Sábato ha objetado la identificación entre participación política/ejercicio del derecho de sufragar, recurriendo a dos argumentos claves:
a) la verificación del desarrollo de formas de participación informales —como la prensa, el asociacionismo civil o la movilización política—en la Buenos Aires post-rosista^^, que habrían permitido conformar un espacio público amliado de carácter permanente, y b) la tardía instalación de la discusión sobre ciudadanía política —a partir de la última década del siglo—, lo cual permitiría considerar al sufragio como una forma posible de participación, pero no la única y excluyente. Asimismo, la identificación de la baja extracción social predominante entre los sufragantes diluye uno de los fundamentos teóricos esenciales de la «república aristocrática». Finalmente, la verificación de una difusión de formas de sociabilidad relativamente igualitarias en la sociedad porteña de los 1850 permite relativizar las interpretaciones encorsetadas sobre una lectura estática de la dinámica sociopolítica.
A partir de tales avances resulta pertinente reexaminar la cuestión de la construcción del sistema político moderno, poniendo especial atención sobre aquella combinación entre consenso, legitimidad y autoridad, juzgada indispensable en los proyectos políticos de la época, y que las lecturas canónicas coincidieron en impugnar. Para ello, en este trabajo propongo abordar inicialmente esa tarea desde una perspectiva histórica, circunscribiéndome al espacio geográficosimbólico constituido por la Provincia de Buenos Aires durante el período comprendido entre el fin del régimen rosista, en febrero de 1852, y la definición política de la batalla de Pavón, en setiembre de J5 Hilda SÁBATO: «Participación política y espacio público en Buenos Aires, 1860-1880: algunas hipótesis», mimeo, 1989;»Ciudadanía, participación y la formación de la esfera pública en Buenos Aires, 1850-1880″, en: Entrepasados, revista de historia. Año IV, Núm. 6, ppios. de 1994; y H. SÁBATO, y E. CIBOTTI,: «Hacer política en Buenos Aires: los italianos en la escena pública porteña, 1860-1880», en: Boletín del Instítuto de Historia Argentina y Americana, Dr. E. Ravígnani, 3ra. Serie, Núm. 2, primer semestre de 1990.
6 H. SÁBATO y E. PALTI: «¿Quién votaba en Buenos Aires? Práctica y teoría del sufragio, 1850-1880», en: Desarrollo Económico, Núm. 119, oct.-dic. 1990. También: H. SÁBATO: «Sufragio, prácticas electorales y vida política en Buenos Aires, 1860-1880», mimeo, 1993.
17 Pilar GONZÁLEZ BERNALDO: «La creation d^une nation. Histoire politique des nouvelles appartenances culturelles dans la ville de Buenos Aires entre 1829 y 1862», Tesis Doctoral, Université de París I, Pantheon-Sorbonne, 1992, 3 T.; H. SÁBATO y E. CIBOTTI: «Hacer política en Buenos Aires… [15].
R.I., 1997, n.° 210
(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc)
http://revistadeindias.revistas.csic.es 1861, cuando la victoria de las fuerzas bonaerenses sobre las de la
Confederación Argentina permitiría inaugurar la hegemonía del liberalismo porteño dentro de un sistema político finalmente nacionaP^. En tal sentido, señalaré inicialmente que, aún cuando la necesidad de consolidación de la autoridad política a la caída del rosismo parece haber conducido efectivamente a la concreción de un acuerdo
de gobemabilidad entre las facciones políticas porteñas supervivientes (compuestas por círculos liberales, liberales urquicistas, ex rosistas, conservadores, etcétera) que, en virtud del desarrollo de ciertas prácticas políticas estructurales entre las que se destacaba evidentemente el fraude electoral, favoreció la rápida conformación de una nueva clase política, ello no autoriza sin embargo a inferir una escisión entre sociedad civil y poder político. Por el contrario según intentaré sostener en este artículo, tanto la inestabilidad interna característica de la década signada por una dinámica facciosa pródiga en reacomodamientos y fragmentaciones, como la amenaza armada latente que encontraba su abrigo en una inmensa campaña semi vacía, conviertiendo a Buenos Aires en una verdadera
ciudad sitiada fuerzas de la Confederación urquicista, bandas nómades armadas de militares y antiguos rosistas disidentes, y terribles malones de los indios pampas—, y, sobre todo, la experiencia acumulada durante décadas de disputas fratricidas, habrían coadyuvado, en cambio, a la conformación de un sistema político en el cual la producción de consensos, y, sobre todo, el de una activa opinión pública en formación, constituyó uno de sus rasgos más significativos.
Según analizaré en detalle en el presente artículo, durante la década de 1850 coexistieron en el territorio argentino dos Estados autónomos, con soberanía propia: la Confederación Nacional, liderada por el Gral. Justo José de Urquiza -vencedor de Rosas en Caseros, y la Provincia de Buenos Aires, que contrapesaba su menor poderío militar con la formidable capacidad recaudadora de su Aduana y sus exportaciones de frutos de la tierra.
Ahogada económicamente y debilitada en su cohesión política, la Confederación finalmente sería derrotada en la batalla de Pavón, cuya definición -significativamente- no se alcanzaría en el campo de combate sino en la mesa de negociaciones, bajo el influjo del oro y los billetes porteños.Cnf.: HALPERÍN DONGHI: [8].
H. SÁBATO y E. PALTI: [16].
Es de destacar que, a pesar de la centralidad asignada a la problemática del consenso en la construcción del sistema político moderno por una amplia y calificada bibliografía encabezada por las obras maestras de Max Weber y Antonio Gramsci, nuestra historiografía no ha hecho tradicionalmente de ella una cuestión central. Al respecto, ver: Alberto R.
(c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc)
http://revistadeindias.revistas.csic.es
Sé el primero en comentar