Escritura con máquinas, enfoques lúdicos, y democratización en la escritura institucionalizada

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El siguiente texto fue escrito por: Matías Buonfrate y Yamila Goldenstein Jalif para la revista Educativa El Arcón de Clio.

La pandemia implicó esfuerzos sin precedentes para quienes trabajamos en educación y también para estudiantes que acceden al nivel universitario. Mientras nos aproximamos al reinicio de la actividad educativa, en un contexto de pandemia y post pandemia, nos preguntamos qué aprendizajes y experimentos de la distancia y la digitalización pueden incorporarse para facilitar la gestión del lenguaje y la formación en escritura académica. Como sabemos, las diferencias en el acceso a la educación son muchas y variadas y existe la posibilidad de que se profundicen.

Como docentes empleamos herramientas de escritura “académica” que no nos han enseñado a utilizar en niveles educativos previos. Contamos con la ventaja de la experiencia y a menudo no la compartimos. Utilizamos estrategias de citado, copie y pegue, escritura colaborativa, y hacemos uso del plagio intencional. Vale mencionar cuando imitamos la estructura de un paper “validado académicamente” para reescribir el propio, y acudimos a las citas en nuestros escritos procurando dar legitimidad a partir de la letra de expertos. O cuando utilizamos herramientas como el Google Académico para facilitar la búsqueda y el citado de autores, o utilizamos el corrector de los procesadores de textos, traductores, contadores de palabras, combinación de documentos, búsquedas temáticas, recursos como Ednote o Mendeley, entre otros. En cada uno de estos usos apelamos a un saber que generalmente se adquiere luego de algunos años en la universidad o en ámbitos académicos y más bien en los trabajos técnicos que realizamos. La pregunta entonces es: ¿por qué no compartir estos saberes con nuestros estudiantes desde el comienzo de su formación?; ¿Por qué no dotar a los estudiantes menos aventajados de herramientas que aceleren su inmersión en el nivel superior?

En ese contexto, pensar la enseñanza de la escritura nos lleva a reflexionar sobre cuántas modalidades y herramientas dejamos sin uso y ocultamos en desmedro de una socialización de ciertos saberes. El objetivo es simple: reducir la distancia entre estudiantes y facilitar la adopción de prácticas de la academia de modos que consideramos “no académicos”. Es preciso pensar también en otras vías de entrada a las habilidades de lectura y escritura necesarias para la vida universitaria.

¿Puede enseñarse a escribir acortando la distinción social? ¿De qué manera? ¿La tecnología a disposición es una ayuda o sólo aporta nuevas dificultades a este proceso?

Los estudios de la Sociología de la cultura han corroborado que a las desigualdades sociales y económicas de origen, se suman las culturales. No solo se hereda el capital económico, sino el capital cultural. Si en el hogar de un sujeto hubo bibliotecas y libros, si en la familia de crianza hubieron lectores o acceso a la lectura, las y los estudiantes corren con ventajas culturales que tendrán efectos en sus trayectorias escolares presentes y futuras. Pierre Bourdieu denomina a estas ventajas, “capital cultural” (1), el cual se configura en tres estados. En primer lugar, consiste en la transmisión y acumulación de experiencias, valores, disposiciones, saberes y actitudes (estado incorporado); en segundo término, en la posesión de bienes culturales tangibles, tales como libros, pinturas, esculturas, etc. (estado objetivado), y tercero, en una constancia avalada por instituciones legitimadoras (estado institucionalizado), en la forma de un reconocimiento oficial al capital cultural poseído por cierto agente. Reconocimiento que se plasma en un diploma escolar que permite además comparar a sus poseedores; permite también establecer tasas de convertibilidad entre el capital cultural y el capital económico, garantizando el valor en dinero de un determinado capital cultural.(2)

En este sentido, y teniendo en cuenta las desiguales oportunidades de acceso a la lectura y escritura que han tenido nuestros estudiantes, quienes trabajamos en el diseño y dictado de cursos de ingreso para estudios superiores, podemos plantearnos al menos como ejercicio intelectual, la puesta en discusión de nuevas estrategias que incorporen herramientas que aún no han sido exploradas ni recorridas en estos ámbitos. Esto no se trata solo de proponer tecnologías novedosas. Sino también de reflexionar sobre la propia práctica de escritura, para poner al alcance de los y las estudiantes herramientas cotidianas que damos por supuestas y que se ocultan sin querer.

En el siguiente texto recorreremos algunas técnicas dadas por supuestas y otras que parecen innovadoras, aunque tengan décadas de existencia. Analizaremos brevemente el escenario de la escritura con máquinas, el uso del plagio y la copia, la aproximación lúdica a las limitaciones creativas y las posibilidades de la colaboración y la escritura con otras personas.

Escribir con máquinas
Para comenzar, debemos tomar en cuenta que la escritura es con máquinas. Desde el momento en que utilizamos procesadores de texto (independientes o insertados en otros programas, como casillas de mail o aplicaciones de celular) estamos en el entorno de las posibilidades de la escritura digital. En el entorno académico ya pocos estudiantes presentan exámenes en papel. Esto será más extraño luego de la pandemia. Las computadoras son la herramienta de escritura del presente, por lo que sería deseable reconocer las posibilidades que brindan, para utilizarlas con destreza y compartir estos conocimientos y sus ventajas.

Ya no escribimos sin ordenadores. Esto no implica hacer literatura “digital”, que expande lo literario al emplear los recursos de la informática. Todo escrito nace digital o es digitalizado en el proceso de su divulgación (inclusive la impresión depende de una digitalización previa).

Escribir con máquinas nos permite hacer uso de la información almacenada en “la nube” y ejercitar de un modo disruptivo la escritura. Esto no es algo simple. Los modos de deslizarse por los datos disponibles en internet ponen en marcha nuestro propio acervo cultural. Así discernimos la información relevante y correcta entre la vastedad de los grandes volúmenes de datos y criterios de tamización de información sobre los resultados que emergen en los buscadores web a la caza de personas incautas. Quienes tenemos trayectorias educativas extensas, linkeamos algunas palabras clave que nos conducen a una búsqueda más fructífera en la web. Sujetos que no tienen las ventajas de un camino de investigación previamente transitado, deben poder hacer uso de una socialización inteligente del capital cultural almacenado. Una propuesta que busque irrumpir en los caminos de la institucionalidad escolar y democratizar las estrategias de escritura debe considerar estas aptitudes.

La escritura literaria y la copia intencional
Goldsmith (2015) relata su experiencia en cursos universitarios donde propone el ejercicio de la escritura no creativa, haciendo uso de la transcripción, del “patchwriting, esa práctica de reunir los fragmentos de las palabras de otros para generar una obra con un tono cohesionado”(3), proponiendo a sus estudiantes realizar un camino inverso para la creación “Copiamos documentos y transcribimos fragmentos de audio. Hacemos cambios pequeños a páginas de Wikipedia (cambiando uno por uno o insertando un espacio extra entre palabras)”.
¿Podemos utilizar estos ejercicios en nuestras clases? Los escritores que ejercitan la escritura no creativa sostienen que como en cualquier forma de arte, hay un aprendizaje en la copia. Recordemos que como estudiantes aprendimos leyendo textos, papers, y escribimos los primeros trabajos imitando aquellos que nos ofrecieron de lectura en la cátedra. Utilizamos las palabras de los autores trabajados, conceptos sin los cuales seguramente no hubiéramos aprobado el curso. Goldsmith (2015) sostiene que “Si se trata simplemente de cortar y pegar la totalidad de Internet en un documento de Word, entonces lo importante es lo que tú, autor, elijas. El éxito se encuentra en saber qué incluir y, más importante todavía, qué excluir” (4)
Una pregunta simple: ¿cómo se puede aprender a escribir mejor en una semana? no es tan fácil de negar como pareciera. En el copiado, en esa fatiga del copiado, en la relectura, en la transcripción palabra por palabra, se aprende el oficio, el detalle, y una vez recorrido este camino, nace la mejora. “Lo que hay en el copiado es el aprendizaje del vocabulario, la estructura gramatical, el armado de la historia, los recursos”. (5)
A modo de autocrítica, las y los profesores seguimos sancionando trabajos que juzgamos similares, y nos manejamos con desconfianza como en épocas del parcial domiciliario (en papel), cuando nuestros estudiantes buscaban en los textos la información, se consultaban entre ellos pero ello llevaba a una mayor lectura y relectura. Sancionamos la copia, pero no enseñamos el buen uso del plagio intencional, de la cita académica, el uso del potencial del conocimiento almacenado en la Big data, ni hemos explotado la potencialidad del trabajo con pares en la producción de textos, y co- evaluación.

Divertirse con las limitaciones lingüísticas
La escritura tiene una faceta lúdica que también puede fomentarse como modo de aproximación.
Oulipo, corriente francesa de literatura potencial (Ouvroir de Littérature Potentielle), exploró las limitaciones y potencialidades del lenguaje vinculándolo con aspectos de las matemáticas como los algoritmos y la combinatoria (6) Hicieron del uso de restricciones un método para enfrentar la hoja en blanco, no desde la ampliación de posibilidades sino desde la creación de reglas y estructuras para su limitación; por ejemplo, el uso u omisión intencional de alguna letra.
¿Podríamos hacer un uso lúdico de las estrategias oulipianas? En el caso en el que algunos de los errores gramaticales de estudiantes universitarios se centran en la omisión de ciertas letras, el ejercicio de escritura con omisión intencional podía resultar cognitivamente desafiante. Un ejercicio posible como utilizar u omitir una letra en la escritura de un texto, supondría manipular las omisiones conscientemente. Teniendo en cuenta además que lectura y escritura, y matemática son, por lo general, dos de los talleres de ingreso en muchas universidades, combinar la escritura con las matemáticas imponiendo desafíos lógicos al lenguaje puede resultar un ejercicio que potencie la dimensión imaginativa de ambas disciplinas.

Escribir con otros
Por último, la escritura colaborativa y las herramientas que enriquecen y propician el aprendizaje con otros.
Las y los estudiantes interactúan y colaboran en chats y redes sociales de modo compartido para transitar sus estudios. Es una táctica común e intuitiva empleada para sortear obstáculos administrativos, realizar los trabajos y enfrentar los requerimientos académicos; en especial útil para quienes son la primera generación de su familia en acceder al nivel educativo universitario. ¿Por qué no potenciar estas estrategias ofreciendo recursos para la escritura colectiva y colaborativa? ¿Es admisible potenciar desde la enseñanza el uso y manejo de redes sociales, sus características, y requerimientos de escritura? Conocer y ensayar la cantidad de caracteres de un tweet, la etiqueta de reddit y otros foros o la interacción en un documento de Google Drive son prácticas que habilitan el acceso a la información como así también la gestión de vínculos directos con docentes, investigadores y organizaciones.

A modo de cierre
La propuesta es repensar los programas y estrategias de enseñanza, en pos de potenciar tempranamente el acceso de nuestros estudiantes a las herramientas que utilizamos quienes transitamos el espacio académico. Creemos y proponemos la necesidad de encarar seriamente en la época de pandemia y post pandemia una nueva democratización del saber, acercando a todas y todos nuevas herramientas para escribir por fuera de los caminos que transitamos comúnmente. Propiciar la participación de nuestros estudiantes en una experiencia rica, lúdica, estimulante, y desafiante a nivel cognitivo pero a la vez económica en el esfuerzo de contar con las mismas herramientas a las que han accedido previamente otros estudiantes y docentes en los trayectos previos y en el ejercicio de la educación superior.

Referencias Bibliográficas:

  1. Bourdieu, P. (1987). Los tres estados del capital cultural. sociológica, 2(5), 11-17.
  2.  Abarca, J. E. O. (2018). El concepto de capital cultural como categoría de análisis de la producción cultural. Análisis: revista colombiana de humanidades, (93), 337-353.
  3.  Goldsmith, K. (2015). Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital. Buenos Aires: Caja Negra.
  4.  Goldsmith, K. (2015). Op. cit.
  5. Matías Bounfrate (2020) “¿Se puede aprender a escribir mejor en una semana?”
  6. Iraola Laura Moreno. 30-3-2017. La literatura matemática de Oulipo. Café y Teoremas.  Diario El país.

 

Perfil de los autores.

Matías Buonfrate es escritor, Lic. en Comunicación Social (UBA) y magíster en Escritura Creativa (Universidad de Sevilla). Diseña narrativa y estrategia de contenidos de videojuegos. Es editor en Neural, editorial 100% digital. Investiga la relación entre literatura y computación. En 2017 participó de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires con la novela corta Constantino, pronta a publicarse por Indómita Luz. En redes es @poeciborg. Integrante del colectivo UxU_müll.

Yamila Goldenstein  es  Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) y Profesora para el nivel secundario y superior (UDESA). Candidata a magister por la Maestría en Administración Pública (FCE- UBA). Es docente e investigadora de la Universidad Nacional de José C. Paz, y asesora de los talleres de Lectura y Escritura para el Ingreso Universitario. Es Profesora de Evaluación de los Aprendizajes en la Especialización en Ciencias de la Universidad de San Andrés. Desde el año 2005 se desempeña como miembro del equipo de investigaciones sobre educación secundaria del Ministerio de Educación de la CABA. Es autora de artículos y publicaciones académicas vinculados a su trayectoria laboral en investigación y gestión de políticas educativas.  En Twitter es @yamilagold

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