A la hora de planificar clases de ciencias surgen innumerables ideas; entre aquellas que nos invitan a repensar nuestras propias prácticas docentes comparando experiencias anteriores, y lo abordado en el período de nuestra formación docente, con las que en estas nuevas oportunidades deseariamos llevar a las aulas.
Objetivos, espectativas de enseñanza y aprendizaje, recursos y dispositivos, actividades, instancias de dialogo y debate, evaluación, y aspectos que no han sido aún nombrados, todo y en su conjunto nos interpela, nos mantiene y entretiene y el reloj no se detiene. Pero, ¿Pensamos en aprendizajes realmente significativos? ¿Tenemos en cuenta la heterogeneidad de nuestras aulas? ¿Contamos con estudiantes capaces de sorprenderse con nuestras propuestas? ¿ Enseñamos por enseñar o anteponemos nuestra creatividad?. Son cuestiones un tanto evidentes y quizás recurrentes, en algunas situaciones tambien resultan incómodas.
La ciencia está en todas partes, y eso ya lo sabemos, desde realizar funciones vitales, hasta el simple hecho de disfrutar la puesta del sol. La ciencia ingresa al aula de la mano de un docente de Biología, quién con el afán de trabajar contenidos primordiales pregunta a la clase, por ejemplo; ¿Qué características presentan los seres vivos? ¿podemos describir las características de la esponja de mar? ¿De qué se alimenta y cómo es su proceso digestivo?. Los alumnos un tanto excepticos y curiosos a la vez, miran al docente y bajo el temor de la duda y el error, no emiten una sola palabra. El docente intenta animarlos y los invita a observar un documental denominado “TERRA”. Se traslada al fondo del salón y desde allí sencillamente los observa.
A todo esto, las horas de clase van llegando a su final, y como de costumbre el docente los saluda y se retira a otro salón, donde un grupo distinto lo espera y así continua su jornada laboral.
Las clases van transcurriendo, los excepticos se entusiasman con las distintas propuestas, los curiosos se tornan en aquellos que interrumpen las clases con sus preguntas, y los pocos continúan apáticos. Podría continuar describiendo aquellos encuentros entre el docente y sus alumnos para compartirles en mayor detalle como se fueron dando las cosas, pero la intención es relatar Ciencia y Conciencia.
Ciencia como conjunto ordenado y organizado de conocimientos y conciencia como acto psiquico de reconocimiento. Enseñar ciencia y hacer ciencia en el aula es una tarea apasionante, que colleva trabajo, compromiso y amor por mi profesión docente, una frase resuena en mi mente a menudo, “ dá tus clases de Biología como te hubiera gustado tenerlas en tu secundario”, y es así como me planteo en cada planificación de clases.
Ser concientes de nuestras fortalezas, disponer de predisposición, convicción y motivación son claves para que la tarea sea posible y la satisfacción de misión cumplida nos llene el alma.
Pero debemos reconocer también que los escenarios a los que nos enfrentamos han cambiado, convivimos con una multiplicidad de sucesos que atraviesan constantemente a nuestra tarea, el rol docente se ve inmerso en una trama vincular muy amplia, en la que muchas veces debemos dejar de lado el contenido a enseñar y responder a situaciones críticas, como me sucede a menudo.
Hay espacios donde los valores deben ser reforzados, donde las necesidades de nuestro estudiantado son otras, en algunas instancias responden a aspectos de alimentación, salud, problemáticas familiares y derechos vulnerados. Es sin dudas, donde nuestra capacidad de intervención se pone de manifiesto y nuestra empatía habla por sí sola. Es ante estas razones, donde los contenidos y saberes prioritarios pueden y deben quedar en un segundo plano, hasta tanto poder retomarlos. Actuar empaticamente ante las tramas antes mencionadas es esencial, y aún no significado resolverles la vida o los problemas, nos potencia como seres humanos, esos formadores que somos, esos docentes orgullosos de nuestro trabajo, y esos seres en quien algún Mario o Celeste depositan su corazón y hasta sus almas enteras ya que han visto una pequeña luz al final del camino en nosotros. Esto último también es SER DOCENTE con CIENCIA Y CONCIENCIA.
La siguiente nota fue relaizada por el profesor Jonatan Ricardo David Sanchez.
Profesor de Educación Secundaria en Biología, ISFD “P.A.G”.
Operador Socioproductivo en Agroecología y Desarrollo Rural, Universidad Nacional de Quilmes.
Diplomado en Liderazgo y Coordinación de Grupos, Fundación Instituto Latinoamericano de Desarrollo Social y Salud.
Participante del “1° Congreso Internacional Ambiental y Parlamento Infanto Juvenil hacia la Resignificación del Aprendizaje y su relación Post Pandemia”, dictado por CEA.
Miembro Activo al “FORO MUNDIAL AMBIENTAL, Por el Agua, la Tierra, el Clima y la Diversidad”, dictado por la LEGISLATURA DE MENDOZA.
Miembro activo a la Jornada “CREATIVIDAD Y ACTO EDUCATIVO”, dictada por FACULTAD DE PSICOLOGÍA – PROFESORADO – UBA.
Miembro Activo a la Jornada “BASES NEUROBIOLÓGICAS DE LA EDUCACIÓN”, dictada por el Dr. Roberto Rosler.
Disertante En VI Congreso de Educación Superior “TENSIONES Y DESAFIOS DEL CAMPO DE LA PRÁCTICA DOCENTE INICIAL”.
Miembro Activo a las “III JORNADAS REGIONALES DE PROFESORES DE BIOLOGÍA”, dictada por la Universidad Nacional del Nordeste.
Miembro Activo al II CONGRESO INSTITUCIONAL “LA FORMACIÓN DE DOCENTES: PROBLEMAS, PRÁCTICAS Y DESAFÍOS”, dictado por el ISFD P.A.G.
Actualmente: Cursando la “Licenciatura en la Enseñanza de las Ciencias, con Orientación en Didáctica de la Biología”, UNSAM y Dictado de la materia Biología en EEM 6 DE 19, Villa Soldati, CABA, donde además me desempeño como Profesor Tutor y Referente Ambiental a cargo del Comité Ambiental TEMPO I+V.
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