Artigas: Un héroe argentino. Tercera parte

El 1º de febrero de 1820 los caudillos de Santa Fé (Estanislao López ) y Entre Ríos (Francisco Ramírez) , éste último lugarteniente de Artigas, derrotaron al ejército directorial en la Batalla de Cepeda y con ello, pusieron fin al gobierno nacional encabezado por los porteños.

El 14 de febrero de 1820 Artigas , sus escasas tropas y las familias que lo seguían, cruzaron el río Uruguay con rumbo a Mandisoví y estableció su campamento a orillas del Arroyo Avalo .Allí recibió la noticia de la caída del Directorio ( contra el que había luchado desde 1814) y le escribe al cabildo de Santa Fé: “ Parece que la suerte se ha empeñado en favorecernos en medio de los contrastes y que la América será libre en medio de las grandes contradicciones”.
La firma del Pacto del Pilar ( 23 de febrero de 1820) entre Santa Fé, Entre Ríos y Buenos Aires, sin la autorización de Artigas , marcó la separación entre éste y sus lugartenientes: el pacto era un tratado de paz entre las tres provincias que, en su art. 10º establecía: “Aunque las partes contratantes están convencidas de que todos los artículos arriba expresados son conformes con los sentimientos y deseos del Excmo. Señor Capitán general de la banda Oriental, D. José Artigas, según lo expuesto por el señor Gobernador de Entre Ríos, que dice hallarse con instrucciones privadas de dicho señor excelentísimo para este caso, no teniendo suficientes poderes en forma, se ha acordado remitirle copia de esta nota para que siendo de su agrado, entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la provincia de su mando , cuya incorporación a las demás federadas se miraría como un dichoso acontecimiento”
Artigas le recrimina a Ramírez la firma de este tratado por haberlo abandonado en su lucha contra los portugueses que invadían la Banda Oriental, a la vez que le anticipa que será traicionado por los porteños.
A su vez, enterado Ramírez de que Artigas pensaba combatir a los invasores portugueses desde la provincia de Entre Ríos, marcha rápidamente a su provincia para impedir todo intento del caudillo oriental a la vez que le escribe una dura carta en la que, entre otras cosas, le dice: “…abandone V.E. una provincia que no le llama, que no lo quiere ni lo recibirá sino como a un americano que busca su refugio sujetándose a las leyes y gobierno que tiene. Conozca VE el poder, el tiempo y las circunstancias y resuélvase sin tardanza. De no hago responsable de los males que sobrevengan…”
Esta fue prácticamente una declaración de independencia de Ramírez con respecto al protectorado de Artigas, a la vez que una declaración de guerra mientras el oriental, entre dolido y enardecido le escribe que “ mi interés no es otro que el de la causa. Si esta es injusta en sus principios, no debió usted haberla adoptado. Usted ha elegido el choque de las armas y estoy resuelto a resistirla. De sus resultados conocerá que es más fácil que ceda Artigas al imperio de la razón que al poder de las circunstancias. En consecuencia le hago a usted responsable de la sangre que se derrame por tan frívolos pretextos…obre como guste, que yo no haré más que llenas mis deberes…”.
Artigas atacó a las fuerzas entrerrianas y tuvo un efímero triunfo en Las Guachas pero, las tropas de Ramírez unidas a las fuerzas de Santa Fé y Buenos Aires, lo derrotaron en las batallas de las Tunas, Sauce Luna, Yuquerí, Mocoretá y Abalos.
El 13 de julio de 1820, el oriental Fructuoso Rivera – otrora lugarteniente preferido de Artigas – había escrito a Francisco Ramírez: “ Todos los hombres, todos los patriotas deben sacrificarse hasta lograr destruir enteramente a don José Artigas…”
El 3 de agosto en el Río Corrientes, la escuadrilla de Ramírez apresó a las naves y lanchones del “protector de los pueblos libres” y comenzó la ocupación de Corrientes. Viendo que se apagaba su buena estrella, y ante las divisiones internas que comenzaron a tener los misioneros, Artigas le escribe al cabildo de Misiones, el 11 de agosto de 1820:” me ha llenado de dolor el ver los trabajos que les han sobrevenido con el engaño con que Ramírez los sedujo. Los resultados de este fatal día van hasta la destrucción de la provincia. Este es el objeto que propuso Ramírez, dividiéndonos hasta que nos atacásemos unos a otros pero teniendo esto en consideración, no es permitido que se ensangriente una guerra entre hermanos y traigo reunidas todas las tropas y familias para que vuelvan a sus casas y se acabe todo. Este es solo el objeto que me trae…”
El 19 de septiembre ocupó la capital y el 23 disolvió el Cabildo correntino. El 29 de septiembre, Ramírez proclamó la creación de la “República de Entre Ríos” formada por Entre Ríos, Corrientes y Misiones.

El teniente coronel Ramón Cáceres, que fuera lugarteniente de Artigas y luego de Tacuarembó lo abandonó, cuenta en sus Memorias que “ era tal el prestigio de este hombre, que a pesar de sus continuas derrotas, en su tránsito por Corrientes y Misiones, salían los indios a pedirles su bendición y lo seguían con sus familias e hijos en procesión, abandonando sus hogares”
A fines de ese mismo mes, las sucesivas derrotas obligaron a Artigas a ir al destierro en Paraguay : desde un oscuro campamento correntino – y luego de rechazar la oferta de dos mil indios chaqueños que querían seguir la lucha – le escribe al dictador paraguayo Gaspar de Francia “…desengañado de las defecciones, traiciones e ingratitudes de que he sido objeto y víctima, me retiro de la vida pública en obsequio a los principios republicanos que la América entera reclama y que de ella había sido sostenedor desde el principio, pugnando por la libertad que había de asegurarle la independencia…” solicitando a su vez que se le concediera asilo en el Paraguay y que, en caso de serle negado “ se iría a vivir a los bosques”.
Con la retirada de Artigas de la escena política, los intereses porteños triunfaron en la batalla diplomática ya que, el manejo del comercio de los ríos Uruguay y Paraná, quedó nuevamente en manos de Buenos Aires. Esa había sido la causa de la porfía con el oriental Artigas desde 1811 y por ello no aceptaba la idea de un gobierno federal o confederativo como pretendía aquél.
Luego de aceptar los términos de su solicitud de asilo, Gaspar de Francia recluyó a Artigas en un convento de la Merced – en Asunción – y ,mas tarde, fue trasladado a la zona rural de Curuguaty o Villa del Labrador. Allí vivió sin más compañía que la de un perro y del negro Joaquín ( un fiel seguidor desde 1811).
El gobierno le entregó una pensión de una onza de oro. Con el tiempo, Artigas se dedicó a la labranza de la tierra y fue querido y adorado por los indios del lugar, que también los protegían. A la muerte del dictador Francia, en 1840, fue sometido a prisión pero en 1841 fue puesto en libertad por Carlos Antonio López. Asimismo, en ese año, una comisión uruguaya fue a buscarlo – por encargo del presidente uruguayo Fructuoso Rivera, para que volviera al Uruguay, pero éste se negó a regresar. A Poco tiempo después, emisarios de los unitarios y también de Rosas, fueron a buscarlo para convencerlo de poner su figura al servicio de estas causas, a lo que se negó contestando “ yo no encabezaré ninguna revolución sino aquella que comencé..”
Protegido por Carlos Antonio López y su familia, y confinado por decisión propia en una oscura villa de la selva paraguaya, Artigas murió pobre en septiembre de 1850, pocos días después del otro gran desterrado: José de San Martín.

Bibliografía Consultada.