La Civilización a debate

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La antítesis entre liberalismo y democracia, bajo la forma de una con traposición entre la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos, fue enunciada y argumentada por Benjamin Constant, en un discurso pronunciado en el Ateneo Real de París en 1818, en los primeros años de la restauración borbónica. Según Constant, la finalidad de los antiguos consistía en distribuir el poder político entre todos los ciudadanos de una misma patria, y a esto llamaban libertad; el fin de los modernos, en tanto, consistía en limitar el ejercicio del poder por parte del Estado, y llamaban libertad a las garantías acordadas por las instituciones. Para Constant, ambos fines eran contradictorios, ya que la participación directa de los antiguos en las decisiones colectivas (o libertad en sentido positivo), terminaba por someter al individuo a la autoridad del conjunto, en tanto el ciudadano moderno reclamaba al poder público su libertad como individuo (o libertad en sentido negativo). De este modo, la libertad de los modernos consistía, fundamentalmente, en el goce efectivo de la independencia privada. El énfasis puesto por el pensamiento liberal en las garantías jurídicas del individuo respecto de la acción del poder político implicó una verdadera revolución copernicana en la teoría del Estado, que dejó de ser enfocada desde la perspectiva del poder soberano –como lo habían hecho Bodin o Hobbes–, siendo reemplazada por la perspectiva de los súbditos.
El planteo de Constant desligaba el disfrute de los derechos civiles cuya garantía resultaba indispensable para todos dentro del mundo moderno– de los derechos políticos, que a su juicio no resultaban en modo alguno necesarios y, más aún, cuya dotación demasiado generosa podía llevar a nuevas versiones de lo que denominaba “despotismo jacobino”, por oposición a su ideal de “república representativa”. En este régimen prescripto por Constant, no sólo los gobernantes sino el conjunto del cuerpo electoral debían contar con ocio suficiente para interesarse en los
asuntos públicos, y con suficiente independencia para evitar que su voto se viese libre de toda influencia externa (lo cual, se argumentaba, no ocurría con la inmensa mayoría de la población). Para Constant sólo debían tener derecho a voto los propietarios que viviesen de sus propios recursos, posición que se tradujo en la votación de 1817, que impuso un censo de 300 francos como requisito para integrar el cuerpo electoral.
Si bien Constant hacía referencia al mundo de los antiguos para justificar su ideal moderno de libertad, en realidad descargaba su ataque contra las nociones de igualdad, democracia participativa y de voluntad general, enunciadas por J.-J. Rousseau. En realidad, la tensión entre los valores de libertad e igualdad contaba con una larga historia dentro del pensamiento liberal, que a menudo los había presentado como incompatibles. En efecto, cuando la mayoría de los pensadores liberales –Locke, Montesquieu, Burke, etc.– defendieron la noción de igualdad, lo hicieron únicamente en sentido negativo; es decir, para garantizar el derecho de todos a desarrollar sus potencialidades y aprovechar oportunidades, lo cual, ciertamente, no sucedía en la sociedad aristocrática. En realidad, se trataba de un concepto de igualdad subordinado al concepto de libertad, ya que reclamaba la igualdad para diferenciarse, para explotar las facultades individuales, para afirmar las diferencias. Hasta mediados del siglo XIX, la única voz discordante fue la de Rousseau, quien había antepuesto la voluntad general a la voluntad individual, subrayado los límites del ejercicio de la libertad individual, asignando al Estado la función de hacerlos respetar, y privilegiado las nociones de soberanía popular, sufragio universal y democracia directa.
Los argumentos de Constant definieron la matriz del régimen político durante la restauración borbónica en Francia. Asimismo, influyeron decididamente en las tesis de los liberales doctrinarios franceses –Royer Collard, Gizot, etc., que alcanzaron protagonismo durante el gobierno de Luis Felipe de Orléans, quienes consideraron que el desafío de la hora consistía en terminar con la revolución, garantizar el orden e impedir que el principio igualitario legado principal de la Revolución– condujese a la anulación de la libertad política. Los doctrinarios franceses sostuvieron las ventajas de un gobierno representativo sustentado sobre la soberanía de la razón y atento a las evoluciones de la opinión pública, con sufragio restringido por voto censatario, bajo la forma política de una monarquía constitucional, y acompañado de una generosa dotación de derechos civiles para todos los habitantes. Este pensamiento será derrotado entre 1848 y 1851, en el marco de la Segunda República, y revisado durante el Segundo Imperio.

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Acerca de Alberto Lettieri 35 Articles
Es Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires e Investigador Independiente del Conicet, en el IELAC/FCS /UBA.Ha sido Director Académico del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, 2012-1015. Director de las Diplomaturas Historia Argentina. Inst. Dorrego-Museo de los Trabajadores Eva Perón, La Plata, 2015 y Historia Argentina en Latinoamérica, Instituto Dorrego-Ministerio de Gobierno de la Provincia de Mendoza, 2013-2014. Co-Director: Especialización en Historia Política Argentina, UCES, 2014-1015. Director: Especialización en Historia Argentina y Latinoamericana, FFyL/UBA, 2006 y Director: Área Problemática del Mundo Actual, UAI, 2005-2008. Es Profesor titular regular UBA de las materias: Historia de los Sistemas Polìticos y Historia Argentina II Facultad de Filosofía y Letras y de Historia Social General/Facultad de Ciencias Sociales, y Profesor Titular: Historia del Derecho, Universidad de Palermo Ha dictado mas de una veintena de cursos de doctorado y posgrado en diversas instituciones del paìs y de América Latina. Ha publicado editoriales en Miradas al Sur, Tiempo Argentino, Ñ, Pàgina 12, Veintitrés, La Gazeta de Tucumán, El Dìa de Mendoza, Infobaires 24 y actualmente en CadenaBA, y en diversos medios del paìs y del exterior. Ha conducido el programa Claves Para Construir la Otra Historia entre 2013 y 2015 por AM 740, y ha sido columnista de numerosos programas de Radio y Cable. Principales Libros Publicados: - La batalla cultural y la mirada de la historia, Ross, Rosario, 2014. - La historia argentina en clave nacional, federalista y popular, Norma/Kapelusz, Buenos Aires, 2013. - Problemática del mundo actual. Globalización y capitalismo, Universidad Abierta Interamericana, Buenos Aires, 2007. - Seis lecciones de política, Prometeo, Buenos Aires, 2da. Edición ampliada, 2007. - La construcción de la República de la Opinión. Buenos Aires en la década de 1850, Prometeo, Buenos Aires, 2006. - Discutir el presente, imaginar el futuro. La problemática del mundo actual, Edición ampliada, Prometeo, Buenos Aires, 2006, Director. - Industrialización y desarrollo.un acercamiento a los procesos económicos contemporáneos, Biblos, 2004, ISBN: 950-786-411-3, 220 pgs., Coautor. . - La civilización en debate. Historia contemporánea de las revoluciones burguesas al neoliberalismo, Eudeba, Buenos Aires, 2003. - La vida política. Armas, votos y voces en la Argentina del siglo XIX, F.C.E., Buenos Aires, Buenos Aires, 2003. (coordinador, con Hilda Sabato) - Política y sociedad: pensamiento clásic,o Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2002. - Los tiempos modernos, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2001, (autor principal). - La República de las Instituciones. Proyecto, desarrollo y crisis del régimen político liberal en la Argentina en tiempos de la organización nacional, El Quijote, Buenos Aires, 2000. - La República de la Opinión. Política y opinión pública en Buenos Aires entre 1852 y 1862, Biblos, Buenos Aires, 1999. - Historia contemporánea. De la revolución inglesa a la actualidad, EUDEBA, Buenos Aires, 1999, (co-autor). - Vicente Fidel López. La construcción histórico-política de un liberalismo conservador, “Estudio preliminar” y selección de fuentes, Biblos-Cuadernos Simón Rodríguez, 1995.

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