Educar es conmover. Salta

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Educar es conmover. Educar es donar. Educar es sentir y pensar no apenas la propia identidad, sino otras formas posibles de vivir y convivir. Si ello no ocurre en las escuelas, probablemente el desierto, el páramo, la sequía, serán el paisaje típico de los tiempos por venir.
Sobre el autor: Docente e Investigador Argentino.
ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO GINO HOURS El escenario educativo es un espacio que no reside sólo en el  mbiente físico que aloja al acto educativo; éste, en realidad, es creado y posibilitado gracias a las habilidades sociomocionales de quienes tienen la motivación para establecer un genuino intercambio humano basado en el respeto mutuo, que sirva como puente para transmitir algo a otra persona.
Este escenario de comunicación asertiva y fluída es el terreno fértil para que suceda algo tan valioso como lo es el aprendizaje. Este aspecto ya fue mencionado por muchos pedagogos que marcaron la historia; Vigotsky, Ausubel, Bandura etc., han mostrado que esto solo puede ocurrir porque dichas personas eligen actuar como mediadores significativos de los saberes y comportamientos y, además, porque comprenden lo valioso del trabajo emocional para asegurar la verdadera eficacia del acto único e irrepetible que es el aprender.
Las palabras de docentes que día a día trabajan por crear ese escenario en ámbitos escolares, hospitalarios y domiciliarios, sin duda reflejan la profundidad que implica el enseñar, especialmente cuando se espera un aprendizaje de todos.
El hecho de que el salón de clases es un elemento legitimador del trabajo educativo, complejiza todo cuanto sucede fuera del mismo o de la escuela. Allí, el docente y la docente quedan librados a la demanda, a desarrollar un “termómetro”, una “autogestión”, e incluso una rigurosa “autoevaluación” de sus propias habilidades para generar el mejor escenario para lo educativo, y esto no parte de otro motor que el de una motivación blindada por la empatía hacia sus pares, hacia los alumnos y a la comunidad que acompaña.
Sin duda, todo el trabajo docente tiene el mismo valor; pero, el resaltar el trabajo fuera de la escuela, es una metáfora que pretende anudar la idea de que el trabajo de enseñar no depende de la escuela como espacio físico, como mencionara al inicio, sino de los profesionales que ponen en juego cuestiones cognoscitivas, emocionales y conductuales al servicio del aprendizaje de sus alumnos.
Entre estas cuestiones cognitivas, emocionales y afectivas, se entretejen los ejes del programa “Escuelas que Sienten y Aprenden”. Por ende, el mismo aborda las habilidades socio-emocionales, como fundamento del trabajo educativo, dentro y fuera del espacio institucional.
Por lo tanto, el diseñar un plan para desarrollar y promocionar las habilidades que sostienen el vínculo educativo, contemplando una dimensión tan humana como lo son las emociones, no es sino una valoración a los docentes, es darle un nombre a aquello con lo que siempre han trabajado, e incluso con lo que han soslayado los avatares del sistema educativo, más allá de los intereses en juego a lo largo de la historia.
En el escenario actual, diverso por naturaleza, y tendiente a la complejidad creciente, el aprendizaje se ha media tizado por las tecnologías. Las mismas no constituyen por sí mismas una problemática, pero en un contexto global donde las relaciones sociales se han deteriorado, el seguir centrando la enseñanza en entornos virtuales, no hace más que ocultar un problema estructural que no muchas personas pueden o quieren abordar: el encuentro cara a cara.
A la educación se le ha pedido mucho, y eso es indiscutible; sin embargo, paradójicamente, desde la lógica del intercambio social como fuente de la enseñanza, generar un espacio emocional saludable supone un punto de calma, un clima de confianza para enseñar mejor y para aprender con calidad. Curiosamente, se quiera o no, en los procesos de enseñanza y de aprendizaje se ponen en acto habilidades cognitivas y, en simultáneo, habilidades sociomocionales como el autoconocimiento, autorregulación, la motivación, la empatía y la percepción de la propia autoestima, necesarias de orquestar. Pongamos el ejemplo de un niño o niña o adolescente inclusive, que está hospitalizado, o en el salón de clases aburrido, o ha consumido sustancias, o que esté experimentando una situación de maltrato… Seguramente no se comportará como esperamos para proceder con la enseñanza, pero tampoco lo estará si en cierta medida no se trabajan algunas cuestiones que lo lleven a un comportamiento propicio; dichas cuestiones, al igual que los saberes previos, tienen que ver con facilitarles vías para que reconozcan sus propios estados emocionales, para que regulen sus expresiones, toleren la frustración, e incluso muestren empatía hacia ellos y hacia otros.
En conclusión, haciendo una lectura desde la temática del programa “Escuelas que Sienten y Aprenden”, proponemos que los escenarios educativos sean entendidos como aquellas construcciones relacionales establecidas a partir de las habilidades para el trabajo educativo y emocional de los docentes y completadas por las acciones orientadas de los alumnos y las alumnas.

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Escuela Hospitalaria y Domiciliaria Nº7215 Nivel Secundario. Provincia de Salta.

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