Hace algunas décadas, cuando éramos niños, salíamos de la escuela, pasábamos por casa a recoger a dejar nuestros útiles y nos íbamos a jugar a la calle con amigos y vecinos hasta la hora de hacer los deberes y cenar.
¿Qué pasa con la tarea de ser niño? Los adultos no solemos dedicar mucho tiempo a reflexionar sobre ella. Cuando jugabas en la calle libremente, con otros niños y niñas, aprendías de forma natural a superar la frustración sin derivarla en agresividad, por ejemplo, cuando corrías poco y no te querían para jugar al poli ladrón, escondidas, bolitas, figuritas, a la pelota, etc. A los padres nada nos gusta más que ver a nuestros hijos felices.
La infancia como derecho. La infancia no debe ser un mito en la cultura occidental. Un niño tiene que jugar, imaginar, curiosear y crear cosas y mundos en el que vivir. Esas cosas para un adulto parecen imposibles en los tiempos que corren donde todo es ya; donde se borra constantemente el presente.
Las actividades extraescolares no deberían ocupar el tiempo que los padres podemos pasar con los niños.
El exceso de actividades extraescolares puede llevar a una sobrecarga de horarios y agendas apretadas para los niños. Esto puede generar altos niveles de estrés, especialmente si no tienen suficiente tiempo para descansar, relajarse y simplemente ser niños. A partir de los seis años es importante que los niños den su opinión sobre las actividades que les gustaría practicar y, aunque los padres pueden orientar basándose en la edad, gustos, carácter y habilidades del niño, nunca deben escoger o imponer una actividad. De esta forma estarán motivados y se divertirán.
A pesar de lo maravilloso que esto suena en palabras, en donde decimos que los niños tienen que ser niños, jugar, ser protegidos; parece que cada vez tenemos mayor empeño por quitarles esa libertad. Sobrecargados de estímulos y de actividades, los niños y adolescentes muestran signos de estrés y agotamiento a edades muy tempranas. Trastornos del sueño, dificultades para concentrarse, hiperactividad, apatía, dolores de cabeza.
Tenemos niños muy preparados, muy ocupados y muy estresados. Los niños de hoy en día no saben jugar, no tienen tiempo con miles de tareas que realizan en la semana o mandando al niño a trabajar para que aprenda el valor de las cosas, llegando incluso a la explotación infantil siempre en beneficio de los grandes aclarando que ayudar en la casa con tareas mínimas como: levantar la mesa, ordenar el cuarto, hacer la tarea escolar etc. no es trabajo infantil. La noción de postergación existe, que se puede modificar lo planificado.
Consejo: limitar las actividades extraescolares y favorecer que tengan tiempo para “no hacer nada” y que tengan vida propia. Simplemente los satura de vivencias. Esto puede llegar al extremo de que el niño no pueda asimilar tantas cosas o se quede saturado
Dice San Pablo: «mientras yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño».
¡Es así de sencillo… y fue escrito hace 2.000 años! Los niños crecen porque el tiempo pasa.
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