Emociones desconfinadas

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A pocas semanas de la vuelta a clases presenciales en gran parte de las ciudades de nuestro país, creí oportuno escuchar las vivencias de los docentes respecto a los modos de volver a las aulas.
Debo reconocer que mis expectativas fueron superadas ampliamente al encontrar tantos colegas dispuestos a compartir experiencias, reflexiones e inquietudes, aunque la sorpresa de muchos de ellos, fue también la mía al descubrir que esos niños y adolescentes que muchos imaginamos contentos y bulliciosos por su regreso a las escuelas son apenas una tímida versión de aquellos que solíamos conocer.

Distantes, introvertidos, apenas interactuando entre pares y con los adultos, nuestros alumnos, los de siempre, definitivamente… esos no volvieron. Y es que más allá del protocolo, organizar las burbujas, planificar para modalidad distribuida y cumplir con todo el papeleo burocrático, poco fue el tiempo y dedicación que se llevó la atención de los estados emocionales, tanto en los niveles superiores del Sistema Educativo como en muchas de las instituciones escolares en particular.
Diversos estudios sociales y psicológicos han demostrado durante las últimas décadas la importancia e influencia de los estados emocionales en el bienestar cotidiano y en la calidad de vida. En ese contexto, un apartado especial merece el protagonismo de las emociones a la hora de enseñar y aprender por lo cual y particularmente, después de un año en el que se sintió un torbellino de sentimientos a nivel personal y social, sería hasta lógico creer que este
aspecto capaz de incidir en los pensamientos y las conductas, fuera uno de los ejes centrales alrededor del cual se organizara la vida cotidiana en las instituciones educativas.
En principio, es fundamental aceptar el posible nivel de malestar dado por la incertidumbre, inseguridad, miedo, estrés, irritabilidad, cambio de hábitos y rutinas que hemos experimentado el año pasado, sumado a la frustración de no poder hacer lo que queremos y el sentimiento de no controlar lo que nos rodea.

Llevado al ámbito de las aulas, un elevado impacto psicológico en los alumnos después del confinamiento es esperable, sobre todo aquellos provenientes de familias que han sido atravesadas por la enfermedad, la pérdida de
un ser querido, reducción de trabajo, situaciones de precariedad económica, espacio reducido para la convivencia, etc. que generaron un cambio en el pensar, el sentir y el actuar. En estos días entonces, no deber sorprendernos que alumnos que conocíamos con un determinado modo de ser y estar, hoy hayan cambiado para adaptarse a las nuevas circunstancias y muestren el impacto socioemocional de la pandemia y el malestar que ésta puede haber provocado.
¿Cómo nos posicionamos frente a esto? Como todo proceso de cambio, podemos situarnos en un rol pasivo y esperar que la situación mejore con el tiempo o asumir un rol activo dispuesto a proponer acciones tendientes a mejorar ese impacto y reestablecer la capacidad de responder a los desafíos del ambiente, tanto de manera verbal como no verbal. Si de algo sabemos y mucho los docentes es que, nuevos retos demandan nuevas intervenciones, de ahí que,
procurar el bienestar en las escuelas pos aislamiento sea una de las demandas actuales más exigentes.
Al respecto, resulta necesario tener en cuenta que la expresión emocional está en este momento reducida por el uso del barbijo. Es así, que a partir de la expresión de ojo y cejas principalmente, debemos descifrar como se sienten nuestros alumnos ya que tienen limitado su potencial de comunicación no verbal y gestual. De esta forma el tono de voz y la postura corporal, toman protagonismo junto con esa pequeña porción de rostro visible, para codificar-
decodificar este nuevo tipo de lenguaje con el que se expresan sentimientos y pensamientos.

Es sabido que las emociones básicas -miedo-tristeza-enojo-alegría-desagrado-sorpresa, así como sus respuestas psicofisiológicas y las sustancias químicas que liberan al torrente sanguíneo, cambian el estado cuerpo-mente, para afrontar cada momento. Esas emociones si no podemos gestionarlas, nos manejan a nosotros dando lugar a lo que se conoce como secuestro emocional, en el que se genera un bucle de emociones en aumento que logran dominarnos.
De ahí que, el docente se convierta en un actor clave como líder emocional, para lograr la adecuada gestión que permita cambiar las emociones negativas y potenciar las positivas con el objetivo que las aulas como espacio de convivencia, con emociones interdependientes entre todos los que las integran, sean un lugar que se convierta en aulas resonantes para potenciar la seguridad y la confianza, un lugar donde los alumnos se sientan tranquilos, protegidos y sin estrés.
Las pautas para gestionar los estados emocionales que dificultan el aprendizaje, comienzan por favorecer espacios de acogimiento emocional donde circule la palabra, se fomente la escucha, se creen entornos de confianza y pertenencia al grupo, diferenciando el riesgo del peligro, sabiendo que el riesgo cero no existe ni en la escuela ni en casa, pero podemos contar en ambos ambientes con espacios libres de peligro. Todo esto teniendo en cuenta que no es
oportuno enseñar más contenido para recuperar lo que no se hizo el año pasado sino resignificar lo más importante y focalizar en ello. De esta forma lograremos bajar el nivel de exigencia que eleva los niveles de estrés y frustración, lo que será beneficioso no solo para los alumnos y sus procesos de aprendizaje sino también para el docente y su salud emocional.

La nota fue escrita apra la revista Educativa El Arcón de Clio por Viviana Marilao Profesorado de Educación Primaria.Diplomatura en Neurociencias y Educación. Especialización en Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente.Licenciatura en Gestión Educativa – TF de Grado: “Desarrollo de Competencias Emocionales en el Nivel Inicial”.Experiencia Profesional:Docente de EP. Directora de NiveI Inicial y Primario.Asesora Pedagógica en Subsecretaría de Educación- Municipalidad de Bahía Blanca. Actual:Centro de Innovación Educativa Infinito por Descubrir- Educar. Soc del Estado.Asesora en Educación Emocional y Neurociencias aplicadas a la Educación en Instituciones de gestión Pública y Privada.

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Profesora de Educación Primaria. Diplomatura en Neurociencias y Educación. Especialización en Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente. Licenciatura en Gestión Educativa – TF de Grado: “Desarrollo de Competencias Emocionales en el Nivel Inicial”.Experiencia Profesional: Docente de EP. Directora de NiveI Inicial y Primario. Asesora Pedagógica en Subsecretaría de Educación- Municipalidad de Bahía Blanca. Actual:Centro de Innovación Educativa Infinito por Descubrir- Educar. Soc del Estado.Asesora en Educación Emocional y Neurociencias aplicadas a la Educación en Instituciones de gestión Pública y Privada.

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