INTRODUCCIÓN:
Ya sabemos que cada vez que aparecen los informes de evaluaciones de calidad surge el debate mediático sobre por qué estamos tan mal. Las políticas educativas que llamamos populistas, lo de dar instancias de aprobación que son un simulacro de enseñanza-aprendizaje, la eliminación de la repetición en la secundaria, los docentes que adoctrinan….
En el debate por el tema de la repetición, los participantes parece que no salimos de dos figuras del arbitraje futbolístico de los 90’. Por un lado el representado por la figura de Lamolina y su “siga-siga», y en esto se ubican los “expertos de educación”, y en el otro los “docentes del aula”, representados con un Castrilli y su exigencia de mantener el reglamento que le dio sus mejores glorias al fútbol argentino. De mi parte, para airear nuestro cerebro y salir del debate intenso, les propongo dos metáforas que fui rumiando con el cansancio de un fin de año bastante complejo.
La primera metáfora está basada en mi hobby de panadero con masa madre, y pienso en la función del docente, que en la complejidad que atraviesa, elige un clásico de la educación para tomar aire, y construir con los colegas a pesar de las “vinagretas” propias de la tarea en común.
La segunda metáfora es también de mi experiencia personal y se enfoca en pensar la relación entre los distintos “expertos” en educación con los que me fui encontrando a lo largo de mi vida. Empecemos entonces:
PRIMERA METÁFORA: La Analogía de la Masa Madre, los clásicos de la pedagogía y los docentes de aula.
Al hacer masa madre, la mezcla de agua y harina genera los fermentos que desarrollarán el pan. Pero, para que pueda ser útil como levadura, cada tanto hay que refrescarla con una medida de agua y otra de harina, taparla en un frasco al vacío y así hasta que esté lista para usar…
Se me ocurre esta metáfora para los “docentes de aula”, como una idea para reflexionar sobre nuestra experiencia.
Como sabemos ella no es simple, más en estos tiempos complejos. Entonces me pregunto qué es lo que puede “refrescarnos”, y mi propuesta es tener a mano alguna lectura de un clásico de la pedagogía: Pestalozzi, Bernfeld, el maestro Iglesia, o cualquiera del gusto personal… Para los que estamos en la escuela, visitar los clásicos es una forma de refrescar la masa.
Otras ideas que me surgen de la analogía de la masa madre y nuestro oficio son, en primer lugar, que un pan con masa madre tiene un leudado lento, hay que darle tiempo a que trabaje la masa.
En segundo lugar, es interesante que la gracia del fermento está en que genera la red de gluten, la clave para un pan elástico y por supuesto que sabroso. Entonces no estamos solos, el sentido de nuestro oficio se sostiene en una tarea colectiva.
Tercero, al ser un fermento natural el pan va a salir con un gustito avinagrado, pero es saludable porque las bacterias son benefician a nuestra flora intestinal. La vida en la escuela, como vida en común, tiene sus “vinagretas”, debemos encontrar las formas de tramitarlas.
- Consideren esto:
Refrescarse con un clásico de la pedagogía
Darle tiempo al leudado
La importancia de construir la red.
Encontrar los recursos para cumplir nuestra tarea ante las dificultades de la tarea en común
Y después me cuentan….
SEGUNDA METÁFORA: LA ALEGORÍA DE LA ENFERMERA
Les comparto que una persona querida hace unos años perdió una pierna por la diabetes. El otro pie tenía una herida complicada, tal es así que el médico decía que en tres meses la iba a perder.
Una enfermera que tenía mucho oficio en pies diabético pero que era de otra provincia, siguió el tratamiento de la herida por Whatsapp. Le daba las orientaciones a la enfermera y cuidadora que veían al paciente. Esta enfermera, no sólo era de oficio, sino que también estudiaba y participaba de Ateneos dónde presentaba casos de tratamiento de pié diabéticos ante otros profesionales, hasta expuso en un congreso de medicina.
A mi amigo, muchas veces lo veía algún clínico y se ponía serio. Los análisis y la semiología no daban datos esperanzadores. Pero la enfermera desde la distancia veía otras cosas y decía que había avances, y acordaba el trabajo de cuidado, generalmente en una línea diferente al clínico. Lo cierto es que mi amigo falleció con la herida cerrada después de muchos años que le dijeron que esa pierna tenía poco tiempo de vida.
¿A dónde va la moraleja?
En el debate sobre la calidad educativa encuentro estos dos tipos de profesionales de la educación.
Algunos como los médicos clínicos que buscaban medidas extremas porque no se avanza y los datos nos sumergen en lo peor.
Otros como esta enfermera con oficio de mirar las cosas desde cerca, con paciencia, interviniendo con precisión quirúrgica, pero sin dejar de estudiar y elaborar su práctica. Profesionales que aunque parecen que no hacen nada hacen mucho, en su preciso momento y sin atolondrarse.
En mi práctica docente, encontré pocas veces esta figura del especialista abocado al detalle de las cosas, atento a lo que sucede y compartiendo generosamente su saber. Verdaderos sabios que nos hacen mucha falta.
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