I. CIUDADANÍA Y PROYECTOS EN LA ESCUELA SECUNDARIA.
Construcción de Ciudadanía tiene una cercana trayectoria en los sistemas educativos (en provincia de Buenos Aires se implementó como tal con la Ley 13688, vigente desde 2007), pero una amplia tradición como espacio destinado en los diseños curriculares: en su momento, supo ser Instrucción/Educación Cívica, Formación Ética y Ciudadana, Derechos Humanos y Ciudadanía, entre otras denominaciones.
Está claro que los sistemas educativos incluyen una dimensión ética y humanística, orientada a la defensa de los valores democráticos, con el agregado que desde hace unos años aparece la denominación de construcción, en claro sentido a los postulados constructivistas de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
También, la Ley destina la creación de espacios curriculares orientados fuertemente a la realización de proyectos de investigación. En efecto, además de existir una materia que lleva ese nombre (“Proyectos de Investigación en Ciencias Sociales”), propone que otras como Historia, Geografía y Sociología, dispongan para sus estudiantes procesos de enseñanza y aprendizajes tendientes a la adquisición de habilidades propias del acto de investigar; tarea compleja que requiere de diversas instancias metodológicas, las cuales dotan de sentido y significación al hecho educativo por sí mismo, dado que pone al docente, al alumno, y a la comunidad educativa, en presencia de transformaciones que pretenden brindar posibles soluciones a problemáticas latentes.
En virtud de lo anterior, Construcción de Ciudadanía propone pensar instancias de socialización de hechos trascendentes para la comunidad, de recepción y producción de sentido; y Proyectos de Investigación en Ciencias Sociales permitiría estudiar un mismo acontecimiento desde diversas disciplinas: Historia (hechos ocurridos en el período 76-83); Filosofía (¿por qué “Memoria”, “Verdad”, “Justicia?”); Política (regímenes de gobierno, poder de los militares y de una sociedad que desde el retorno de la democracia manifiesta un sentimiento generalizado de rechazo hacia los procederes de la última dictadura); Psicología (conceptos de trauma y duelo); Arte (expresiones estéticas diversas); Geografía (sitios de Memoria); Comunicación, Cultura y Sociedad (cómo los medios tratan los hechos), Literatura (obras que dan cuenta de tales episodios), etc.
II. EL OFICIO DE SER DOCENTE
El 24 de marzo de 2016 -Día de la Memoria- con un grupo de 6to año secundaria preparamos una clase abierta para toda la escuela (testimonios, videoclips, actuaciones); luego de lo cual se preguntó si entre los presentes había algún papá/pariente/conocido que tuviera alguna vinculación con sucesos a conocer o investigar. En eso, una estudiante de 3er año dijo que su abuelo había estado exiliado en México durante el 76-83.
El abuelo en cuestión era Jesús Tito Plaza, ciudadano ilustre: abogado, periodista, activista de derechos humanos. Muy carismático, contó su experiencia y respondió a una agenda de pregunta (desde “¿qué significa el exilio?” hasta “¿qué hacés cuando llegás a otro país, adónde vás, en qué lugar dormís, qué comés, de qué vivís?”).
Él nos puso en contacto con Nora y Marta Úngaro, hermanas de Horacio, víctima de La Noche de los Lápices, porque en septiembre de ese mismo año también preparamos una clase abierta convocando a personas que tuvieran que ver con el hecho, e incluso se citó a hijos de Malvinas para rescatar el valor político de la juventud en el hecho de defender la Memoria y construir ciudadanía.
En ese tiempo, recurrimos a una banda de rock platense llamada La Caverna, que tiene una canción llamada «16 de septiembre», fecha de la tragedia (https://www.youtube.com/watch?v=ZmqFc46MGNM).
Luego, supimos que su baterista era Juano Falcone, sobrino de Claudia, otra de las víctimas de aquel suceso.
Más tarde, me comuniqué vía telefónica con él para hacerle una entrevista; y de paso, me comentó que recientemente se había escrito una biografía sobre su tía Claudia que estaba presentándose en diversos centros culturales e instituciones educativas. El autor era Leonardo Marcote, periodista de Lanús, a quien contacté para convocarlo a la escuela.
Cuando lo tuvimos en las aulas, nos contó anécdotas de la protagonista, en un contexto que generaba asombro: ¿cómo podía construirse una historia de vida tan amplia de una adolescente de apenas 16 años de edad?
Leonardo comentó cómo diseñó un rompecabezas que le valió el eterno agradecimiento de Jorge, hermano de Claudia: “siento que vos conocés a mi hermana más que yo”.
Así llegué a La casa de los conejos, libro que transcurre en ese contexto y que fue escrito por Laura Alcoba.
Mientras lo leía tras la visita de Marcote, fui tomando nota de los acontecimientos que marcaron otro hito en la ciudad: Clara Anahí, nieta de Chicha, había sido secuestrada en noviembre de 1976.
El episodio, como todos los de la última Dictadura Cívico Militar, es contundente. Muerte, secuestro, persecución.
Al momento de escribir estas líneas, se anunciaba el fallecimiento de Chicha Mariani a los 92 años de edad.
Desde febrero de este año, mantengo comunicación virtual con la escritora, a quien también le hice una entrevista para un libro en el que estoy trabajando. Ella vive en París, pero está muy atenta a lo que sucede aquí; y su compromiso con la Memoria es fuerte, conmovedor y persistente.
III. ENSEÑAR Y APRENDER EN PERSPECTIVA FILOSÓFICA.
Uno de los campos de estudio de la filosofía es la historia; y en nuestro país, los últimos años muestran un creciente interés por temas vinculados a la Memoria, los Derechos Humanos, las prácticas políticas que venzan todo olvido.
Por tal motivo, los diseños curriculares de filosofía incorporan la unidad de Filosofía de la Historia como un eje problemático que debe ser considerado, siempre con la atención puesta en la necesidad de transformar la realidad social y visibilizar un pasado que debe resignificarse en el presente, a los fines de consolidar una cultura democrática que incluya a las diversidades y garantice la justicia social.
Será tarea del docente prestar atención a estas demandas; porque no se trata solamente de que existan planes de estudio que indiquen qué temas deben darse y cuáles no, sino de repensar la práctica a partir de compromisos que se expandan más allá de las aulas.
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