguay o Argentina ante las imposiciones “democráticas” de Estados Unidos.
Las sociedades que no son capaces de enfrentar y hacer justicia a los responsables de las tragedias que han padecido, suelen reeditarlas y en Argentina tenemos ejemplos que sobran desde 1955 hasta 1983.
Así lo manifestó la comisión de madres y familiares de los detenidos-desaparecidos alemanes en la argentina al Sr. Presidente de la República Alemana, Dr. Richard Von Weizcäcker, en su visita al país en el mes de mayo de 1987, cuando le manifestaron: ” …señor presidente, algunas madres y familiares de este grupo sufrieron la desaparición de sus seres queridos durante el régimen nazi en Alemania, muchos años después volvieron perder a sus seres queridos en la Argentina. Por eso aterra la repetición…”.
El pasado vivido debe servir de experiencia para que no vuelvan a repetirse los mismos episodios, por eso adhiero a las palabras del fiscal Julio César Strassera cuando terminó el juicio a las juntas militares en Argentina diciendo: “Señores Jueces, Nunca Más”.
Fuentes.
- SOSA RICHTER, Rubén. Función y Violación de los Derechos Humanos en la postguerra (El Caso Argentina). Fondo Editorial de Derecho y Economía.
- CARABALLO Liliana, CHARDIER Noemí y GARULLI Liana. La Dictadura (1976-1983). Testimonios y Documentos. Oficina de Publicaciones. Ciclo Básico Común. Buenos Aires. 1998. Pág. 30-34
Publicado en Papel de periódico
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