El mundo después de la Cumbre de Madrid: Rusia la amenaza existencial

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Madrid se convirtió, a finales de junio, en la sede de una de las cumbres que quedarán marcadas en la historia como uno de los encuentros más importantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, frente a una amenaza estructural y existencial para el mundo entero. La OTAN, creada en 1949 en medio de la Guerra Fría, es una alianza político militar que establece, por un lado, reuniones periódicas entre los representantes de los Estados Miembros y, por otro lado, elabora un documento fundamental para la seguridad euroatlántica y los principales aspectos geopolíticos de la misma.

Este documento, denominado como Concepto Estratégico, representa el consenso, las discusiones y los contrapuntos que puedan generarse en estas cumbres e identifica, para los años siguientes, cuáles son las amenazas existentes para la seguridad de los países miembros entre los que se encuentran los países de la Unión Europea, pasando por Turquía, Estados Unidos o Canadá o los Aliados Extra-OTAN como Colombia o Brasil. Hablar de seguridad euroatlántica implica reconocer que la seguridad no es competencia única de un solo Estado y que, frente a un sistema interdependiente y acechado por amenazas globales, la cooperación y coordinación se tornan imprescindibles.

            Si bien en el 2021 la OTAN había anunciado que en el 2022 se conformaría un nuevo Concepto Estratégico, la invasión rusa en Ucrania y la inestabilidad generada en el abastecimiento de energía y alimentos, que está golpeando fuertemente a Europa y África, han empujado al mundo entero a una profundización de las crisis económicas y un alza generalizada en los precios que está amenazando la estabilidad de las democracias occidentales. A partir de la Cumbre en Madrid, el nuevo Concepto Estratégico se ha alejado de la cooperación y mesura, características fundamentales desde 1949, para responder a la agresión rusa: para la OTAN, “Rusia es hoy la amenaza más directa y significativa para la seguridad, la paz y la estabilidad euroatlántica” dejando de lado, y casi que descartando, el concepto definido en el año 2010 que hablaba de la necesidad de cooperar con Rusia para “crear un espacio común de paz, estabilidad y seguridad”.

            En los últimos doce años la relación entre Rusia y la OTAN se ha visto seriamente perjudicada por las acciones impulsadas desde Moscú y fundamentadas en un revisionismo histórico compuesto por mixturas: la ilegal anexión de Crimea, en 2014, fue el inicio de una contienda en el Este de Ucrania, donde los entonces líderes europeos no han sabido, no han querido o no han podido limitar. Para que se entienda la magnitud de la guerra en el Este de Ucrania: desde allí se exportan, según estimaciones, cereales para más de 400 millones de personas alrededor del mundo. Tras las retenciones y el bloqueo ruso, especialmente la salida a los mares, esas 400 millones de personas se encuentran en riesgo de entrar en un temerario ciclo de hambrunas y desplazamientos forzados.

            La Federación de Rusia, excluyendo al pueblo ruso que también padece las campañas bélicas de su presidente Vladimir Putin, es una amenaza para la seguridad porque, además de sostener los medios convencionales de guerra como el bombardeo a las ciudades ucranianas, continúa sosteniendo y perfeccionando las dimensiones híbridas en la guerra: campañas de desinformación, a través de Sputnik y RT en Español; el lanzamiento de ciberataques como el orquestado en Estonia, en 2007, o los que han impactado sobre la propia Ucrania; como también intervención y manipulación política para justificar muchas de las imágenes que hoy disponemos de la cruenta invasión.

            Habiendo trascendido ya la discusión sobre cómo lidiar con un aliado y no con un rival, la cuestión energética es hoy el tema que mayor preocupación genera en los aliados de la OTAN. Al ritmo que se vuelve a poner sobre la mesa la energía nuclear y se vuelve a considerarla, en buena hora, como una fuente de energía no excluyente con el cuidado del Ambiente, existe el riesgo de que Rusia considere el corte del suministro hacia Europa en el próximo invierno que, según cada país, empieza a sentirse con cada vez más fuerza a partir del mes de octubre. En este sentido, el Ministro de Economía y Finanzas francés, Bruno Le Maire, estima con mucha probabilidad un corte definitivo del suministro y que los países de la Unión “deberán estar preparados para estos momentos” según declaraciones recogidas por medios españoles. Ante un enfrentamiento inédito entre los rusos y occidentales, cualquier opción es posible.

            Hoy las guerras tienen lugar bajo características, dimensiones y alcances novedosos pero inciertos frente a los posibles escenarios futuros: los medios convencionales, como una invasión, bombardeo o sitio sobre una ciudad, conviven perfectamente con los elementos no convencionales tales como los ciberataques, las campañas de desinformación o los flujos de inmigrantes irregulares tal como ocurrió en el 2021 cuando la Unión Europea denunció que Bielorrusia, gobernada por Lukashenko aliado clave de Putin, estaba permitiendo el ingreso incontrolado de personas para generar una inestabilidad en Polonia. La Cumbre de Madrid de junio de 2022 ha servido para mostrar la unidad y trazar el camino sobre el cual caminar en los próximos meses cuando la situación en Ucrania se recrudezca, cuando el mundo sea testigo del uso de tecnología nuclear con cada vez mayor celeridad y cuando se torne evidente, si es que ya no lo es, que la guerra en Europa impacta de forma directa en todos los rincones del planeta.

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Acerca de Luciano Mondino 11 Articles
Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales Máster en Política Internacional de la Universidad Complutense de Madrid Terrorismo y Crimen Organizado.

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