«Gracias a Dios»,1978 un mundial ganado y una guerra abortada

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Dicen testigos presenciales de aquel encuentro, para esta siempre caprichosa crónica, que existía una corriente de empatía entre el General Lanusse, último presidente de la auto proclamada Revolución Argentina, y Salvador Allende, primer presidente socialista elegido en elecciones libres en toda América.

Corría 1971 y los sueños de casi todos aún estaban intactos con lo cual la firma del documento con la que ambos mandatarios se comprometían a resolver el conflicto limítrofe por la vía jurídica y pacífica parecía estar enmarcado en la sintonía optimista de la época y no en lo que realmente era: patear para adelante una grave diferencia de criterios entre ambos países. A los dos les convenía dejarlo para otra oportunidad por razones de política interna.

Con 5150 kilómetros de longitud, la argentino-chilena sigue siendo hoy la tercera frontera más extensa entre países y consecuentemente motivo de históricos litigios territoriales. Sea por laudos arbitrales internacionales, sea por la abrumadora superioridad de la flota de guerra (segunda presidencia de Roca) o por negociaciones directas, las principales fuentes de conflicto fueron resueltas con “suertes diversas” para cada país.

Pero la traza del canal de Beagle, las islas y los espacios marítimos adyacentes habían sido el origen permanente de incidentes militares y de territorio en que los halcones de uno y otro país señalaban como inevitable una resolución bélica, dado el choque de ópticas, territorial por parte de Chile y oceánica por parte de Argentina.

En consonancia a lo firmado en 1971, el laudo arbitral de 1977 estableció la pertenencia de las islas en cuestión y los islotes a Chile además de otras consideraciones sobre navegación y límites marítimos. Chile aceptó el fallo, Argentina lo declaró nulo

Para 1978 el principal objetivo militar de la dictadura en Argentina que irrumpió en marzo de 1976 estaba prácticamente cumplido, tanto la guerrilla urbana de Montoneros como la rural del ERP estaban neutralizadas en su poder operacional y las acciones represivas estaban centradas en la caza de militantes y simpatizantes periféricos a manera de recordatorio para toda la población de la existencia de la política del terror.

El principal motivo de cohesión del partido militar había perdido importancia vital.

La interna “salvaje”,  que siempre había existido desde el derrocamiento de Perón, entonces invadió a la junta de comandantes.

La agenda pasaba por lo que se llamó en ese tiempo “el cuarto hombre” (la junta debía nombrar un presidente aunque se reservaría cómo órgano supremo del estado). Videla y Massera pujan por el puesto.  Hoy diríamos, para explicar la relación entre ambos, que Massera le hacía bullying a Videla y este se quejaba ante sus camaradas. Ambos se despreciaban. Videla se consideraba a sí mismo como un hombre piadoso y temeroso de Dios a quien el destino le había consagrado esta cruzada para lo que él creía era salvar a la Argentina y Masera se consideraba “el elegido”, el nuevo líder y su meta inevitable era el poder.

Del 19 al 26 de enero existieron reuniones entre Pinochet (dictador chileno que había derrocado a Salvador Allende) y Videla en el Plumerillo y en Puerto Montt. Nuevas comisiones negociadoras en las que nadie creía, pero que eran útiles para ganar tiempo. Además, no es menor el hecho de que en junio y julio se venía el mundial y la Argentina entraba en la dimensión fútbol acompañada por buena parte del planeta.

Nada puede arruinar el espectáculo.

Henry Kissinger, reciente ex Secretario de Estado norteamericano es sin duda “la estrella política internacional” a quien todos quieren acceder en reuniones privadas; sólo Massera lo consigue y arma “un relato” en donde el gobierno de los Estados Unidos y el Departamento de Estado en particular, lo reconocía a él y a la Marina de guerra argentina, como la más permeable de las tres armas para conducir “una normalización política” en el país en un tiempo relativamente breve.

En realidad, en versión del propio Kissinger, recuerda “haber urgido al entonces almirante a terminar con la represión ilegal, los asesinatos y desapariciones forzadas de personas porque entrarían en fuerte contradicción con la política de defensa de los derechos humanos  que en esos momentos empezaba a enarbolar la administración del Presidente Carter”. Abunda que le quedó la sensación de no ser escuchado y recibir propuestas bizarras cómo la de mediación en el conflicto de medio oriente.

Gracias al Perú (siempre presto para ayudarnos sea con goles o aviones de caza Mirage Mara, según sea la ocasión de la etapa de la dictadura, mundial o Malvinas) en el mes de Julio con los ecos frescos y la efervescencia del mundial ganado, en una tumultuosa y larga reunión de la llamada “junta grande” (Generales, Almirantes y Brigadieres), el ejército mantuvo la posición de un único candidato a la presidencia en la figura de Videla a pesar de la Marina y la tibia oposición de la Fuerza aérea.

El 31 de agosto Roberto Eduardo Viola asume la comandancia del ejército y un día después Videla jura como presidente de facto. Un detalle no menor es que la junta se reserva para sí los temas de: tratados de paz, de alianza, de límites y de neutralidad.

El 6 de agosto murió en Roma Giovanni Battista Montini (Pablo VI) e increíblemente esto desata otro tema de interna entre Massera y Videla sobre quien debería asistir a la coronación del Cardenal Albino Luciani (Juan Pablo I) cuando éste es elegido sucesor. Massera se auto propone sosteniendo que Videla no es jefe de estado, Videla responde que sí no va él renunciará a la presidencia, Orlando Agosti sostiene algo que hasta hoy se intenta dilucidar y es que “… Paulo VI no le merecía confianza a la Fuerza Aérea y como Juan Pablo I lo sucedía, tampoco le daba confianza”. Es testigo y también protagonista de esta situación más propia de un guión de película de Woody Allen pero claramente demostrativa en manos de qué clase de personas estaban los destinos del país, el Nuncio Pío Laghi quien lo ha relatado numerosas veces.

Pío Laghi, en conversaciones con el periodista Bernardo Neustadt, con quien mantenía una sólida amistad, le manifestó que las presiones que sufría por parte de ambos contendientes para que él fuera quien inclinara la balanza, lo llevo a filtrar a la prensa la frase “Que viaje el que quiera…”.

Finalmente, el hacerse pública la discusión favoreció a Videla quien se dio el gusto y también su mujer que se había vuelto irreductible en este tema. Ya en Roma logra reunirse con Walter Mondale, Giulio Andreotti y Raymond Barre afianzando su imagen como presidente al menos en el campo internacional. Los tres, de diferentes maneras y tonos, le reclaman por la represión y le advierten acerca de la imprudencia que sería un conflicto bélico con Chile. Misma impresión recoge de distintas autoridades vaticanas.

Quizás en estas charlas esté la causa de la posición acuerdista de Videla (paloma) frente a la bélica de Massera (halcón) frente al gobierno de Pinochet más atada a la proyección política con la que soñaba “el negro”, apelativo cariñoso como se lo conocía internamente, donde se imaginaba como un nuevo líder de la política argentina a través de un complicado entramado de apoyo de sindicalistas, extraviados dirigentes peronistas, radicales o conservadores, su “experimento con montoneros recuperados”, su diario Convicción, la revista Cambio, el manejo de canales de TV y radios, centros de estudio  y finalmente la creación del Partido para la Democracia Social.

Se veía a sí mismo como el primer presidente de las hipotéticas elecciones que el proceso militar daría como salida final a su intervención directa en la administración del gobierno.

Pero como queda claramente expresado en la biografía política escrita por el periodista Claudio Uriarte, Almirante Cero, no sólo mataba por una supuesta ideología, lo hacía también por cuestiones económicas, personales, por mujeres, por capricho. El asesinato era su metodología para dirimir conflictos.

Quien mejor lo había definido fue Rodolfo Galimberti con la frase: “…que si Massera quería hablar con alguien lo mandaba secuestrar.”

Se había convertido durante el tercer gobierno de Perón en el jefe de la Marina más joven de la historia, logrando que se saltearan tres generaciones de marinos que tuvieron que pasar a retiro. Una guerra con Chile, que Massera imaginaba definida prontamente en el mar, catapultaba a la Marina y a él a un liderazgo nuevo dentro de las tres fuerzas acortando dramáticamente los tiempos para la obtención de la presidencia, según su imaginario.

El 15 de septiembre renuncia a la comandancia de la armada y explicita su proyecto convirtiéndose en un detractor público de la política económica y su impulsor Martínez de Hoz y en el más encarnizado halcón de cualquier intento acuerdista.

Los acontecimientos se precipitan al compás de una idea ya formada de tomar las islas para finales de diciembre proyectándose no más de siete días de combate antes de la intervención de la OEA y de la ONU. Una hipótesis incomprobable que no tenía ningún sustento de estudio alguno. Empieza a reinar el disparate en su versión delirante. Es el mismo que se va volver a instalar nuevamente en 1982 pero sin que nadie lo pare.

El domingo 17 de diciembre el Jefe de la Fuerza Aérea Basilio Lami Dozo se entrevista “secretamente” en Chile con su par Fernando Matthei por gestiones del Opus Dei, pero como venía ocurriendo en los meses anteriores se fracasa porque Pinochet no reconocía quien era el verdadero poder en la argentina y hasta en cierta forma lo alentaba. La ceguera del dictador trasandino le permitía avanzar a los halcones del ejército, Luciano Menéndez y Díaz Bessone manejados en las sombras por Massera.

El gobierno Norteamericano y el de Brasil esperaban acciones militares para el día 21. Bolivia y Perú estaban muy expectantes y sospechosamente con sus fuerzas en estado de alerta.

Ambas flotas estaban ya en el mar a pocos kilómetros de distancia, aguardando. Estados Unidos direcciona sus satélites con prioridad 2 en el Atlántico Sur. La OTAN denuncia la presencia de al menos un submarino soviético en estas aguas.

El gobierno británico se había constituido como el más activo proveedor de armamento a Chile, mientras que Israel de la Argentina.

El Departamento de estado que venía trabajando con el nuncio apostólico Pío Laghi quien contaba con el aval del Papa, le aporta al Vaticano  la declaración de neutralidad de Brasil (mucha de la posición de Pinochet descansaba en la intervención de Brasil a su favor) ante la inminencia del conflicto y entonces,  aprovechando un terrible temporal en los mares del sur que evitó el comienzo de las hostilidades el día 20, se presenta a ambos gobiernos al Papa Juan Pablo II COMO MEDIADOR FORMAL.

Era muy difícil para cualquiera de los dos gobiernos rechazar la oferta sin quedar como agresor ante la ONU y la comunidad católica, enormemente mayoritaria en ambos países con influencia determinante, de cualquier acontecimiento militar que se produjera.

Pío Laghi en el nombre del Vaticano había, casi en soledad, pues el arzobispo de Buenos Aires Juan Carlos Aramburu y el cardenal Antonio Primatesta se “confundían” en la interna militar, ganado una partida que de principio parecía imposible, evitar la guerra  cuyas consecuencias eran muy difíciles de dimensionar.

El Papa, por su parte, ya tenía al “hombre” que aseguraría  el verdadero interés de casi la totalidad de las poblaciones civiles de Argentina y Chile cuyos sentimientos eran absolutamente contrarios a la guerra, el Cardenal Antonio Samoré quien en un mensaje de su santidad del 22 de diciembre anunció su envió.

Muy de a poco pero en forma constante, la astucia política de Samoré fue “desarmando” los espíritus y los discursos bélicos y aquellas palabras pronunciadas, según testigos presenciales como el General (R) Hugo Domingo Bruera, por el entonces General Benjamín Menéndez: “…de violar chilenas y lavarse las pelotas en el pacífico” fueron junto con él a parar a la basura de la historia.

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Acerca de Ricardo Jaén 15 Articles
Docencia Universitaria. Profesor adjunto a cargo. Seminario de Historia Argentina. Facultad de Humanidades. UNLP. Profesor Titular. Actualidad Informativa Nacional e Internacional III. Periodismo y Comunicación Social. UNLP. Profesor Titular Argentina Siglo XX . Facultad de Ciencias Humanas. UNRC. Actividad Profesional. Consultor de Organismos Internacionales: ONU/ BID / BIRF / PNUD / UIBA Consultor de Organismos Nacionales: Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. CARI Jefe de Asesores del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de La Cámara de Diputados de La Nación. 2010/2011 Consultor en riesgo político Director Académico de La Cátedra Libre de Periodismo y Comunicación. UNLP Articulista: Clarín, Infobae, El Día de La Plata, Ambito Financiero, Letra P, La Capital de Mar del Plata. CNN en español. Escribe sobre Historia

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