Hoy no es un día de festejo es un gran día para reflexionar, las muertes no se festejan.
La noción de trabajo digno y decente se presenta como democrática e igualitaria en todas las leyes que existen tanto en los organismos internacionales como la OIT(Organización Internacional de Trabajo) como nuestras leyes, ect. Pero… ¿realmente es así?.
En el actual marco de este mundo globalizado que tenemos como por ejemplo de no respeto por la legislación laboral y de ampliación de la brecha entre ricos y pobres, sobre todo en nuestro continente, América, el trabajo digno y decente aparece como un concepto que defiende los intereses de los trabajadores y que no debe aparecer como una gran utopía conceptual del SIGLO XXI.
El derecho al trabajo es la base para una vida digna. El trabajo digno no puede concebirse como una actividad individual, sino que parte del colectivo, un bien para todos, porque simboliza que todas las personas deben tener la posibilidad de ganarse la vida con el trabajo que elijan y generar las condiciones de trabajo seguras y saludables que no sean degradantes de la dignidad humana.
La Declaración Universal de Derechos Humanos recoge en su artículo 23 “toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”.
El derecho al trabajo está reconocido y garantizado en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En la Constitución de la Nación Argentina está contemplado en los artículos 14, 14 bis y 75 inciso 19.
El derecho al trabajo conlleva el derecho de todo ser humano a decidir libremente, aceptar o elegir un trabajo, a no ser obligado de ninguna forma a realizar un trabajo, el derecho a la seguridad social, a no ser privado injustamente de empleo y el respecto a la integridad física y mental del trabajador en el pleno ejercicio de su empleo.
Estamos llenos de derechos, leyes pero…los cumplen los que están en funciones laborales, porque sigue habiendo gente desocupada, mal empleadas, trabajo infantil, trabajo en negro, acoso laboral, ect. Las leyes si no se cumplen no están, no sirven, son letra muerta.
El trabajo informal, la generación NI-NI de jóvenes que cada día aumenta y el desempleo constituyen realidades de la economía argentina actual que nadie puede negar ni ignorar; estas dos problemáticas cuyos orígenes están en la globalización y la flexibilización laboral de la década de los 90, cuyas consecuencias son netamente negativas para el funcionamiento del mercado laboral pero más para las personas que se ven degradas a ser “un burro de carga” o lo que es peor perder la condición humana si no miremos las personas que trabajan en los talleres clandestinos por ejemplo.
La búsqueda de un trabajo que reúna esas “condiciones equitativas y satisfactorias” aun hoy en pleno siglo XXI no está presente. Equitativas por que no existen a pleno las reuniones paritarias, los sindicalistas se convierten en dirigentes políticos egoístas, añejos, atornillados a sus cargos, que entregan muchas veces la cabezas de sus representados. Las autoridades laborales muchas veces acuerdan a espaldas de las leyes laborales o lo que es peor modifican leyes que sean satisfactorias por que se escribe con una mano y se borra con la otra.
Frente a estas situaciones existe una herramienta básica en manos de los trabajadores: la defensa de los derechos colectivos, el reconocimiento de la solidaridad entre trabajadores y el encauzamiento de los esfuerzos individuales en demandas junto con acciones colectivas.
Los retos de la nueva economía social no deben traducirse en una reforma del mercado laboral que socave los derechos que tanto tiempo ha costado lograr, hasta muertes como lo que se recuerda en el día de hoy.
Es necesario, por tanto, impulsar un gran pacto social que se plasme en una regulación que garantice unas condiciones de trabajo dignas para toda la ciudadanía y que las mismas se cumplan.
Hoy más que nunca merecemos conocer a un trabajador que forjó uno de los derechos más importantes que tenemos los trabajadores en Argentina, el artículo 14 bis.
Crisólogo Larralde “El alma social del radicalismo”. Hijo de obreros en los atiborrados conventillos de principios de siglo XX en Buenos Aires, tuvo en su juventud participación en el anarquismo hasta que se acerca al radicalismo con Hipólito Yrigoyen. Seguramente en su larga etapa laboral Ddon Crisólogo había sufrido explotación tan común en aquellos años.
La cultura del trabajo que tanto falta en nuestro país, la excelencia y la calidad educativa son los instrumentos con los que luchaba Crisólogo Larralde, fue el quien nos dio la posibilidad de tener un código de derecho del trabajo a partir del artículo 14 bis.
La Convención Nacional Constituyente reunida en Santa Fe en 1957 introdujo aquella novedad consagrando los derechos del trabajador, de los gremios y de la seguridad social y para ello fue decisivo el compromiso de la entonces Unión Cívica Radical del Pueblo (bloque mayoritario de la asamblea) y particularmente de quien era el presidente del Comité Nacional partidario, Crisólogo Larralde, el máximo exponente del pensamiento social y laboral del radicalismo con la Organización de Trabajadores Radicales.
En la Argentina de aquella época no fue sencillo imponer la vigencia constitucional de un derecho de tanta trascendencia en orden a una auténtica y progresiva igualdad en la distribución de la riqueza.
Muchas fuerzas sociales y económicas se opusieron con tenacidad, estábamos en pleno golpe de 1955 que había derrocado a Perón bandera distintiva de los trabajadores argentinos.
La mayoría de los militares la rechazaba de plano semejante beneficio y no pocos partidos políticos con representación en la Asamblea Constituyente estaban dispuestos a bloquear la sanción de ese derecho retirándose del recinto. Algunos consideraban que se “sovietizaría” la Argentina, como si los derechos laborales fueran de un solo color político.
A continuación recorreremos algunas palabras de este insigne hombre de trabajo.
«El marxismo dice: “La libertad es un prejuicio burgués”.El fascismo afirma “La libertad es un cadáver putrefacto en el Estado”. El peronismo dice “La libertad no sirve para comer”. Nosotros decimos que la libertad es lo único que sirve, que ha derecho de comer por el hecho de haber nacido; que hay derecho de comer para conservar la vida; para ennoblecerla con los actos de cada mañana y de cada tarde, pero no vivimos para comer, sino a la inversa. No pensamos en la libertad como el marxismo ni como el fascismo ni como el peronismo. Pensamos de la libertad acaso como podría pensar Dios».(…)
Fragmentos del discurso de Crisólogo Larralde del 1° de Mayo de 1961.
Sobre los salarios pensó esto: “En cuanto a los trabajadores, necesitan algo más que un jornal y algo más que una ocupación permanente. Necesitan una remuneración que haga posible la constitución de sus propias reservas, el decoroso mantenimiento de su familia, un buen nivel de vida y la posibilidad de una sólida educación general o profesional para sus hijos. Necesitan, los trabajadores, la certeza de que en su alta edad, las jubilaciones y pensiones prometidas en el orden del 82 y del 75 por ciento se conviertan en realidad inmediata”.Fragmentos del discurso de Crisólogo Larralde del 1° de Mayo de 1961.
Por lo tanto lo que lo que hoy llamamos derechos, ayer fueron luchas y las luchas se respetan, se cumplen y honran.
Bibliografía.
Adorno, Theodor W. 2005 Dialéctica Negativa (Buenos Aires: Akal).
Anónimo (2004). «Crisólogo Larralde». Tener Memoria Célebres de la historia partidaria (20 de diciembre de 2004.
Juventud Radical (2004). «Sobre Crisólogo Larralde». Juventud Radical Historia (14 de diciembre de 2004.
CIT, Conferencia Internacional del Trabajo 1999 Memoria del Director General: Trabajo Decente.
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