El texto es escrito por Ines Caro. UCA
El cyberbullying
Este fenómeno ha ido cobrando cada vez mayor difusión producto del cada vez mayor acceso a distintas formas de la tecnología (Facebook, instagram, celulares).
La definición de esta forma de hostigamiento es la misma. ¿Dónde vemos que se introducen modificaciones? Lo fundamental es que, dada la ausencia física del acosado, se permiten muchas mayores descalificaciones y se van sumando variedad de niños/adolescentes que se “prenden”. Opera de alguna manera como un efecto cascada,
se contagian, nadie quiere quedar afuera, nadie quiere ser el próximo, nadie quiere quedar excluido del grupo. Parece que ver lo que otros escriben los llevará a redoblar la apuesta.
A diferencia del bullying, muchos pueden acceder a esa información en las redes y se propaga agran velocidad. Las intervenciones se producen como un efecto bola de nieve y pueden diseminarse por la red. Al mismo tiempo, la “víctima” en muchas ocasiones, tiene todo el tiempo por delante las burlas, humillaciones y le resulta difícil
“despegarse”. Es como exponerse todo el tiempo al sufrimiento.
En el caso del bullying, el acosado, si bien suele estar en continua tensión, no aparece todo el tiempo el acoso aunque si lo teme, lo espera. En ocasiones se continúa en el ciberespacio lo que ya venía ocurriendo dentro del ámbito
escolar.
El nivel al que llegan es de muy alta crueldad.
El freno, la interrupción necesita venir de afuera, no desde una decisión voluntaria que discrimina y decide cuando terminar.
Los participantes
El bullying es un fenómeno grupal. Es una puesta en escena al decir de Campelo (2016). Se considera que participan: el acosado o víctima, el acosador o victimario, y los espectadores ya sea aquellos activos inductores o alentadores y los pasivos.
En general se tiende a caracterizar a la víctima como: tímida, temerosa, con baja autoestima, débil físicamente, pasivo, poco hábil en los juegos, falto de habilidades sociales. Son niños a los que les cuesta contar lo que les pasa, se encierran. Cuando la situación se les hace intolerable empiezan a resistirse a ir a la escuela aduciendo
malestares físicos, por ej. No comunican en primera instancia el verdadero motivo por el cual quieren quedarse en su casa. Las víctimas sufren la arbitrariedad y la imposibilidad de comprender la agresión siempre injustificada e injustificable. “ El acosado ha dejado de ser una persona autónoma con voluntad e iniciativa propia. En esta situación hay poco o ningún margen para rebelarse, liberarse, salir de la escena que le provo a tan brutal sufrimiento” (Bo, Carbone, Casado Sastre, Iglesias, Trigo, p.319) Los victimarios son, generalmente, físicamente más fuertes que sus pares, dominantes, impulsivos, no acatan las reglas, manifiestan baja tolerancia a la frustración, son
desafiantes ante la autoridad, muestran alta autoestima, son proclives al uso de la violencia, parecen crear conflictos donde no los hay, no se arrepienten de sus actos.
Tienen limitaciones para empatizar con el dolor, sufrimiento de la víctima, es más generalmente, parece que la sumisión del hostigado los incentiva a seguir acosando. Como consecuencia de su conducta, adquieren un patrón para relacionarse con sus pares, consiguiendo sus objetivos con “éxito”, aumentando su status dentro del grupo
que los refuerza. “Conoce las debilidades del acosado, su víctima y, de a poco, fue aniquilando su autonomía individual hasta convertirlo en una prolongación de él. La relación se ha tornado narcisista, ya que lo proyectado en el depositario son aspectos de sí mismo” (Bo et.al.p.318).
Los activos alentadores o instigadores se identifican con los acosadores pero no se animan a ejercer ellos acciones hostiles. “El grupo silencioso que acompaña se identifica proyectivamente con el aspecto trasgresor del líder. En su afán de autonomía e independencia, en sus deseos de rebeldía y diferenciación, otros quisieran ser más
radicalmente transgresores pero no se animan. Entonces alientan y aplauden a quien lo hace, en una suerte de identificación proyectiva gratificante” (Bo et.al. p.316). Es significativo que ese tipo de “participantes”, cuando están fuera de la influencia del líder, pueden tratar bien al agredido. Se someten al líder y, con tal de pertenecer al grupo,
colaboran activamente con el maltrato. Las características descriptas son sólo generalizaciones.
Otros permanecen ajenos, no se enteran de lo que pasa o si lo hacen, no accionan. Muchas veces en el ámbito escolar.
Las características descriptas no son causa del fenómeno sino factores de riesgo (Veccia, 2014)Arón y Milicic (1999) señalan que la violencia siempre apunta a un ejercicio de poder que implica empleo de fuerza, y por lo tanto genera situaciones de desigualdad y de desequilibrio de poder entre pares. Dicha conducta se daría en una «relación social de exceso» en que los límites son transgredidos y se intenta obligar al otro a hacer lo quenno haría por su propia voluntad, lo que configura una relación de tipo abusiva. Prevalece la ley del más fuerte.
Al mismo tiempo, se tiende a ubicar a la víctima como “pobre” (el bueno), digna de todo el cuidado y, al victimario (el malo) casi como un indeseable, al que hay que buscar aislar, separar, expulsar.
Sin embargo, cada uno requiere de nuestra consideración y una forma particular de intervención dado que los ubica en una situación de vulnerabilidad. Por un lado, por su condición de niños o jóvenes, o seres que se encuentran en pleno proceso de constitución subjetiva; por otro, porque se encuentran envueltos en un vínculo que resulta perjudicial para su desarrollo.
COMO POSICIONARNOS
Las personas somos seres que necesitamos de los demás. Sin ellos no hay desarrollo humano.
Los vínculos nos llevan a encuentros que nos enriquecen, nos abren a nuevas perspectivas, habilitan reflexiones. Pero, también, se producen desencuentros porque pensamos, actuamos, vemos la realidad de diferentes maneras.
Esto puede generar conflictos. Los conflictos son inherentes a la vida. Lo importante es ver qué hacemos con ellos: ¿Buscamos resolverlos? ¿Los ponemos debajo de la alfombra?
La aceptación del otro con sus diferencias es una tarea que nos ocupa toda la vida.
Las discrepancias debemos resolverlas de un modo adecuado: por la vía de la palabra no por la de la violencia ya física ya psíquica. Palabra articulada con la reflexión, con el insight, con la toma de conciencia de emociones y situaciones que las desencadenan.
Esto posibilita encontrar vías para expresar nuestros enojos, discrepancias de un modo socialmente adecuado, es decir, un modo que respete al otro, lo tenga en cuenta, busque su bienestar, promueva la solidaridad.
Desde el ámbito escolar es fundamental establecer intervenciones a fin de abordar la problemática en forma conjunta, NO CONFRONTATIVA. Es un tema de toda la comunidad educativa porque tiene efectos destructivos en todos los miembros que conviven en ella.
El papel de los adultos es fundamental ante este tipo de situaciones. ¿Qué significa? Debe estar disponible, abierto a escuchar, a acompañar, a promover interacciones positivas.
PARA PENSAR
¿En nuestro recorrido escolar he presenciado este tipo de situaciones? ¿Qué lugar he ocupado? ¿Cómo me sentí? De haber intervenido ¿Cómo resultó? De no haber intervenido: ¿por qué? ¿Con qué dificultades me encontré?
La Universidad es un ámbito nuevo: nuevos compañeros, nuevos modos de estudiar, nuevos docentes. Lo vivido lo traemos a este espacio con todos los logros y los déficits. Es importante poder ver cómo desde lo vincular me dispongo a recorrer este espacio. Lo nuevo siempre es una oportunidad, un recurso para enriquecernos personal y
socialmente. Bibliografía
Bo, T., Carbone, L., Casado Sastre, A., Iglesias, A., Trigo, E. (2013). Bullying o acoso escolar. ¿Epidemia silenciosa o silenciada? En. Adolescencia hoy. Buenos Aires. Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia Para Graduados
Campelo, A. (2016) Bullying y criminalización de la infancia . Bs. As. Noveduc. Veccia, T.A. (comp) (2014). El acoso entre estudiantes. Un análisis cualitativo de las narrativas de docentes y alumnos en torno al fenómeno del bullying. En Técnicas y métodos cualitativos en evaluación psicológica . Buenos Aires: Lugar editorial. Zysman, M. (2014) Bullying . Buenos Aires: Paidós.
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