La Política en el Aula. UCA

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Todos podemos opinar.
Un largo debate que surge alrededor de esta situación es quienes pueden o tienen autoridad para opinar sobre temas políticos. En las sociedades democráticas y liberales, la respuesta es sencilla: Todos.
El fundamento filosófico de esto se encuentra en los pensadores sofistas de la Grecia clásica. Según argumenta Protágoras de Abdera en el siglo V a.C., todos los hombres están dotados de las virtudes de prudencia y justicia, por lo cual poseen las habilidades necesarias para involucrarse en asuntos políticos.
Compartamos o no la visión del mundo de los sofistas, la vida en sociedades democráticas implica la convivencia de múltiples opiniones e ideas, que deben ser respetadas, oídas, y por supuesto también debatidas.
Todos los estudiantes universitarios, así como los profesores son ciudadanos con derechos políticos plenos, que por ende tienen o pueden tener opiniones formadas sobre aquellos temas políticos o politizados que les despiertan interés.
La participación además no solamente es una posibilidad, sino que también es deseable. Parte de llevar el siglo XXI a los salones de clases es captar la atención del alumno con los temas que efectivamente les interesan, empoderarlo intelectualmente y darle herramientas para que pueda tener análisis crítico.
Y por parte del alumno, por supuesto, dejar el modelo pasivo e involucrarse mucho más de lleno en el proceso educativo, del que ahora es parte fundamental.

Política en el aula
¿Deberían tratarse temas controvertidos de actualidad política en el aula? ¿O deberíamos entender a la educación universitaria como parte de un universo libre de las confrontaciones partidarias?
Existen a grandes rasgos tres elementos por los cuales podemos afirmar que admisible y además deseable que exista debate político, bajo ciertas condiciones, dentro del aula: La importancia del conocimiento de la realidad política, el derecho a la libre expresión en un ambiente de respeto, y el factor enriquecedor del debate político.
Para comenzar, todos los alumnos universitarios, sin importar la carrera que estudien, son sujetos de derechos políticos. En un sistema político como el argentino donde el voto es obligatorio, resulta fundamental que los ciudadanos tengan conocimiento de la realidad y la coyuntura política, lo cual no solamente es una responsabilidad cívica, sino que les dotará de un activo en el ámbito laboral futuro.
Aprender a debatir, escuchar diferentes posiciones y opinar sólidamente sobre cuestiones políticas son habilidades que sin duda un alumno universitario debe incorporar, sin importar la disciplina académica a la que pertenezcan.
Especialmente en las carreras relacionadas con humanidades, la participación de los alumnos en temas o debates políticos actuales es constante. La sociedad argentina ostenta uno de los grados de conocimiento y participación en temas políticos más altos de la región, y los alumnos universitarios son una parte importante de ese debate.
Más allá de que los alumnos sean militantes de X partido político, sus opiniones sobre determinado tema reflejan también una cosmovisión que nos habla necesariamente de un posicionamiento político.
Hoy en día, la participación del alumnado directamente en partidos políticos ha caído, por diversos motivos que están relacionados con la crisis de los partidos como grupos de representación, y el surgimiento de nuevos fenómenos de canalización de la actividad política. Sin embargo, la participación en una manifestación a favor o en contra de la aprobación de una determinada ley, o la expresión por vía redes sociales de una determinada idea política es justamente parte del involucramiento político en el siglo XXI, e implica un posicionamiento ante la coyuntura social.
Si esos elementos forman parte de las preocupaciones cotidianas de los alumnos, son totalmente plausibles de ser debatidos en el salón de clases. Y no solamente esto, sino que correctamente canalizado puede ser un factor enormemente enriquecedor para alumnos y docentes.
Pero la importancia del debate político en el aula no radica solamente en ser una vía para la expresión de opiniones de los alumnos o profesores, sino que también en la importancia del debate como un valor en sí mismo. Aprender a debatir, contrastar ideas y expresar de manera respetuosa y fundada las propias opiniones es tan o más importante que la opinión en sí misma. Esto es de suma importancia para la consolidación del sistema democrático, donde la generación de consenso entre opiniones diversas es fundamental.
Una primera aproximación a esta pregunta, en función de lo desarrollado anteriormente nos permitiría afirmar que los debates políticos se encuentran incluso implícitos en algunos elementos de los contenidos brindados en clase. Así, estudiar la teoría económica de Adam Smith o John Keynes, necesariamente nos remite a discusiones actuales de política económica. O incluso la doctrina social de la iglesia se encuentra imbuida de pensamiento y reflexión política que es indudablemente actual. Abordar, por ejemplo, la encíclica Laudato Si del papa Francisco, implica necesariamente un debate sobre el cambio climático5 , tema sobre el que parecería no existir un consenso en la sociedad global, especialmente a partir de que el presidente norteamericano Donald Trump, decidió retirar a su país de los Acuerdos de París de 2015.
Debatir, poner en tela de juicio los pensamientos propios y analizar críticamente las ideas desarrolladas por alumnos y profesores, es una actitud deseable por parte de un universitario. No solamente para una mayor comprensión del contenido académico, sino también para adquirir el hábito del pensamiento crítico, definido por el World Economic Forum como la segunda habilidad más importante para el mundo laboral del futuro6. Esto solo puede desarrollarse enfrentándose a situaciones paradigmáticas, donde el alumno sale de su zona de confort intelectual y asiste a una pluralidad de visiones sobre un mismo tema.
La única forma de aprender a deliberar sobre cuestiones políticas es justamente debatiendo. Y las aulas son un ámbito propicio para que este debate se desarrolle en un entorno de respeto, seriedad y con argumentos sólidos. Solo en el intercambio de opiniones diversas es que la democracia puede desarrollarse.
Lo cierto es que las discusiones que involucran temas polémicos y donde se presentan visiones múltiples son las que más despiertan el interés de los alumnos, y consecuentemente aquellas de las que más 5 Laudato Sí es la segunda encíclica firmada por el Papa Francisco, el 24 de mayo de 2015. El tema central en torno al cual se desarrolla la encíclica es el planeta tierra, y su subtítulo es: Sobre el Cuidado de la Casa Común. Puede consultarse online en: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/ 
papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

6 Gray, Alex (2016). The 10 skills you need to thrive in the Fourth Industrial Revolution. World Economic Forum. se puede aprender y utilizar para despertar interés por los temas dictados en clase. En la actualidad, el 80% de la información que hay en el planeta puede encontrarse libremente en internet. los alumnos tienen acceso en tiempo real a las mismas, incluso durante las clases. Los docentes tienen el enorme desafío de compartir las horas de clase con alumnos que tienen al alcance de su mano en cualquier smartphone una infinidad de contenidos, que probablemente le interesen más que su clase. Por esto, el debate también ayuda a captar la atención y empoderar a los alumnos con los temas que más les interesan, invitándolos a que dejen de ser oyentes pasivos y puedan involucrarse de otra forma en el proceso educativo.
Resulta interesante también el desarrollo de actividades donde los alumnos tengan que defender posiciones que incluso no comparten, con el objetivo de mejorar sus habilidades y argumentos a la hora de debatir, así como también verse obligados a comprender otras formas de pensar.
Pero, ¿qué hay de los partidos políticos? La cuestión partidaria se encuentra además implícita muchos contenidos académicos. Así, la preferencia de un alumno por un manual de historia u otro, o por determinada teoría económica, puede también ligada con una afiliación partidaria determinada. No existe ningún problema en esto, siempre y cuando se tenga en cuenta que en la universidad deben enseñarse y presentarse una pluralidad de posiciones desde la literatura académica, para que el alumno pueda decidir cuál de ellas le hace más sentido en función de sus opiniones, cosmovisión o experiencias vividas.
Las universidades, o los salones de clases, no deben transformarse en instituciones partidarias, lo cual no quiere decir que no aborden contenido político, y que las personas que conforman esa comunidad no tengan preferencias o inclinaciones partidarias.
Y esto nos deja a las puertas de uno de los debates más polémicos y a la vez interesantes alrededor de la política en el aula que tiene que ver con el rol del profesor.

Gabriel Curi Universitario: Licenciado en Publicidad, Universidad del Salvador; Analista en Medios de Comunicación Social, Universidad del Salvador. La Política en el Aula. UCA Miembro del Consejo Asesor del Instituto de Comunicación, Periodismo y Publicidad de la Universidad Católica Argentina.
La Política en el Aula. UCA Universidad Católica Argentina: Profesor adjunto de Introducción a la Comunicación Publicitaria e Institucional, Teoría de la Comunicación II, y Marketing de Espectáculos,  de la carrera Comunicación Publicitaria e Institucional.

La Política en el Aula. UCA Instituto Privado Cámara Argentina de Comercio, Coordinador de la carrera Analista en Dirección de Ventas. Profesor Titular de la materia Investigación de Mercado de la carrera Técnico Superior en Comercio Exterior.

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Acerca de Universidad Católica Argentina UCA 34 Articles
La Universidad Católica Argentina se fundó en 1958 mediante la emisión de una declaración colectiva del Episcopado. Con el correr de los años se le otorgó la personería jurídica y el reconocimiento de la Santa Sede. Realiza su misión mediante la investigación, la enseñanza sistemática e integrada de las distintas disciplinas y la formación humanista y cristiana. Además, desarrolla actividades de extensión asumiendo la responsabilidad con toda su comunidad. Actualmente, la institución congrega 4 sedes (Buenos Aires, Rosario, Paraná y Mendoza), diecisiete facultades, siete institutos, además de otras unidades como el Departamento de Ingreso, el Colegio San Tomás de Aquino, el Colegio Papa Francisco y un importante número de Centros y Departamentos que responden desde diversos campos del quehacer a las demandas del medio social, en cumplimiento con la misión institucional.

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