1.¿Qué calidad educativa tenemos los argentinos en general según usted?
L.V. No me atrevo a calificar a la calidad educativa que tenemos en la Argentina, pero sí a considerar que creo que tenemos una matrícula muy importante y que casi el 100 por ciento de los chicos en edad de ir al colegio están, precisamente, escolarizados.
No significa esto que la educación sea pareja y de excelencia, en particular porque a diferencia de la época en que yo iba al colegio, la educación está muy segmentada y privatizada y depende entonces -más allá de las orientaciones generales que pueda dar la cartera del área- de cada provincia y su realidad específica.
En la actualidad tenemos un ministerio sin escuelas y creo que ello es una dificultad. Asimismo el acceso a la tecnología (indispensable en esta época) no soluciona la brecha y exige a la docencia una preparación y esfuerzo que no todos están dispuestos a realizar.
Creo que aún existe un enorme desafío por delante y allí sin la presencia fuerte del estado veo difícil que pueda avanzarse.
2.La educación es una tarea que no se hace en soledad entonces le pregunto ¿Por qué aun en Argentina cuesta tener una política de estado.
L.V. Cuesta tener una política de estado en materia educativa, como cuesta tener políticas de estado en otras áreas porque existen modelos de desarrollo, inclusión y sociales muy distintos según los ciclos y gobiernos políticos que acceden al poder.
3.Usted no cree que muchas veces hay hipocresía cuando hablamos de educación, lo expreso porque permanentemente hay conflictos laborales, estructurales y pedagógicos que muchas veces se tornan endémicos y no beneficia al sistema educativo nacional?
L.V. Sí comparto que existe mucha hipocresía respecto a la educación porque todos declaman antes de llegar que es un área central a desarrollar, pero una vez instalados en el gobierno muchos no realizan ni las inversiones, ni el esfuerzo por salarios dignos para los docentes, ni las políticas acorden a las necesidades de los educandos y el país y se delegan las responsabilidades en instituciones de tercer orden como las ONG, consultorías, y voluntariados, pero no en un trabajo efectivo que tiene que brindar el estado. Es uno de los roles y tareas indelegables, como la salud, la justicia y la garantía de determinados derechos.
4.Hacer una crítica es parte del aprendizaje para poder seguir avanzando ¿Qué aporte piensa podría dar desde su carácter como profesional comprometido con la sociedad desde el periodismo?
L.V. Creo que una crítica constructiva en materia educativa es interpelar a las autoridades para que no basen a la educación en la meritocracia. Es cierto que hay que trabajar sobre el compromiso, la voluntad y el empeño de los actores involucrados en el proceso educativa, con los niños a la cabeza. Pero no es menos real que los chicos no parten todos de la misma realidad y que el estado debe garantizar que ese piso de largada esté equilibrado.
Un niño/a que comienza la escuela bien nutrido/a, bien dormido/a, con tiempo para jugar, con agua caliente, con una casa de materiales en un barrio clase media, no está en las mismas condiciones que un niño/a con necesidades básicas insatisfechas, en un barrio carenciado, con calles de tierra, sin agua caliente, etc, etc. Y allí no se puede pensar en la meritocracia porque lo más probable es que uno/a de esos/as niños/as abandone o llegue, si lo hace en peores condiciones. Solo hay excepciones que lo lograrán, pero no la gran mayoría, reproduciendo el esquema social imperante.
Gracias Luisa
Perfil de Luisa Vlamaggia
Periodista de radio y televisión por cable.
Conduce Abrir el Juego por Radio Cooperativa.
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