¿Debemos sufrir estudiando matemáticas?. Colombia

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En contra de lo que se podría pensar, la dificultad no estriba en la falta de conocimientos matemáticos con la que los estudiantes ingresan a la universidad; al fin y al cabo el conocimiento se adquiere y las habilidades se desarrollan. El elemento catastrófico es el alto nivel de ansiedad matemática que los estudiantes experimentan durante los primeros semestres de universidad.
Los afectos en las matemáticas

La ansiedad matemática es una situación de “pánico, impotencia, parálisis y desorganización mental que algunas personas experimentan cuando se les pide que resuelvan problemas matemáticos”. Un estudio de 2023 realizado en México encontró que el 46% de los estudiantes entrevistados sufren niveles moderados o severos de ansiedad matemática, lo que solo confirma nuestra experiencia en espacios académicos.

¿Cómo estudiar en un clima donde el fracaso es lo normal, qué hay detrás de la ansiedad matemática? Aunque este no es un fenómeno nuevo, sí está en un crecimiento tan preocupante que amenaza gravemente los procesos de aprendizaje de la mayoría de los estudiantes. En un alto porcentaje de los casos la dificultad no parece ser la carencia de recursos cognitivos o intelectuales, sino una cuestión afectiva, es decir las emociones que expresamos en nuestra relación con esta disciplina.

En algún momento de la trayectoria del estudiante sus experiencias de aprendizaje lo llevaron a la conclusión de que no podía entender las matemáticas. La autoeficacia, que es el conjunto de creencias que una persona tiene sobre su propio nivel de competencia en un contexto determinado, es una de las variables que mejor predice el éxito académico. Si un estudiante considera que su habilidad para manejar conceptos, plantear problemas o argumentar rigurosamente es insuficiente, probablemente entrará en conflicto con las exigencias académicas que le demandan adquirir ciertos conocimientos y habilidades matemáticas. Estas exigencias se convierten en un imposible.

¿Cómo satisfacer un imposible? La única solución es ocultarlo detrás de una mentira. Es muy diferente cuando estudiamos para adquirir un aprendizaje que cuando lo hacemos para obtener un desempeño frente a las evaluaciones. Al estudiar una materia ciertamente ambos objetivos son relevantes en alguna medida, pero en ocasiones el objetivo del aprendizaje se sacrifica por considerarse costoso, e incluso imposible.

En una encuesta realizada en 2024 a estudiantes de Cálculo Diferencial de la UNAL Sede Medellín, aproximadamente el 30% de los encuestados se mostró total o parcialmente de acuerdo con esta frase: “no entiendo la teoría, pero puedo pasar la materia aprendiendo a resolver algunos problemas”. Si el estudiante siente que no entiende, o peor aún, que no puede entender, entonces desaparece en él toda intención de aprender, y tendrá que conformarse con pasar la materia con los medios a su disposición: tal vez entrenándose para responder a algunas preguntas típicas que aparecen en las evaluaciones, tal vez mediante el fraude académico, tal vez compensando las bajas calificaciones de los exámenes con otro tipo de evaluaciones.

¿Cuándo se produce esta deserción del proceso de aprendizaje? En ocasiones durante la etapa escolar. Actualmente la mayor parte de la población universitaria está conformada por estudiantes que tuvieron que adaptarse a la enseñanza virtual durante la pandemia por Covid-19. La educación matemática escolar se adaptó como pudo a esta situación, pero en general el aprendizaje de las matemáticas fue poco exitoso. Como los cursos seguían avanzando, en los años siguientes a la pandemia los escolares tuvieron que convivir con contenidos y métodos que estaban por encima del nivel de los conocimientos que habían adquirido, llegando a la conclusión de que tal vez no podían aprender matemáticas.
Quedarse con el conocimiento aprendido, como replicar una fórmula para resolver un problema, dificulta el aprendizaje de habilidades más complejas. Foto: archivo Unimedios.Quedarse con el conocimiento aprendido, como replicar una fórmula para resolver un problema, dificulta el aprendizaje de habilidades más complejas. Foto: archivo Unimedios.

En otras ocasiones se llega a la universidad con confianza en la capacidad para adquirir conocimientos, pero hay un problema de adaptación a la enseñanza universitaria. Allí los procesos de aprendizaje requieren de mayor autorregulación por parte del estudiante que los procesos escolares, y se ponen a su disposición unas herramientas de aprendizaje que ellos deben utilizar de forma autónoma. Si él no adquiere la habilidad de autorregular su proceso de estudio, entonces es muy posible que no alcance las metas de aprendizaje, y en muchas ocasiones atribuya ese fracaso a su propia falta de capacidad.
Fluir en el aprendizaje

El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi definió el “estado de flujo” como la condición en la que una persona se involucra por completo en una actividad, con una sensación de energía concentrada, disfrute en el proceso y plena absorción en lo que está haciendo. Nos gustaría promover que los estudiantes tengan experiencias de flujo del aprendizaje, ¿pero cómo hacerlo?

Una de las características más importantes de la experiencia de flujo es que en la tarea que se está realizando siempre debe haber un equilibrio entre el nivel de desafío y la habilidad: cuando esta no necesita del involucramiento de las capacidades propias, se cae con facilidad en el aburrimiento y el desinterés. Por otro lado, si el nivel de dificultad de una tarea supera las capacidades del estudiante, primero se convierte en una fuente de ansiedad, y después se produce el abandono y la apatía. Aprender siempre requiere de regulación emocional, convivencia con niveles tolerables de ansiedad, y trámite de la frustración.

Al fin y al cabo el aprendizaje no es instantáneo, sino que el conocimiento llega a través de la completación de ciclos de experiencia. Esto significa: identificar un nuevo problema o concepto que reta el conocimiento que se tiene, movilizar energía para estudiarlo y comprenderlo, y terminar el ciclo al resolver o adquirir el conocimiento, con la satisfacción de haberlo logrado. Este ciclo se rompe cuando no se identifica la necesidad de aprender, se pospone la tarea, se dispersa la energía o se aplica una fórmula aprendida sin entenderla.

De forma automática, los estudiantes elegirán el tipo de tareas que les causen menos ansiedad. En la encuesta aplicada a los estudiantes de Cálculo Diferencial de la UNAL Sede Medellín ellos declararon que preferían realizar ejercicios y cálculos, muy por encima de estudiar los conceptos teóricos o plantear y resolver problemas. En muchos casos el estudiante está eligiendo la única tarea que sabe hacer y no es capaz de pasar a una más compleja porque no sabe cómo hacerlo, aunque la tarea que repite le resulte aburrida.
No solo las habilidades cognitivas importan, las emociones pueden frustrar o motivar el aprendizaje de las matemáticas. Foto: archivo Unimedios.No solo las habilidades cognitivas importan, las emociones pueden frustrar o motivar el aprendizaje de las matemáticas. Foto: archivo Unimedios.

Un estudiante que desee regular su aprendizaje también tiene que pensar en términos de regular sus emociones. ¿Cómo se siente cuando está realizando distintas tareas? Es necesario mantener la ansiedad y la frustración en niveles aceptables. Si la ansiedad no se dispara, lo que se está experimentando se puede describir más bien como activación, y si tenemos expectativas realistas de superar lo que nos frustra, entonces nos sentimos interrogados, y podemos disfrutar de una experiencia agradable y exitosa de aprendizaje.

Una técnica útil para trabajar en matemáticas con listas de problemas es la siguiente: (i) lea todos los problemas y asígnele a cada uno un nivel de desafío: 1 si le parece muy fácil de hacer y 5 si le parece muy difícil; (ii) ignore los problemas que le parecen más fáciles, céntrese en los que considera tienen algún nivel de desafío pero están al alcance de sus posibilidades, y (iii) pida ayuda para los problemas difíciles. Puede utilizar diversas fuentes: docentes, tutores, compañeros o inteligencia artificial, pero no se conforme con la solución, pida siempre un paso a paso que le ayude a localizar esa pieza que le faltaba, ese elemento que hacía que el problema le pareciera difícil, incluso imposible, y aprópieselo. ¿Cómo apropiárselo? Busque, o imagine otros ejercicios o problemas en los que pueda aplicar esa pieza que acaba de encontrar.

Referencias

Csikszentmihalyi M. (2014). Applications of Flow in Human Development and Education: The Collected Works of Mihaly Csikszentmihalyi. Springer.

Liljedahl P. (2005). Mathematical discovery and affect: The effect of AHA! experiences on undergraduate mathematics students. International Journal of Mathematical Education in Science and Technology, 36(2-3), 219-234.

Zamora S, Cadena M, Franci A, y Cibrián T. (2023). Prevalencia de ansiedad matemática en universitarios. Nova Scientia, 15(31), 1-14.
FUENTE: Periódico UNAL – Universidad Nacional de Colombia

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