Este año escolar 2022-2023 fue bastante accidentado para el gremio docentes y los estudiantes en todos los niveles educativos, sobre todo en las instituciones públicas. El 8 de enero se iniciaron las protestas en calle en los 24 estados del país para continuar con el clamor que se tiene desde el año 2020 cuando el II Contrato Colectivo Único y unitario se venció y que ahora aún en esta fecha (2023) permanecen todos los empleados del gremio educativo en el limbo y si se quiere despedido ya que han puesto muchas trabas y excusas para firmar el nuevo contrato alegando que “hay una guerra económica”, pero sobre todo para los trabajadores, puesto que para los desfalcos dados por la corrupción y los robos de activos por parte de las élites del Estado para eso: ¡Si hay dinero y no existe la guerra económica!
En este ciclo escolar hubo más de 3.200 protestas en todo el país por el gremio docente movilizado desde los distintos niveles (básica, diversificada, técnica y universitaria) no hay docente o personal educativo en este territorio que esté contento con el pago que recibió (o recibe) como parte de su labor y si se habla de los jubilados, es peor la situación, puesto que se le han recortado los beneficios sin justificación, a pesar de haber dado toda su vida al gremio (con un sueldo de $4 mensual y una canasta alimentaria hoy de $511,20). Un Estado indolente que no le interesa la educación de sus ciudadanos, la vida de sus maestros e inclusive el futuro de un país, es un Estado que no tiene futuro y que está destinado a su propia destrucción. La intencionalidad es clara, pues bien lo dijo El Libertador:
“Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción” y hacía eso va la metodología que se está aplicando en los diversos cursos para la aprobación de los estudiantes, jóvenes, que están egresando como bachilleres y no saben leer correctamente, no tienen noción del pensamiento abstracto y mucho menos pueden dar una opinión o análisis de algún tema, padres y representantes que les reclaman a los maestros porque estos quieren que sus hijos aprendan y que la calificación, si en el caso están aplazados o con baja nota, es reflejo de lo poco que saben o que se esfuerzan para aprender y cuya respuesta hacia el docente es de violencia o de denuncia hacia las zonas educativas (en muchos casos) por no comprender el hecho de que “no todo es calificación” lo que el maestro quiere es que estos estudiantes salgan preparados, también hay docentes que ya tiraron la toalla y sienten que ya no
vale la pena seguir en esto, dando todo lo que les exige el ministerio que no es más que “Cantidad y no Calidad”, bajo este triste panorama se está formando los jóvenes que se suponen deben ingresar a la universidad.
Otra caso en también que hay que destacar, es el que refleja en la universidad, puesto que también muchos docentes han salido jubilados y no hay una generación de relevo que pueda sacar adelante las asignaturas, muchos ya están cansados y los nuevos ingresos tampoco es que duren tanto tiempo por la misma situación de la reivindicación. Eso sin contar que en varias universidades ya no están cursantes para ser maestros y se están quedando desiertas las áreas de ciencias puras. En cambio, si se habla del caso de los estudiantes, muchos no podrán ingresar a las universidades privadas puesto que el promedio es mucho más exigente y alto, promedio que estos no tienen, en las
universidades públicas cuando se les realiza la prueba interna no es mucha la diferencia, pues estos bachilleres no tienen ningún tipo de información y muchos tampoco podrán ingresar por esa vía. Lo que hace que estos queden al mercado laboral que solo los emplearan para ser parte de la economía informal (en mayor caso), para grandes cadenas de comidas o para juegos de azar. Puestos claves en oficinas y empresas serias, no podrán ser ocupados por estos jóvenes, que seguramente en esos momentos si se van a dar cuenta de la importancia de la;Educación de Calidad, que hasta ellos mismo se negaron años atrás, por no tomar en cuenta los reclamos docentes al Estado y por no aceptar todo aquello que se les quería enseñar en aula y que no aprendieron pues sabían que igual iban a aprobar.
La situación es desesperante puesto que todavía hay docentes formándose para dar lo mejor de sí en donde estén laborando, pero cada día es más cuesta arriba seguir dando clase con lo poco que se cobra, no alcanza para comer y muchos menos para cubrir necesidades básica como: alimentación, vestimenta y salud. Los beneficios con los que se contaba antes de estos 24 años de gobierno, se han perdido: ya no hay HCM, compras a créditos de artículos para el hogar, compra o arreglos de viviendas, entregas de medicinas, no hay viajes pagos de vacaciones y es muy raro que un docente en su horario de “vacaciones” realmente haga un viaje o disfrute, muchos continúan trabajando en otros oficios durante ese tiempo, pues el sueldo no da abasto en esta economía tan inflacionaria. No se puede dejar
de mencionar el estado deplorable de muchas instituciones educativas donde no hay agua, energía eléctrica, paredes y estructuras agrietadas o humedecidas, el pago de transporte sobrepasa el sueldo (tanto para estudiante como docentes), no hay Programa de Alimentación Escolar (PAE) o es ineficiente sin llegar a todos y por último pero no menos importante, solo quedan pocos docentes ejerciendo y cargan con toda la matricula escolar así como con los maltratos y amenazas del directivo puesto a dedo.
Aún así, los venezolanos no pierden la esperanza de que esta situación va a cambiar y que las decisiones erradas que hoy en día toma el ejecutivo para su “Educación de Calidad” o “En beneficio de niño/a” pueda revertirse “para mejor” para todos.
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