En Argentina han pasado exactamente más de 30 años de la recuperación de la democracia, treinta años ininterrumpidos de un sistema político muy vapuleado por los golpes militares que, cual plaga bíblica, azotaron a Argentina desde 1930 hasta 1983.
Este hecho histórico importante tiene un nombre Raul Alfonsín, “padre de la democracia argentina” y un gran escudero, el pueblo argentino.
Raul Alfonsín no era solo un hombre de bien, fue el que nos hizo volver a vivir la democracia. No fue el creador de la democracia, pero este hombre tiene mérito de sobra para ser considerado unos de los próceres del siglo XX. De los que deben estar en el Olimpo argentino de los hombres insignes de la construcción actual de nuestra democracia.
La democracia se construye colectivamente, no es tarea de un partido político o gobierno de turno, es un bien colectivo; por lo tanto no está solo al cuidado de un gobierno, este debe fomentar el cuidado y valor de ella.
Es la enseñanza que todos dejamos al estado para beneficio de las futuras generaciones por eso se construye. No es el maná venido del cielo. Por lo tanto no debemos renunciar nunca a vivir en Democracia. En Argentina países adolescentes si los hay, sabemos lo que es vivir sin democracia, sin libertades por eso debemos reivindicar estas fechas y a los hombres que hicieron posible que hoy vivamos en paz, libertad. La democracia es el más imperfecto de los sistemas políticos de gobierno y de armonía social que pueden regir a una sociedad próspera. Pero es el único que puede garantizar uno y otra. El único.
Este sistema político se logra más allá de toda bandera política partidaria. Es un contrato social que hacemos los que vivimos en una comunidad organizada y que delegamos funciones a un gobierno.
Los griegos definían a la democracia con un sentido político más que filosófico y decían que era “la doctrina favorable a la intervención del pueblo en el gobierno y al mejoramiento de la condición del pueblo”.
La historia política nos revela que es imposible la democracia sin la participación de los ciudadanos comprometidos porque con la democracia plena se aprende a pensar, a participar, a debatir, a indicar que el que piensa distinto no es el enemigo y que por tal motivo no tengo que proscribirlo, eliminarlo, hacerlo desaparecer o censurarlo. Todos hechos acaecidos en argentina cuando irrumpía algún golpe militar.
La democracia garantiza la participación, promueve el consenso y el diálogo, protege el pluralismo y la tolerancia, además de proporcionar las bases de la igualdad, libertad, justicia y estabilidad requeridas por toda sociedad democrática.
Las elecciones del 30 de octubre de 1983 fueron un momento esperado con muchas ansias por infinidad de personas, y por eso mismo son un momento muy recordado por quienes emitieron su voto tras casi ocho años de represión y penurias a causa del golpe de estado de 1976.
Los temas más candentes al asumir el gobierno democrático de Raúl Alfonsín en diciembre de 1983 fueron el de las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar. A raíz de esto se enjuició a la antigua Junta militar (Videla, Massera y Agosti) y el de la situación conductual de los militares en un nuevo contexto democrático, bajo la plena vigencia de la Constitución Nacional Argentina.
Raul Alfonsín sintetizó el anhelo democrático de las mayorías y cumplió con el juicio a los miembros de la Junta Militar, pero no pudo avanzar en otras tareas que forman parte de la democracia como la inclusión social y la desarticulación del modelo neoliberal implantado por la dictadura. Además, se aprobó un tratado para resolver una disputa fronteriza con Chile por tres islas del canal de Beagle.
Pero su presidencia fue asediada por los grandes grupos económicos y, en el límite, declaró la “economía de guerra“. Al mismo tiempo soportó las sublevaciones de los militares ‘carapintadas’ que lo llevaron a imponer las leyes de obediencia debida y punto final, provocando un retroceso en materia de derechos humanos.
El camino democrático en Argentina no era sencillo en los inicios del año 1983, no lo es aún hoy, pero en estos tiempos de políticos que miran más la imagen que las ideas, los números de encuestas más que las necesidades de las personas, hay que destacar la autenticidad de Raúl como líder, estadista, como ciudadano y como hombre.
La instalación de la democracia desde diciembre de 1983 es un tema de interés, en tanto nos enfrentó a problemas, polémicas y desafíos que aún continúan vigentes. Si todos pudiéramos comprender lo que significo Raul Alfonsín en los años previos al golpe y durante el mismo, estaremos colaborando con una mejor calidad de las instituciones.
Él fue el forjador de una tarea monumental para revitalizar y consolidar las instituciones democráticas, a pesar de los embates de los egoístas de siempre, que miran su propio ombligo tanto en lo social como en lo político y económico.
La tarea de un nuevo camino democrático lo inicio el Gobierno de un hombre con verdadero sentido republicano, que también era un patriota, y que estaba comprometido con sus ideales. Se animó a iniciar la recuperación de la Patria con un hecho sin precedentes en América Latina: el Juicio a las Juntas Militares.
Por todo ello, Raúl Ricardo Alfonsín es el hombre democrático. El mejor de los recuerdos de mi evocación para todos aquellos que día a día construyen un país mejor, que merezca ser vivido por todos y cada uno de los argentinos por que como decía Don Raúl “ con la democracia se come, educa y cura”.
Publicado en Papel de periódico
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