“El acontecimiento más importante en el siglo XIX es la creación de una economía global, que penetró de forma progresiva en los rincones más remotos del mundo, con un tejido cada vez más denso de transacciones económicas, comunicaciones y movimiento de productos, dinero y seres humanos, que vinculaba a los países desarrollados entre sí y con el mundo desarrollado. De no haber sido por estos condicionamientos, no habría existido una razón especial por la cual, los estados europeos hubieran demostrado interés por la cuenca del Congo” (Hobsbawm – La era del Imperio)
CONTEXTO DE SURGIMIENTO Y CAUSAS
El imperialismo fue un período caracterizado por el auge del capitalismo, especialmente tras la Segunda Revolución Industrial, junto con el resurgimiento del nacionalismo como respuesta a un liberalismo dominante que limitaba la autoridad del Estado sólo a cuestiones ajenas a la economía.
Entre 1880 y 1914, muchas potencias mundiales adoptaron el título de emperadores para sus gobernantes, lo que simbolizaba su supremacía económica y militar sobre el resto del mundo. Este modo de dominación adoptó según los diferentes casos, la tipología formal e informal, teniendo en cuenta los distintos niveles de penetración. En el caso del primero de ellos, incluía la intervención en la política interna del país así como también rasgos económicos y culturales, en cambio en el caso del imperialismo informal, se inclinaba a una dominación de tipo económica y cultural.
Las causas de este fenómeno fueron sin dudas, múltiples, según la interpretación de Eric Hobsbawm, existen dos posturas principales que explican la relación entre el imperialismo y el capitalismo. La postura marxista, encabezada por Lenin, sostiene que el imperialismo es la fase superior del capitalismo, en la que el mundo queda dividido entre grandes capitalistas. Esta teoría fue adoptada luego por los revolucionarios de 1917, quienes vieron en el imperialismo una de las causas de su lucha.
La postura opuesta se aleja de lo económico y se centra en aspectos psicológicos, ideológicos, culturales y políticos. Estas ideas se apoyan en conceptos como el darwinismo social y la creencia en la superioridad racial. Un ejemplo es la obra The Expansion of England (1882), donde Lord Rosebery afirmaba:¿Qué es un imperio sino el predominio de
una raza? . Además, Rosebery sostenía que los anglosajones tenían la responsabilidad de moldear el mundo según sus valores, una noción compartida también por la burguesía de la época. Esta idea de superioridad racial occidental incluso unió a diferentes clases sociales, mientras las iglesias desempeñan el papel de convertir a los infieles, consolidando así una dominación múltiple.
El punto de conjunción entre ambas posturas fue la necesidad de buscar nuevos mercados, para resolver el problema de la sobreproducción, lo que en consecuencia impulsará una carrera entre las potencias para dividir el mundo en espacios coloniales que aumentaban el status del país metrópoli no sólo en cuanto a la cantidad de las colonias, sino utilizando el justificativo de “civilizadores” en el escenario internacional En el caso de las colonias formales, el control de la metrópoli iba más allá del dominio económico. Por otro lado, en los territorios donde se practicaba un colonialismo informal o semiformal, surgieron grupos de terratenientes que acumularon poder y difundieron la doctrina imperialista dentro de sus fronteras. La organización social, a su vez, dependía del tipo de dominación presente. Por ejemplo, en las economías de enclave, se desarrolló una sociedad profundamente fracturada entre grandes propietarios y la masa de trabajadores.
CASOS DE IMPERIALISMO. IMPERIALISMO EN ÁFRICA.
“Aquí el sentido de posesión ha dejado paso a un sentimiento diferente: el sentido de la obligación: sentimos ahora que nuestro dominio sobre estos territorios puede ser justificado sólo si logramos felicidad y prosperidad para el pueblo, y sostengo que nuestro gobierno trae y ha traído seguridad, paz y relativa prosperidad a países que nunca conocieron antes estos beneficios” Joseph Chamberlain en la cena anual del Instituto Real de Colonias (1897) La situación del continente africano antes de la intromisión de las potencias europeas era compleja. La multiplicidad de pueblos, la presencia del nomadismo y la ausencia de fronteras evidenciaban el mosaico de culturas y la diversidad existente en la región.
La dominación europea fue extensa y prolongada en el tiempo. De hecho, podemos distinguir dos etapas con diferentes formas de dominio. En la primera (desde el siglo XV hasta principios del siglo XIX), las potencias europeas, con primacía de Gran Bretaña y Francia, se asentaron en las costas, fomentando el comercio de esclavos. Este proceso estuvo acompañado por una ideología racista que, como mencionamos previamente, se basaba en la idea de superioridad racial, lo que resultaba en la negación de los derechos humanos para estos grupos poblacionales. Gran Bretaña y Francia se concentraron especialmente en la zona norte del continente, debido a su cercanía con las rutas comerciales, algo que se intensificó con la inversión en la construcción del Canal de Suez.
La segunda etapa comenzó con la "Conferencia de Berlín", convocada tras el avance de Leopoldo II (francés) en la colonización del Congo. Ante los múltiples intereses en conflicto, Otto von Bismarck, canciller alemán, decidió intervenir. En dicha conferencia se reunieron los líderes de las potencias interesadas en África: Gran Bretaña, Austria-Hungría, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, Rusia, España, Suecia, Noruega, Turquía y Estados Unidos. Sin embargo, ninguno de los participantes representaba a los pueblos africanos.
Si bien se debatieron diversos temas y se alcanzaron algunos acuerdos, ninguno de ellos abordó el reparto formal del continente. No obstante, se establecieron compromisos sobre las relaciones internacionales, que más tarde serían usados como justificación para la partición territorial, como por ejemplo la libre navegación de ciertos ríos y el reconocimiento del asentamiento de Leopoldo II y su compañía internacional.
Así, África quedó bajo la dominación de los estados colonialistas y capitalistas, que, bajo la promesa de generar una apertura comercial y llevar el progreso y la civilización a las naciones africanas, emplearon medidas coercitivas y se apropiaron de los recursos para lograr sus objetivos.
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