El 23 de abril es una fecha muy importante para todos quienes se relacionan con el mundo de los libros y la lectura. Dadas las coincidencias de las fechas de decesos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO] (1995) estableció este día como “El Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”. A fin de celebrar este día, diversas entidades públicas y privadas realizan campañas o actividades especiales con las cuales pretenden acercar a las personas al mágico mundo de la lectura.
Sin ir más lejos, en los establecimientos educativos chilenos ya es tradición que para esta fecha los docentes hagan un alto en sus actividades curriculares habituales, a fin de desarrollar diversas iniciativas relacionadas con los libros, que van desde “desayunos literarios”, “desfiles de moda de personajes de libros”, “festivales de cuentacuentos”, “maratones de lectura”, “encuentros con autores” u otras, dependiendo de la creatividad y cantidad de recursos que disponga cada institución educativa. En el mejor de los casos, algunas escuelas y jardines infantiles han establecido el “Mes del Libro”, gracias a lo cual, cuentan con una mayor cantidad de tiempo para realizar este tipo de actividades de animación y fomento lector.
Nadie puede poner en duda los beneficios que trae este tipo de iniciativas, no sólo para las infancias, sino también, para las familias y comunidades. Pero ¿qué pasa después?, ¿qué ocurre con los libros y la lectura durante los meses siguientes?, ¿cuánto se fomenta la lectura por placer en otras fechas del calendario?
En Chile, la Subsecretaría de Educación Parvularia (2018) señala que niños y niñas de preescolar deben tener un contacto cotidiano con la lectura y, recomienda para ello, el relato periódico de cuentos. Por su parte, Aidan Chambers (2007) es aún más específico, señalando que, hasta los dieciséis años, lo óptimo es que cada niña y niño disponga de un tiempo de lectura independiente, es decir, no dirigido por el adulto, todos los días durante las horas de clase. El tiempo de duración de las lecturas individuales dependerá de la edad, de los periodos de concentración y de cuán familiarizadas se encuentren las infancias con las prácticas lectoras, ya sea en su contexto familiar o escolar. Valga como ejemplo, para escolares de 7 años se recomiendan 2 sesiones de lectura al día, cada una de ellas de 15 minutos de duración. Claramente, a menor edad el tiempo de lectura se verá disminuido.
Además de destinar un tiempo diario para la lectura, ésta debe caracterizarse por ser una actividad ininterrumpida, es decir, en donde niños y niñas puedan dedicarse exclusivamente a leer sin intervenciones por parte de los educadores. De hecho, se aconseja que, mientras los estudiantes leen, “la maestra debe ponerse también a leer” (Chambers, 2007, p.56).
Este aspecto se convierte en un gran desafío para los educadores y profesores, ya que implica organizar de tal manera los periodos académicos a fin de dar cabida no sólo a lectura, sino también a los diferentes propósitos formativos. Probablemente, el destinar una hora diaria para la lectura podría restar tiempo a la cobertura curricular de otras áreas igualmente importantes, tales como matemáticas, historia o ciencias.
A pesar de lo complejo de la tarea, es posible hacer de cada día un 23 de abril. En la foto se observa una bella actividad en torno a la lectura del libro “Willy el Tímido” de Anthony Browne, realizada con un grupo de preescolares de 6 años en el mes de noviembre. Esta actividad de lectura nos demuestra que, con más voluntades que recursos, puede celebrarse el día del libro durante cada día del calendario. No es necesario esperar que llegue el mes de abril.
Referencias Biografías
Chambers, A. (2007). El ambiente de la lectura. Fondo de Cultura Económica.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO]. (25 de octubre al 16 de noviembre de 1995). Resoluciones Vol. 1. [Actas de la Conferencia]. 28 Reunión de Naciones Unidas, París, Francia.
Subsecretaría de Educación Parvularia (2018). Bases Curriculares Educación Parvularia. Ministerio de Educación, Chile.
Los menores tienen permiso de sus padres para salir en esta nota con su imagen.
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