Lo que el teclado nos robó: la costumbre perdida de escribir a mano. Motricidad fina

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 Cambios de hábitos. Los teclados reemplazaron casi por completo al lápiz y el papel y eso tiene consecuencias que van más allá de una caligrafía ilegible. El impacto en el aprendizaje, el razonamiento y la memoria. Qué pasa en las aulas. Hablan un especialista y profesores de La Plata.

A la hora de escribir a mano el hemisferio izquierdo y derecho del cerebro se conectan, lo que mejora la memoria y el aprendizaje. Delinear palabras en un papel requiere prestar atención en lo que se escribe, pensar en cómo hacerlo, mover la mano y otras técnicas que estimulan el cerebro

Si queremos mensajearnos con alguien, tomamos el celular, sin importar si estamos a unos metros o a un océano de distancia; lo mismo cuenta para agendar una actividad, tomar apuntes o hacer la lista de las compras para el súper. Por hábito o comodidad hemos perdido la costumbre de escribir a mano, y esto impacta en mucho más que una caligrafía que se vuelve ilegible por falta de uso: es que los procesos mentales tienen conexión directa con el cuerpo y las sensaciones físicas, más allá de que el mecanismo de tipear en un teclado tiene una implicación sensorial mínima.
“Escribir a mano es una actividad profundamente vinculada con el cerebro, su desarrollo y maduración y, por lo tanto, con el aprendizaje”, explica Diego Sarasola, médico especialista en Neuropsiquiatría e Investigador en Áreas de Neurociencias y desórdenes cognitivos. Y amplía: “Estudios recientes mostraron que la escritura manual activa áreas claves vinculadas con el procesamiento de letras y las regiones sensoriomotoras, esenciales para consolidar la memoria visual y espacial. Esta actividad facilita el aprendizaje a largo plazo y mejora el reconocimiento de información”.
Según Sarasola, “diversos trabajos mostraron el rendimiento superior y una mayor tasa de recuerdos, cuando se escribe a mano que cuando se teclea en una computadora. Lo escrito a mano favorece la fijación en la memoria, con respecto a quien solo tipea un teclado”.
Las primeras evidencias de escritura a mano tienen más de 5000 años, con los escritos cuneiformes de los sumerios en la Mesopotamia. Las primeras máquinas de escribir aparecieron a finales del siglo XIX y su uso se masificó desde mediados del XX. Más acá, las computadoras personales y los distintos instrumentos digitales impulsaron un paulatino abandono de la escritura manual por parte de las nuevas generaciones, que prefieren escribir en distintos soportes digitales. El futuro llegó hace rato, dice la canción, y si no sirve negarlo, tampoco pasar por alto consecuencias que podrían evitarse.
Daniela Leiva Seisdedos es profesora de Historia y de Trabajo y Ciudadanía en dos importantes colegios de La Plata. Además de la firma en los exámenes, a sus alumnos les exige buena ortografía, caligrafía y redacción, con descuento de puntos por cada falta.
“En algún momento llegaron a prohibir que se corrigieran esas faltas y hasta las reglas ortográficas, con la excusa de que el lenguaje es algo vivo, pero esto ha generado muchísimos problemas”, asegura la profesora, que también dirige la revista educativa El Arcón de Clio. Y pone la lupa en los riesgos de un síntoma de estos tiempos: la pérdida de la letra cursiva.
“La letra cursiva ayuda a desarrollar la motricidad fina porque requiere movimientos fluidos y coordinados; esos trazos suaves y continuos ayudan también a la coordinación ojo-mano e implican un desarrollo de la fuerza y el control de los músculos de los dedos, necesarios para sujetar el lápiz o bolígrafo al escribir”, refiere, citando las conclusiones que el médico y docente William R. Klemm expuso en su libro “la escritura en cursiva hace a los niños más inteligentes”.
Leiva Seisdedos cuestiona que esta escritura “no se enseñe generalmente después del tercer grado”, sobre todo “cuando los científicos están descubriendo que su aprendizaje es una herramienta crucial para el desarrollo cognitivo”.
Desde su propia experiencia, observa que “los chicos están perdiendo motricidad fina desde el jardín de infantes”, lo cual complica su desarrollo en algunas áreas: “Para el segundo año de la secundaria ya no pueden hacer actividades como recortar, pegar o dibujar y tampoco conocen las letras. No pueden hacer un dictado”. Para contrarrestarlo, propone el desarrollo de talleres de arte que “varios colegios están iniciando como materias extracurriculares”.

ANÁLISIS VS. LITERALIDAD
Comenta Sarasola que “un estudio realizado con estudiantes universitarios mostró una diferencia llamativa entre dos modos distintos de tomar apuntes. Se compararon dos grupos de estudiantes universitarios; unos tomaban apuntes a mano y otros los tecleaban directamente en una computadora. Los investigadores observaron que los primeros tenían mejor capacidad de conceptualización, mientras que los segundos tendían a ser más literales en sus anotaciones, con conceptualizaciones más pobres”. A criterio del psiquiatra, “estos resultados sugieren que el método de toma de notas impacta directamente en la calidad del aprendizaje. Para maximizar la retención conceptual, se recomienda fomentar la escritura a mano en contextos educativos, especialmente en actividades que requieren análisis profundo. Las laptops, aunque útiles para almacenamiento, deberían usarse con cautela para evitar un aprendizaje superficial”.
En Noruega, por ejemplo, muchas escuelas han dejado de enseñar la escritura cursiva, instando a los alumnos a que escriban y lean en un iPad, tendencia que ya tropieza con fuertes detractores en distintos ámbitos. En Estados Unidos también fue eliminada la letra cursiva de los Estándares Básicos Comunes, pero varios estados decidieron reincorporarla a los planes de estudio, debido a sus beneficios para el aprendizaje (ver aparte).
Hace más de una década que Yanina D’Addario es docente de la cátedra Dirección de Actores, en el cuarto año de la licenciatura en Artes Audiovisuales de la Facultad de Artes de la UNLP. Sus alumnos, en general mayores de 23 años, “toman apuntes con el celular” y “escriben mal en todo sentido”, según describe.
Alude a la caligrafía y ortografía, pero también al sentido de las frases y la formación o articulación de las ideas. Y aunque aclara que el problema no es nuevo, dice que se agudizó luego de la pandemia: “Escriben con una letra muy deformada; a veces hasta interpretamos que lo hacen para que no entendamos, porque no estudian. Es que también bajó mucho el rendimiento por falta de lectura”, revela D’Addario.
Pese a todas esas dificultades, los alumnos celebran que los parciales sean escritos porque “en los orales les cuesta expresarse”, suma la profesora. La contracara de ese alivio es el padecimiento de los docentes que deben corregir trabajos ilegibles, en cualquier nivel educativo. “Tratamos de descifrar letra por letra. Cuando no entendemos ni una frase les pedimos que nos lo lean, pero muchas veces ellos tampoco se entienden y entonces deben rehacerlo, porque nos sabemos si esto es verdad o ponen cualquier cosa para zafar”. “De 90 alumnos que tengo, 5 se podrán leer como un adulto normal”, cierra D’Addario.

“LA LETRA QUE YO NO LEO”
El psiquiatra Diego Sarasola resalta que “es muy distinto el impacto que tiene la modalidad de escritura según el grupo etario, pero en todos ellos parece favorecer la escritura manual”. Cita los resultados de un trabajo realizado en niños de 4 y 5 años con Resonancia Magnética Funcional de cerebro, que comparó este método con el tipeo de letras: “Los que escribían de modo manual libre, mostraron mayor activación cerebral en áreas cruciales para el reconocimiento de letras, por lo que se supone que esta escritura manual facilita la adquisición de habilidades lectoras”.
Bárbara es profesora en una escuela secundaria de La Plata: “Observé una situación preocupante con un estudiante de primer año, en este último mes de clases”, cuenta; “él necesitaba intensificar (reforzar) algunos contenidos de la materia y se los escribí, para notificarle a la familia cuáles eran los temas a trabajar. Me respondió ‘lo escribiste con la letra que yo no entiendo’, aludiendo a la cursiva”.
El adolescente le explicó a Bárbara que “solamente leía en letra imprenta mayúscula, que era la que él usaba y me terminó diciendo que después se lo leía la madre, lo cual es gravísimo, porque ese chico no pudo llegar en esas condiciones a primer año”, se alarma.
“La escritura manual tiene superioridad sobre el mero tecleo a la hora de la elaboración de ideas, la generación de conceptos y la capacidad de retención. Si bien la tecnología nos empuja cada vez más a escribir en algún tipo de teclado, se debería fomentar la escritura a mano alzada, sobre todo en ámbitos educativos, y más aún en las edades más tempranas de los procesos de aprendizaje”, sugiere Sarasola.

Fuente: Periodista: Alejandra Castillo para Diario EL Día de La Plata. https://www.eldia.com/nota/2024-12-22-2-36-29-lo-que-el-teclado-nos-robo-la-costumbre-perdida-de-escribir-a-mano-la-ciudad

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