Las dos leyendas sobre la conquista de América: ¿imperiofilia o genocidio?

Loading

La verdad histórica, entre las dos tradiciones imaginarias

Los imperiófilos de hoy en día suelen alarmarse por la falta de autoestima histórica que, en su opinión, hemos padecido los españoles a lo largo de siglos por culpa del gran montaje de la leyenda negra. En realidad, el imperio siempre encontró quien lo defendiese desde que uno de sus protagonistas, el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, escribió en 1567 desde el interior de Colombia su Antijovio, en el que hacía frente a los ataques que el humanista Paulo Jovio lanzaba contra la presencia de las tropas españolas en Italia. Después de él, Bernardo de Vargas Machuca, Francisco de Quevedo, Saavedra Fajardo, Juan Pablo Forner, Félix de Azara, Cadalso, el monumental Menéndez y Pelayo, Salvador de Madariaga y un extenso etcétera tomaron la pluma para defender la labor de España. Y no solo en la metrópoli. En toda América, desde el siglo xix hasta la primera mitad del xx, autores del norte y el sur, como William Prescott, Charles F. Lummis, José de Vasconcelos, Rubén Darío, Lucas Alamán, Washington Irving, Alfonso Reyes o Irving A. Leonard escribieron elogiosamente sobre el descubrimiento. Monumentos, plazas, calles o efemérides históricas han llenado las ciudades de América y España con los nombres de Colón, Pizarro o Cortés.

Resulta innegable, sin embargo, el cambio de perspectiva producido a partir de la Transición democrática en España. Desde entonces la visión del encuentro (nombre que desplaza al de descubrimiento) ha ido abandonando el tono triunfalista de otra época. Movida por las ansias de modernización que animaban a todo un país, la propaganda dominante fue asimilando los tópicos de la otra gran tradición imaginaria. Y así, del color rosa se pasó al negro con entusiasmo y facilidad. La transformación se hizo patente en 1992, con la conmemoración de un Quinto Centenario más empeñado en celebrar el AVE y los Juegos Olímpicos que en rememorar gestas olvidadas.

Veinticinco años después, las leyendas persisten. Las autoridades californianas, haciendo alarde de ignorancia, retiran las estatuas de Colón. Otra imagen, la del gran san Junípero Serra, que tanto hizo por defender a los indios, ha sufrido ataques vandálicos y, lo que es casi peor, en la Universidad de Stanford se ha borrado su nombre de algunos lugares. Se argumenta que las misiones cambiaron la vida tradicional de los indios y comenzaron su exterminio. Falso. El franciscano Serra, en sus misiones, impulsó que los indios aprendieran a fabricar ladrillos, arados, jabón, velas, zapatos. Sí, les cambió la vida… para bien.

Ya hemos visto que en su momento la leyenda negra cuajó en los siglos xvi y xvii porque interesaba políticamente a los enemigos de España. Hoy cobra nueva fuerza con el clima cultural de la posmodernidad. La reivindicación de las minorías y el pensamiento poscolonial tienen un objetivo en común: el eurocentrismo como suma de todos los males. Si el adversario que hay que desacreditar se identifica, históricamente, con la institución cristiana más representativa de Europa, esto es, la Iglesia católica, mucho mejor. Desde estas anteojeras, la España del siglo xvi, campeona del catolicismo, sería la responsable natural de la intolerancia y la barbarie imperialista de Occidente. En consecuencia, nada tendría de extraño que se adjudicase el delito de genocidio a la primera potencia de hace cinco siglos: los españoles de aquel entonces acabarían apareciendo algo así como los antepasados de los nazis.

Mientras tanto, en España asistimos a un rebrote hispanófilo impensable hasta hace poco. Se eleva, por ejemplo, a los altares a nuevos héroes, como el vasco Blas de Lezo (1689-1741), una figura poco quemada por la leyenda negra. Eminentes historiadores e historiadores de trinchera se lanzan a la palestra para reivindicar los logros de una nación inconsciente —al parecer— de su propia grandeza. Hay un público necesitado de argumentos con los que sentirse legitimado como español. La inquietante situación política, derivada del desafío independentista catalán, seguramente tiene mucho que ver. Sin embargo, faltan a la imparcialidad y a la verdad quienes exageran las bondades y niegan toda validez a la objetividad histórica. «Si algunos son incapaces de imparcialidad, ya que fingen amar a su pueblo tanto como para rendirle continuamente un halagador homenaje, entonces no hay nada que hacer», dice Hannah Arendt. Un fenómeno tan amplio y apasionante como la historia de España durante varios siglos no se puede reducir a un solo color: ni negro, ni blanco, ni rosa. La conquista española de América, como todas las invasiones vividas por la Humanidad, trajo un vendaval de crímenes, violaciones, saqueos, corrupción y dolor inmensos. A la vez, también vinieron con ella la fe cristiana y una nueva concepción del ser humano, un conjunto de adelantos técnicos y culturales, creencias sobre el destino de la persona y sus derechos y libertades que hoy forman un patrimonio común de las sociedades de Europa y América.

Fuente: https://nuestrotiempo.unav.edu/es/grandes-temas/las-dos-leyendas-sobre-conquista-america-imperiofilia-genocidio

Foto del avatar
Acerca de Clio Comunidad 1436 Articles
La revista educativa Arcón de Clio ofrece esta sección a la comunidad para dar a difusión todo lo referente a la educación desde proyecto de autoridades nacionales, provinciales, municipales, organizaciones internacionales, Ongs, ect. Lo hacemos para seguir generando un compromiso con la educación. Esta sesión va dedicada especialmente a esas personas que día a día suman educación, que s ecomprometen con el futuro del país. La educación es una tarea que no se hace en soledad por lo tanto los invitamos a dar divulgación. La via de contacto es el correo de la revista.

Sé el primero en comentar

Deja un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


*