Evaluar competencias: Situaciones Problemáticas. Neuquén

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En los dos textos anteriores presenté a las competencias educativas como proceso y a sus indicadores como guías necesarias para una real revisión crítica. Al final hice un comentario sobre aprender a disfrutar lo que se aprende.

Sobre la base de esta necesidad de disfrute, es que no se puede seguir una lógica tradicional de evaluación.

Voy a anclar, como propuesta,  en una metodología bastante conocida pero que a veces se usa indiscriminadamente: Resolución de Situaciones Problemáticas.

A veces ¨resolver¨ tiene un carácter negativo de ¨complicación¨, cuando tendría que serlo de ¨desafío¨. Se resuelve rastreando pistas y utilizando el bagaje de conocimientos adquiridos. En la lógica de competencias, se resuelve utilizando todas las habilidades necesarias adquiridas para resolver cada desafío que nos presente un problema.

El primer paso es elegir una situación problemática. Cuando hablo de situación hago pie en la sociología, por lo que estoy hablando del contexto conocido y vivido por la persona. En este sentido, el problema tiene que estar contextualizado en lo reconocible como pertinente a cada grupo en cuanto sea significativo y relevante.

Una situación citadina carece de contexto para un estudiante rural, por lo que pierde su pertinencia y deja fuera una motivación genuina por adentrarse en ella; quizás con la expresión muy conocida de ¨para qué me sirve esto¨.

La imaginación es siempre un factor cautivante a la hora de crear el problema, que sea real no quita que puedan participar extraterrestres o aparecer viajes en el tiempo para recrear un tema de historia.

En la vida real y de todos los días, no resolvemos nuestros problemas siguiendo un ¨algoritmo único¨, por lo que se debe dar lugar a distintas posibilidades de soluciones válidas que construyan los estudiantes tanto como caminos diversos para llegar a ellas. Lo importante es que estos caminos y soluciones respondan a los indicadores esperado. Por ello deben ser conocidos por los estudiantes, previamente.

Entonces: situaciones ¨situadas¨, problemas reales pero creativos, indicadores claros y conocidos los estudiantes y flexibilidad a la hora de revisar posibles caminos y soluciones. Todo esto no debe ser construcción solitaria. Un buen ejercicio de buena práctica docentes es la construcción colectiva de situaciones problemáticas, incluso entre docentes de distintas áreas. No sólo la mirada, sino el lápiz de todos puede crear algo maravilloso.

Incluso, pienso en voz alta, una misma situación problemática que se use para dos áreas o disciplinas en donde tenga que ponerse en juego habilidades distintas, con más o menos complejidad según hayan acordado. ¡¡¡Qué estupendo!!! Sigo pensando en voz alta?…una evaluación compartida con indicadores deseables por las distintas áreas.

Retomo la idea del principio, la evaluación no debe ser frustrante a la hora de pensarla (docentes), ni a la hora de solucionarla (estudiantes). Tampoco a la hora de corregir.

Hay que disfrutar el enseñar, el aprender y también corregir.

Otro tato de tiempo nos puede llevar hablar de la evaluación como proceso, creo que estamos todos de acuerdo en esto. El abordaje de las situaciones problemáticas como herramientas de evaluación de competencias no significa que pierda su característica de ¨foto¨ de un momento del proceso de aprendizaje.

Sigo pensando en voz alta, No!!. Se los dejo a ustedes. Disfruten!!

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Acerca de Claudio Alcides Gómez 3 Articles
Profesor en Ciencias de la Educación. Director General de la Modalidad Educación para Adultos de la Provincia de Neuquén. Profesor en artes visuales. Docente de varias asignaturas en distintos niveles y modalidades de las provincias de Buenos Aires, Río Negro y Neuquén Asesor pedagógico en secundaria bachiller y técnica

3 Comments

  1. Como supervisora y maestra de adultos, coincido plenamente con lo que plantea Claudio en su texto. La idea de que el aprendizaje debe ser significativo y estar conectado con las experiencias, saberes previos, costumbres, expectativas y realidades cotidianas de los estudiantes es fundamental. De hecho, el aula debe ser concebida como un espacio donde se construyen saberes de manera colectiva, reconociendo que la realidad social de cada estudiante influye directamente en su proceso de aprendizaje. Es esencial que los docentes y las planificaciones se ajusten a las necesidades del grupo, lo que implica crear un clima de confianza y disfrute compartido en el proceso de enseñanza-aprendizaje. La escuela, por lo tanto, debe convertirse en un lugar cercano, familiar, en el que los estudiantes se sientan motivados día a día a regresar, porque lo que se enseña no solo es útil, sino que se vincula con su cotidianidad e intereses.
    En cuanto a la evaluación, estoy completamente de acuerdo con la visión presentada por Gómez. La evaluación no debe ser vista como un cierre, un acto de medición final, sino como un proceso continuo que, a través de situaciones problemáticas, permita que los estudiantes sigan aprendiendo. Al integrar situaciones problemáticas en el proceso evaluativo, podemos generar un ambiente que fomente la curiosidad y el deseo de continuar aprendiendo, algo que debe ser transmitido tanto a los estudiantes como a los docentes. Es vital que los estudiantes comprendan que cada evaluación es una oportunidad para explorar nuevas soluciones, para descubrir nuevos caminos y, por supuesto, para disfrutar del proceso de aprendizaje.
    La evaluación debe ser vista como un puente, no como una barrera. Es una puerta abierta hacia nuevos aprendizajes, un espacio donde se puede reflexionar y corregir, pero también una oportunidad para celebrar los avances. Es fundamental que nuestros estudiantes experimenten un sentido de logro y pertenencia en cada etapa del proceso, de modo que el regreso diario a la escuela sea una motivación genuina y permanente.
    En este contexto, quiero citar a Vygotsky, quien en su obra sobre el aprendizaje significativo señala: «El aprendizaje que es dirigido por el docente, que tiene una base en las interacciones sociales y culturales, es el que permite a los estudiantes superar sus limitaciones actuales y alcanzar niveles más altos de desarrollo» (Vygotsky, 1978). Esta cita refuerza la idea de que el aprendizaje significativo no solo depende del contenido, sino también de las interacciones, el contexto y la posibilidad de construir conocimientos a partir de las experiencias compartidas en el aula.

  2. Para agregar,ademas de compartir la visión de Claudio, según Anijovich, la evaluación es entendida como una oportunidad, cuyo propósito es que»los alumnos pongan en juego sus saberes, visibilicen sus logros y aprendan a reconocer sus fortalezas y debilidades como estudiantes», es decir, las dimensiones del proceso de evaluación vinculada con la idea de ayudar a los alumnos a aprender y a reconocerse como aprendices.Y es por eso que debe pensarse como una instancia más y no como final de una unidad, proyecto, o proceso.

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