Pensando en términos de Bullying-Disciplina-Límites

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Un grupo de aprendizaje es una oportunidad para dar paso a la experiencia de la palabra; una palabra expresada y escuchada entre pares y/o semejantes, que se reconocen atravesando problemáticas comunes. Pensar en conjeturas sobre las diferentes formas de violencia que habita la sociedad y las prácticas escolares, supone tener una relación con “el quiebre de la palabra”.  Al decir de M. Percia (2000) que el comprender y atender las violencias cotidianas presume experiencias de una palabra: lastimada, rota y golpeada;  el autor se interroga ¿cómo se cura la palabra?…entonces se piensa (continuando con la metáfora) en impartir un “tratamiento” de la palabra: “la palabra se cura hablando”; para recuperar el poder de pensar; ya que no se resuelve su cura con más violencia.

“Tener palabras es pensar lo que nos pasa”. M. Percia (2000)

Violencias verbales, gestuales, adjetivaciones, y físicas habitan desde siempre en la sociedad y espacios escolares. Como docentes conocemos, escuchamos y vemos a diario todo tipo de violencias, pero lo que hoy es catalogado como Bullying, en otros tiempos escolares, era catalogado como “indisciplina”.

Me detengo aquí a pensar no solo lo que acontece entre pares, sino también entre colegas o en el vínculo docente/alumnos; para no quedar solo en la mirada de una interrelación entre niños/as o adolescentes. En educación todos los actores tienen la  responsabilidad del cuidado de la palabra.

Y…para que este cuidado se visibilice, estimo que la relevancia radica entre diferenciar: infancia, adolescencia y adultez, si como bien lo expresa M. Narodowski (2016) esta asimetría no marca los límites que la contienen, faltarían entonces adultos responsables de dicho cuidado; a fin de mediar ante cualquier etiquetamiento, ofensa, insulto, u otro tipo de situación que violente a otro.

En su libro “Un mundo sin adultos” M. Narodowski invita a reflexionar sobre lo que otrora era considerado como falta de disciplina y hoy se denomina Bullying, sus múltiples definiciones científicas y de los medios de comunicación; sin duda nos lleva a pensar en una taxonomía sobre dicho término. Me ha llevado a revisar mi propia biografía escolar, donde prosperaban lo que llamábamos “cargadas” “hostigamiento” “discriminación” o “insultos” de parte de nuestros compañeros/as de clase; pero que siempre “existía” un “adulto” que ponía fin a cada situación; marcaba el límite roto por la palabra y se trabajaba el valor de la empatía.

Luego de repensar la propia experiencia escolar, profundicé  en el recuerdo de cada observación áulica de la cátedra Espacio de la Práctica docente, en escuelas públicas y privadas.

Pensando en términos de Bullying-Disciplina-LímitesY ….upsss tanto profundicé que recordé algunas situaciones en N. Primario y  N. Secundario…donde estas cargadas, etiquetamientos o descalificaciones dentro del aula hacia otro/a niño/a eran en algunos casos invisibilizados por los docentes a cargo de los mismos. He visto docentes (nadie me lo contó): que sí marcaban los límites del cuidado de la palabra, parando la clase para “enseñar” a sus alumnos la importancia del respeto de la palabra hacia un compañero/a; como también he presenciado situaciones donde se hace oídos sordos continuando con la “transmisión de contenidos”. Adultos presentes y adultos ausentes ante lo tradicionalmente llamado falta de disciplina y hoy denominado “Bullying”, en casi todos los espacios sociales y principalmente en la escuela.

“Un orden en el que la figura adulto garantizaba que nada quedaba librado al azar o a la contingencia de conflictos, sino a la voluntad racional del adulto a cargo determinaba en cada caso de conflicto o de violencia lo justo y necesario.” M. Narodowski (2016)

El autor se pregunta y me pregunto también “¿Se podría afirmar por lo tanto que el bullying no existe?¿Se podría concluir que la mayoría de las situaciones así identificadas no son realmente bullying?”.

Se evidencia entonces una sutil retirada de la figura adulta que ordena, guía, orienta y marca límites o barreras que no deberían cruzarse; es entonces donde niños/as y adolescentes manifiestan el desconsuelo de sentirse desprotegidos e indefensos ante otros pares, temiendo hasta por su integridad emocional y física.

Al decir de M. Narodowski este retiro deviene en la antesala de un  despoblado de adultos responsables que ordenen y garanticen el cuidado de la subjetividad infantil. Pero también hace referencia a la extensión de este término a no solo un grupo de pares, sino también a docentes bullis, en ámbitos laborales o fuera de la institución escolar (M. Narodowski 2016).

Podríamos ampliar la terminología que caracteriza a las situaciones nombradas en: Mobbing laboral, etiquetas, bullyng y otras que amplían lo que en definitiva encierra la descalificación de un otro, que es violentado y no encuentra un adulto o un conjunto de adultos que marquen la asimetría que nombra el autor. Claro que en el tema laboral, sea en ámbitos educativos u otros campos sociales esa asimetría está marcada por la jerarquía, y lo peor es que sucede entre adultos.

¿Cómo enseñar a nuestros hijos y alumnos que esto no está bien, cuando entre adultos sucede? ¿No sería el ejemplo un componente válido para el aprendizaje?

Parafraseando a Weis R. (2007).  Podríamos afirmar que todo tiempo dedicado a temas relacionados con el cuidado del y por el otro, nunca es tiempo malgastado; ya que también forma parte de un aprendizaje-enseñanza que tiene mayor posibilidad de superación, en el marco de las relaciones de cuidado. Inclusive cuando el docente se sale del guion de temas de estudio, para atender estas situaciones; el resultado devendrá en una mayor seguridad afectiva y desarrollo social del alumno/a.

“Es de importancia que la escuela se convierta en un “espacio seguro” para la expresión de sentimientos del alumno, es decir, un espacio que asegure que su expresión no será bloqueada por medio de reacciones que pongan en ridículo, silencien o juzguen por su contenido a quien los manifieste. Solo de este modo podrá crearse un clima de aceptación que permita que el alumno ponga en conocimiento de otros-maestros o compañeros- los problemas que lo afectan.” Weis R. (2007).

Repensar la escuela implica mejorar la calidad educativa, redibujar la figura del adulto responsable y su autoridad, atender y configurar la intersubjetividad de cada grupo de niños/as-jóvenes, es tarea de todos los actores del Sistema Educativo.

Y de la familia: recobrar la figura del adulto que oriente, eduque y contenga, marcando con afecto los límites que imprimen lo apropiado de lo inapropiado.

Les recomiendo la lectura del libro de M. Narodowsky, es una invitación a pensar qué rol estamos cumpliendo como adultos frente a la figura infantil y adolescente.

Buen comienzo de año lectivo!!

 

 

 

Bibliografía

Mariano Narodowski – “Un mundo sin adultos”-Familia, escuela y medios frente a la desaparición de la autoridad de los mayores-Bs As Debate-2016.

Fuente imagen: https://www.guiainfantil.com/

Weis Raúl– Programa de formación ética: desarrollo de una cultura del cuidado”-Edic. Novedades Educativas-2007

Marcelo Percia– Tutoría y Coordinación de Grupos de Aprendizaje”UNQ-2000.

 

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Acerca de Ana María Sanchez 14 Articles
Profesora Artes Visuales, Licenciada en Educación UNQ- Posgrado en Educación y Tecnología FLACSO- Posgrado en Gestión Educativa FLACSO- En curso Maestría en Educación UNQ- En la actualidad: profesora generalista de cátedras: Fundamento de la Educación I- Didáctica de las Artes I- Práctica docente II y III año profesorado de Artes Visuales. Profesora de Arte en Secundario Superior - 6ª Años- Ntra. Sra. de Luján-LDZ

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