La autoevaluación es una práctica muy potente para ejercitar, entre otras cosas, la autonomía, la motivación intrínseca y el pensamiento crítico.

2. La autoevaluación docente y de los alumnos ¿es una pieza clave en la mejora escolar? ¿Por qué?
Graciela: La autoevaluación es una práctica muy potente para ejercitar, entre otras cosas, la autonomía, la motivación intrínseca y el pensamiento crítico. Para el docente, es un insumo clave para la revisión de las prácticas y la reformulación de la planificación. También para descubrir aquellas áreas en las que puede requerir capacitación. Y para los estudiantes, construye la posibilidad de aprender a aprender.
Corina: Además es una estrategia que introduce a los estudiantes en una práctica metacognitiva, invitándolos a mirar con responsabilidad la manera en la que aprenden y esta práctica los adentra en el proceso de regulación del propio aprendizaje.

3. Para usted que le sugiere este concepto “retroalimentación evaluativa”
Graciela: Me sugiere que toda evaluación debe incluir un feedback útil para contribuir al proceso de aprendizaje.
Corina: para que el feedback sea útil, debe ser en palabras de R. Anijovich, “formativo”. Debería ser una práctica que acompañe el proceso de aprendizaje. Debe ser claro, recuperar las fortalezas del trabajo de los estudiantes, valorar y celebrar los logros. Asimismo, deberá brindarles andamiajes para resolver aquellas cuestiones difíciles. El feedback debe contener ejemplos y maneras alternativas para resolver las dificultades. Debe ser oportuno, llegar a tiempo, claro de comprender.

4. En el tema de la evaluación antes del miedo ¿Por qué no pensar que la evaluación estimula el aprendizaje cuando pone de manifiesto que se ha aprendido?
Graciela: En lo personal creo que muchas veces las evaluaciones se asimilan a juegos de ingenio donde el factor sorpresa le agrega una tensión adicional que opaca el verdadero sentido de lo que se busca evaluar. Incluso puede darse la paradoja de que quien más haya aprendido obtenga un resultado peor y entonces el estudiante que supera mejor la prueba es el que descubre la “trampa” del examen independientemente de cuanto haya aprendido. Esa especie de riesgo paradójico le agrega a la situación evaluativa un nivel de estrés que, por lo general, tiene poco que ver con la construcción de aprendizajes. Esto parece una obviedad pero el “sorprender” a los estudiantes con una evaluación de consignas complicadas es algo muy instalado en la cultura docente, especialmente en el nivel universitario.