1. ¿Qué competencias crees que pueden alcanzar los estudiantes al desarrollar actividades implementando las Tics?
En primer lugar, hay que remarcar que solamente “implementar TIC” puede no significar nada y que no represente ningún cambio ni potencie competencia alguna, si su uso no es subsidiario y parte de un diseño didáctico reflexivo, anclado en una mirada determinada acerca del aprender y del enseñar.
Ya esa postura docente, en su ejercicio, se transforma en contenido, y muestra a los alumnos a lo largo de la práctica una forma crítica de entender nuestra relación con las TIC, más allá de que su uso sea para aprender o con otras finalidades. Ahí tenemos entonces una competencia que se puede desarrollar, cómo nos relacionamos con las TIC, que es de carácter actitudinal.
Por otra parte, y aunque parezca obvio, se aprende “sobre” las TIC y su uso. Terminado ya el mito de los “nativos digitales” de Prensky que plantea que los jóvenes dominan plenamente las tecnologías por simple coincidencia epocal, el docente debe y puede asumir el desafío de explorar junto a sus alumnos esos aprendizajes. ¿Y por qué? Porque como bien dice Silvina Casablancas lo que encontramos habitualmente entre los jóvenes es una condición de “expertos rutinarios”, hábiles ejecutantes de un abanico restringido de prácticas con TIC, pero ajenos a muchas aplicaciones, prácticas y posibilidades que nos dan las mismas; y ahí tiene el docente un espacio para indagar y aprender con sus alumnos nuevas competencias sobre el hacer.
Y finalmente el uso pertinente de las TIC puede potenciar, como “instrumentos psicológicos mediadores”, el ejercicio de prácticas de trabajo colaborativo, de organización de información y tareas en el marco de la resolución de problemas, de diseño de proyectos, de comunicación en un equipo, etc., parte de las denominadas “competencias blandas” o de gestión hoy tan requeridas. Y si además estas prácticas son parte de actividades genuinas, cercanas a la realidad, estaríamos más cerca de formar competencias que se validan en un hacer real.
2.Las redes sociales, ¿son un terreno peligroso como nos muestran muchas veces los medios de comunicación? ¿o son un lugar lleno de oportunidades que nos pueden beneficiar en nuestra actividad como docente.
La pregunta resulta interesante a la hora de pensar (nos) en función de nuestro ejercicio docente. En principio, no deberíamos reducir las diversas dinámicas de las redes sociales a un asunto de seguridad, si bien los peligros están latentes y existen como en cualquier otra instancia de socialización y encuentro con otros. Temas como el cyberacoso, la violación de privacidad o la proliferación de grupos que incitan a la violencia, entre otros, llaman la atención no solo por su gravedad sino porque resultan urgentes en la formación de los estudiantes. Sin embargo, parecen ser temas en los que se agota la reflexión sobre el uso de las redes sociales reduciéndolo a una disyuntiva entre un uso adecuado e inadecuado. Pareciese que el interés se agota en neutralizar los peligros de las redes (que, insistimos, existen y son reales) para convertirlas en un entorno dócil y afable para los estudiantes.
Repensar nuestro rol como docentes en el sentido de situarnos como profesionales reflexivos que hacemos de nuestro propia labor educativa el objeto de reflexión, creación e investigación tal vez puede ayudarnos a ampliar la mirada sobre diversas experiencias y usos creativos de las redes sociales. Desde esta perspectiva, podríamos dar cabida a valorar la circulación de la palabra juvenil que se da a través de otros canales de comunicación -como las redes sociales- y legitimar las prácticas visuales, narrativas e incluso políticas de las que nuestros estudiantes son autores. Para poner un ejemplo, ¿es el fenómeno de los YouTubers tan banal como parece?, ¿qué significan estos nuevos relatos hipermediales y por qué resultan tan llamativos?, ¿cómo se construyen y constituyen las nuevas subjetividades juveniles a través de las nuevas narrativas que se configuran en el marco de las redes sociales? Valdría la pena permitirse analizar este tipo de expresiones y comprender su sentido como un nuevo insumo para interpelarnos sobre nuestras concepciones naturalizadas, normalizadas sobre lo que significa enseñar.
3.¿En educación es importante que pasemos de las TICs a las TACs?
Claro que sí. Esto implica cambiar la mirada sobre la vinculación de la educación y las tecnologías. En las prácticas educativas no debería primar una mirada determinista en relación a la tecnología. Esto es, centradas en las tecnologías como instrumentos, sino pensarlas como una trama cultural que permiten construir conocimiento y propiciar el aprendizaje. Según Silvina Casablancas – integrante de nuestro equipo PENT a cargo del área de investigación- sostiene que cuando un docente planifica cómo utilizar las TIC debería transitar este camino que le permita develar sus propias miradas deterministas, y pensar nuevos usos donde las tecnologías sean desde una perspectiva didáctica, que le permita entender el uso de las tecnologías en sus prácticas de enseñanza como herramientas y territorios generadores de conocimientos y aprendizajes.
Equipo de tutor@s del Diploma Superior en Educación y Nuevas Tecnologías (PENT-FLACSO)«
«Equipo de tutor@s del Diploma Superior en Educación y Nuevas Tecnologías (PENT-FLACSO)»
Alejandro Alfonso (http://www.pent.org.ar/comunidad/alejandro-alfonso)
Virginia Ithurburu (http://www.pent.org.ar/comunidad/virginia-ithurburu)
Valeria Odetti (http://www.pent.org.ar/comunidad/valeria-odetti)
Cecilia Palacios (http://www.pent.org.ar/comunidad/maria-cecilia-palacios)
Julián Sandoval (http://www.pent.org.ar/comunidad/julian-eduardo-sandoval-bravo)
Incluir las tecnologías digitales en las aulas no significa hacer lo mismo de siempre
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