El sitio bonaerense favorecería tanto la integración políticosocial de la ciudad, relativizando las profundas iferencias históricas entre las facciones no debe olvidarse, por ejemplo, el papel central desempeñado por actores tan distantes como Torres y Mitre, como el tramado de una estrecha ligazón entre gobernantes y gobernados, para lo cual el intercambio registrado a través de la milicia, la movilización pública ó la prensa jugaron un rol decisivo. En tanto, como veremos, la proximidad material del enemigo permitiría debilitar el encasillamiento impuesto por las jerarquías sociales, subrayando, en cambio, la escisión entre la Campaña representada como
refugio de bárbaros y rebeldes y la zona urbana.
Aún cuando el sitio de Lagos, profundizado por la colaboración de la flota confederada, habría de desplomarse súbitamente el 20 de junio, una vez más en virtud de los milagros operados por el oro y el papel moneda porteños, esa frontera material y simbólica no se disolvería a lo largo de la década. En efecto, para los porteños, la campaña no dejaría de revestir un carácter de zona de riesgo donde se desenvolverían nuevos levantamientos rebeldes, la acción destructiva de las tribus indígenas adecuadamente cooptadas por Urquiza retrotrayendo las fronteras provinciales a las costas del Salado, durante la mayor parte del período—, y la instalación de las tropas
de la Confederación luego de Cepeda, en cuya incómoda proximidad, paradójicamente, la nueva «ciudad luz» en construcción encontraba un fabuloso disparador que le permitía renovar su cohesión interna.
B. La Construcción del Consenso.
Valores fundamentales.
La retórica republicana: En lo referido a los valores fundamentales, el consenso labrado durante la década de 1850 encontró una base discursiva común en una retórica republicana ampliamente difundida en tiempos de la Ideología^^, que había pervivido, aún cuando pronunciando sensiblemente sus componentes conservadores, durante la etapa rosista. Al respecto, frente al laicisismo extremo que inspiró la «feliz experiencia» rivadaviana, el rosismo opuso la adopción de un profundo componente religioso, concretando para llo una integración estrecha y subordinada de la Iglesia, convertida en uno de sus principales propagandistas, según ha comprobado Pilar González Bemaldo . Sin embargo, esa relación entre Estado e Iglesia no parece haber excedido las necesidades de control social del régimen, cuyos publicistas no resignaron, paradójicamente, la aplicación de nociones tan contradictorias con la restauración de un orden natural y profundamente jerárquico objetivo de un rosismo no siempre consecuente en sus miras— y tan reñidas con la doctrina de la Iglesia, como la de emancipación social, según analiza en detalle Jorge Myers» en un trabajo reciente. De este modo, su asimilación con el heterogéneo universo de ideas del liberalismo, que incluía tanto vertientes más progresistas como profundamente conservadoras’ no resultó demasiado conflictiva, dando lugar en cambio a un proceso de resignificación/integración que, en virtud del profundo pragmatismo de la clase política en formación, no resultaría demasiado traumático.
La construcción de un imaginario provincial: Dentro del proceso de autonomización de la provincia/formación del sistema político republicano, la construcción de un imaginario político constituyó una de las claves fundamentales. En tal sentido —como he adelantado—, ya las Jomadas de Junio habían permitido sancionar, dentro del discurso público, el nacimiento de una opinión pública que se rebelaba ante los comportamientos autoritarios»* Tras el 39 Pilar GONZÁLEZ BERNALDO: «El levantamiento de 1829: el imaginario social y sus implicancias políticas en un conflicto rural», en: Anuario del instituto de estudios de historia social. Tandil, 1988, y «La creation…», [17]. ^ Jorge MYERS: Orden y virtud. El discurso republicano en el régimen rosista, Buenos Aires, Universidad de Quilmes, 1995._A1 respecto, resultan de interés los trabajos sobre el periodismo de la época de Adolfo SALDÍAS: [32], T. II, en especial el Capítulo XLVI: «La prensa propagandista del Plata»; y Félix WEINBERG: «El periodismo en la época de Rosas», en: E.M. BARBA y otros: unitarios y federales, Buenos Aires, Ed. Granica, 1974.
^í Ver: Alberto R. LETTIERI: Vicente Fidel López. La construcción histórico-política de un liberalismo conservador, Buenos Aires, Ed. Biblos, 1995.(en prensa) 42 Para El Nacional: «La opinión pública comenzó á nacer cuando vio un acuerdo ó un tratado que se celebraba en formas inusitadas, que nadie quería adoptar ni defender:
tratado sin los precedentes legales, escondidos estudiosamente del Cuerpo Legislativo, y que debía aparecer sólo como documento oficial cuando se hallara en el pueblo el vencedor R. /., 1997, n.° 210 (c) Consejo Superior de Investigaciones Científicas Licencia Creative Commons 3.0 España (by-nc) http://revistadeindias.revistas.csic.es
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