Frente a la realidad creciente del desinterés de los estudiantes, los profesores somos conscientes de la importancia de adecuar nuestras propuestas didácticas a las necesidades de los estudiantes. Este concepto implica que cada docente requiere la preparación de sus clases con antelación y constantemente, porque sus estudiantes son considerados personas únicas. Por lo tanto, no se puede basar nuestro desempeño en recetas hechas que en un momento dieron resultados. Hoy asumimos que la tarea docente es situada porque atiende la realidad concreta de cada curso.
Este concepto envuelve el respeto que debemos brindar a cada estudiante.
Por lo expuesto debemos estar dispuesto a comprometerse en una realidad cambiante que necesita cambios. La idea que difundió en muchas ocasiones el pedagogo español Víctor Gracia Hoz sostenía lo siguiente: “Parece hacer buena la idea de que a una nueva sociedad le corresponde una nueva educación” (1987, p. 14).
Por lo tanto, en la actualidad todavía es prioritario realizar cambios con gran atención a las características de las nuevas generaciones, para brindarles lo que requieren y, así, colaborar en su crecimiento. Si no existen cambios no hay educación. Esto obliga a poner una mirada profunda en los elementos que precisan modificarse como en
aquellos que merecen permanecen y, así, brindar una colaboración efectiva para que cada persona se desarrolle. Entonces, “La noción de cambio es relativa. Surge de la comparación de dos estados distintos de una misma realidad. En todo lo que cambia hay algo que permanece y algo que pasa, (…) La noción de cambio exige su correlato de permanecía”. (García Hoz, 1987, p. 16). Es decir, en todo proceso educativo debe habar un equilibro entre el desarrollo de valores permanentes con la integración a la comunidad que pertenece.
Búsqueda de sentido en las clases de Historia
En esta dirección se destaca de una manera particular que, el trabajo en cada clase tiene como finalidad que cada estudiante encuentre un sentido. Esta idea superar el modelo tradicional que se limita a saber lo que sucedió en el pasado para que el alumno solo lo memorice. Esta nueva mirada de la enseñanza de la Historia pone su atención en buscar el desarrollo de habilidades desde el conocimiento histórico para que logre interpretar y reflexionar y, pueda encontrar una relación clara con su vida cotidiana. Solo así, el estudiante podrá tomar decisiones responsables en
su realidad cotidiana que muestran su desarrollo como persona y ciudadano. Esto se logra cuando el docente prepara su propuesta didáctica atendiendo esta finalidad. En concreto todo docente debe generar estrategias didácticas que faciliten el perfeccionamiento de capacidades. Un ejemplo puede ser, relacionar situaciones del pasado que permitan a los jóvenes establecer ricas reflexiones con la realidad en la que viven y proyectar su futuro. De esta manera, se supera las criticas de los estudiantes cuando afirman que los saberes históricos no se relacionan con sus vidas.
Para que los estudiantes puedan encontrar sentido a los contenidos históricos creemos que es indispensable que la aproximación al conocimiento se realiza desde el paradigma humanista a través de recursos como, el diálogo, el debate y la argumentación en el aula, la construcción compartida de conocimiento y la integración del contexto de aula en el proceso de enseñanza de la Historia. Así, cada estudiante en su propia narrativa podrá elaborar su conocimiento. Desde este paradigma, los estudiantes son considerados como personas y ciudadanos de una forma integral concreta, en un contexto interpersonal y social, con una predisposición innata para aprender. Así se puede desarrollar un aprendizaje llega a ser significativo, teniendo en cuenta los procesos afectivos y cognitivos, y se desarrolla de forma experiencial, lo que le permite vincularlo a su vida cotidiana.
Si hablamos sobre la busca de sentido en nuestras clases, la teoría de Aprendizaje Significativo del psicólogo estadounidense David Ausubel (1918-2008) nos brinda una posibilidad muy interesante. Sostuvo que, el aprendizaje ocurre en la mente humana cuando se presenta un nuevo contenido con la intención de establecer relaciones con los conocimientos previos de los estudiantes. Cuando estos saberes ya existentes se relacionan con la nueva información, no en una suma de conceptos, es una vinculación interactiva, así se genera el aprendizaje y, por lo tanto, nuevo conocimiento para el estudiante.
Desde la mirada de los docentes es fundamental que su trabajo esté orientado a establecer conexiones entre los conocimientos que ya poseen los estudiantes y el nuevo material, generando lo que Ausubel llamó puentes cognitivos. Es decir, buscar la mayor cantidad de vinculaciones entre estos dos tipos de conocimientos para que el
estudiante pueda incorporar lo nuevo. Este tipo de aprendizaje consiste en lo que llamamos aprendizaje profundo. 1
Para llevar al aula esta postura renovada se toma como esencial asumir que la Historia no es solamente pasado, sino una relación entre el pasado con el presente 1 Nota: Aprender de una forma profunda supone relacionar lo que aprendemos con los conocimientos que ya tenemos. Para ello es necesario enseñar a los estudiantes a relacionar los conocimientos que ya poseen con los nuevos y con sus propias experiencias. Por lo tanto, el aprendizaje profundo se puede definir como una estrategia para dar significado a una nueva información con el objetivo de que el conocimiento que se haya adquirido se puede utilizar para resolver problemas en el futuro.
Y las miradas que ponemos en el futuro. Es decir, la Historia nos permite atender el presente y asumir un verdadero concepto de temporalidad. Esta mirada se fundamenta en el rol de cada estudiante como persona, porque tiene contacto con las herramientas indispensables para que pueda elaborar su proyecto de vida. De este modo, se supera las antiguas posturas que ponen toda su atención a los hechos pasados. Este camino coloca como centro de esta cuestión al rol que asumen los/las profesores/as de Historia porque actúan en la realidad concreta de sus estudiantes.
Para fundamentar esta postura sobre la temporalidad destaca el trabajo sobre las tres categorías del tiempo (pasado, presente y futuro) en vez de una mirada exclusiva centrada en el pasado.
Otro aspecto sobresaliente que se debe tener en cuenta en las clases de Historia para mantener el interés de los estudiantes cuando se analizan procesos históricos es necesario atender dos aspectos: “la relación de los procesos históricos con el contexto actual, y la proyección realizada desde el presente hacia el futuro.” (Revilla y Sánchez. 2018; 120) De este modo, se deja de lado el carácter descriptivo de los hechos históricos para asumir un rol que le permite otorgar significados a los procesos del presente. Esta idea para los profesores de historia es importante porque ofrece la posibilidad de promover un trabajo productivo sobre posicionamiento de los estudiantes y sus concepciones más profundas. No cabe duda de que la forma en la que se concibe el pasado puede condicionar aspectos tan variados como la identidad asumida por el alumnado, su percepción de pertenencia a colectivos, o la pervivencia en el tiempo de finalidades y valores, siempre a través de las narrativas construidas a su alrededor (López, Carretero, y Rodríguez-Moneo, 2014).
El segundo aspecto lo encontramos en el manejo del método histórico. Este permite al estudiante y bucear en la historia buscando respuestas a sus propias preguntas. Por lo tanto, esta implementación áulica debe superar la ideas exclusiva de conocer el pasado. Más bien, lo que se desea es que, por medio de la implementación del método histórico, cada alumno, además de querer conocer el pasado, pueda perfeccionar interesantes habilidades como: analizar, contextualizar, relacionar, argumentar, fundamentar, confrontar, interpretar y especialmente narrar sus propias ideas.
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