Comienzan nuevos caminos de investigación consultando al libro de la naturaleza y no a los libros que provenían de la Antigüedad.
Ese camino de los inventos requirió de ciertos elementos que fueron necesarios para hacerlo posible. En principio, las Universidades que produjeron a esos hombres de ciencia. La creación de las nuevas universidades en Inglaterra, por ejemplo, enmarcadas en la progresiva estructuración de lo que conocemos como el Estado moderno. Estado que deja de ser aquel Estado feudal de la medievalidad, conglomerado de Reinos aislados del Renacimiento, para dar origen a la unificación y el surgimiento de los nuevos Estados nacionales a partir de una lengua, una historia y una religión común.
¿Qué implica ese surgimiento y porqué nos interesa aquí? Porque son los Estados nacionales los que van a brindar la infraestructura necesaria para que todo esto que se está desarrollando en el ámbito del saber pueda generar cambios y transformaciones económicas y sociales, nuevos inventos, nuevas tecnologías. Porque sin un Estado que sostenga, a través del surgimiento del mercantilismo y el incipiente capitalismo, las Universidades, el desarrollo de las industrias, las fábricas para que esos inventos se produzcan, un nuevo Derecho que reglamentará los derechos de la propiedad, la garantía de los contratos etc. no hubiera sido posible. Ese Estado permitió que todo aquel cúmulo de aparatos, procesos y procedimientos pueda producirse y comercializarse, llegar a quienes los pueden adquirir.
Las redes marítimas, de traslados terrestres y aéreos, el sistema de comunicaciones, sólo fue posible a través de su existencia. Él es aquella fuerza organizativa, y en mucho más de lo que hemos nombrado; es condición necesaria, aunque no suficiente, para comprender la tecnología. Es el aspecto Organizacional de la tecnología, el que sostiene el surgimiento y desarrollo de su aspecto técnico. Es la condición de posibilidad, parafraseando a Kant, del surgimiento y la existencia del aspecto técnico de la nueva ciencia moderna, que hace tiempo se ha transformado en tecnociencia porque participa de la lógica civilizatoria que le imprime el estar bajo el horizonte de esta cultura de la modernidad.
Estamos complejizando y completando el concepto de Tecnología. Para arar un campo con una azada, para sacar mineral de una veta en la montaña, cosas que la humanidad ha hecho y sigue haciendo desde tiempos inmemoriales, no se necesitó de toda esa infraestructura. Nuestros aborígenes lo hacían, ayudaban a parir a la madre tierra dicen.
Pero cuando se introduce un elemento derivado de la tecnología, ocurre algo bien diferente. Todo el entorno humano es transformado por ese aparato introducido como novedad, cambian las formas de relacionarse con ese objeto y con el entorno. Es como si el sistema tecnológico irradiara hacia todo ese mundo humano modificando hábitos, costumbres, sentido, lenguaje y valores. Transforma el mundo en el cual aparece y éste ya no vuelve a sus antiguas formas. Caso paradigmático y reciente en nuestro país, en la década del ’90 la introducción de los celulares progresivamente en una sociedad que, incluso la urbana, debía esperar hasta 10 años para obtener un aparato de teléfono fijo. La comunicación era cara a cara y a partir de esto, la transformación comunicacional en la vida de relación de las personas, en las formas de organización laboral, educativa, etc. fue inmensa. La azada no produce este efecto de onda expansiva; con la introducción de la tecnología se trasforma un mundo. Allí podemos ver la diferencia entre lo técnico y lo tecnológico.
Podemos imaginarnos el concepto de tecnología como un triángulo equilátero donde los dos vértices de su base están formados por el Aspecto Técnico y el Aspecto Organizacional. En el vértice superior de ese triángulo ubicamos el último aspecto del esquema que nos permite abarcar mejor las diferentes dimensiones del fenómeno: el Aspecto Cultural, la cosmovisión que hizo posible todo ese cambio.
El aspecto cultural tiene que ver con los cambios en los valores, con la concepción de quién es el ser humano, qué es la vida, la naturaleza. Estas transformaciones culturales son las responsables de las modificaciones en la Civilización occidental en aquella Europa, dentro de las cuales todavía transitamos. Los valores de la civilización medieval/renacentista se transformaron; lo supremo, lo más importante es el valor económico. Los criterios en base a los cuales se toman decisiones son criterios economicistas, a pesar de los discursos que cotidianamente seguirán nombrando y defendiendo otros valores.
El fenómeno tecnológico es un sistema, es una organización donde todas sus partes están interconectadas y son interdependientes entre sí. Este sistema tiene una lógica interna que se guía por dos principios inamovibles, el primero es la obtención del mayor rendimiento con la menor inversión de recursos. En esto se nota el perfil económico, si nos fijamos en cualquiera de las cadenas de aparatos, procesos y procedimientos generados en estos siglos por esta revolución tecnológica, su lógica interna tiene que ver con esta búsqueda del rendimiento económico con el ahorro de tiempo y recursos. Otra gran cuestión, la velocidad, el rendimiento está orientado a ganar tiempo y/o dinero con la menor inversión.
El segundo principio rector del sistema, es todo lo que se puede hacer debe hacerse, todo lo que se puede debe hacerse. Toda aquella investigación, acción o producción que podemos llevar a cabo porque están dadas las condiciones en el ámbito del saber y en el ámbito del hacer, es decir podemos conocerlo y producirlo, entonces debe hacerse.
Todo aquello que es cuestionable desde el punto de vista ético en la producción de tecnologías, se opone a dictados religiosos o conlleva aspectos reprochables dentro del ámbito del derecho, aunque se alcen voces, se termina realizando. Este sistema tecnológico lleva implícita esa obligación permisiva, si están dadas las condiciones para algo, tarde o temprano se realiza. La lógica inherente a este sistema la representan los ejes axiológicos que lo rigen. A pesar de los discursos grandilocuentes de los poderosos sobre el bien, la verdad y la libertad, hay que ser realista y mirar de frente la cuestión, la verdad efectiva de la cosa como nos pedía Maquiavelo.
Profesora en Filosofía y Cs. de la Educación del Instituto Superior Prof. A.M. Sáenz. Cursadas y aprobadas materias de la carrera de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, cursada completa del Ciclo de omplementación Universitaria en Filosofía por la Universidad de Morón. Profesora Nivel Medio y Nivel Superior. Miembro del grupo de investigación y divulgación filosófica Encavernados @encarvernadosfilosofia9101, libros publicados: Docta barbarie, reflexiones en torno al pensamiento argentino (2020) y De sabihondos y suicidas, contrapuntos sobre el tango (2022) Delegada Regional y Directora Nacional de Acción Social para la Obra Social para la ctividad Docente.1993/2006
Sé el primero en comentar