La Batalla de San Carlos, 150 años después. Miradas

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Texto extraído del Libro con Prólogo del Libro por Ariel de la Fuente
El objetivo principal de este libro es conmemorar el 150 aniversario de la batalla de San Carlos. Con ese propósito el equipo del Archivo Histórico Municipal cursó invitaciones a autores muy diferentes que, en un marco de participación democrática, han hecho posible un volumen que ofrece distintas miradas sobre este hecho y su contexto histórico1. Una de las intenciones de la convocatoria es también dejar un testimonio del amplio espectro de ideas y explicaciones sobre este tema que existen en Bolívar en el año 2022. Pero, no obstante el carácter de deliberado documento histórico que tiene el libro, ninguno de los organizadores o convocados piensa, creo, que la validez de los argumentos y explicaciones contenidos en él sea imperecedera. Se entiende que el tiempo, crítico implacable, decidirá.
Cuando se trata de una obra colectiva en la que se ven diferencias pero también similitudes entre las colaboraciones, tal vez sea conveniente hacer una precisión: está claro que simplemente por participar en el mismo volumen un autor no necesariamente aprueba los conceptos vertidos por otro colega en el capítulo contiguo. Lo mismo vale decir para los organizadores del libro, cuyo único compromiso ha sido el de crear una obra que contenga la mayor cantidad posible de perspectivas sobre el tema y de garantizar a los colaboradores la libertad de expresarlas. En suma, aquí cada participante es responsable de lo que dice.
Esta colección de trabajos cubre una gran variedad de disciplinas y géneros: desde pintura y fotografía hasta ensayística, poesía, narrativa e investigaciones académicas; y, por supuesto, también hay textos que se saltean los límites entre géneros y no se encasillan en ninguno. En el mismo sentido, el grupo está constituido por autores nacidos entre las décadas de 1940 y 1990, es decir que pertenecen a varias generaciones, y los diferentes contextos políticos y culturales en que se han formado y vivido son factores importantes en su visión de nuestra historia.

El libro incluye además una colaboración de Mujer originaria, colectivo bolivarense de reemergencia indígena, como así también trabajos de muchas otras autoras y artistas, lo cual representa bien el protagonismo de las mujeres en la vida cultural de Bolívar hoy. «Del mismo modo, los autores exhiben una multiplicidad de trayectorias profesionales y la gran mayoría de ellos están o han estado vinculados al sistema educativo» 1
Dada la variedad de los colaboradores, es lógico que en este libro convivan diferentes visiones de la historia argentina, como así también evaluaciones disímiles de la actualidad cultural y política de nuestro país. La amplitud de temas y de enfoques refleja una verdadera libertad de pensamiento y expresión, situación no muy común no solo en la historia bicentenaria de nuestro país sino también en la vida política y cultural contemporánea de otras sociedades, incluso en aquellas que supuestamente nos aventajan.
La libertad de pensamiento y expresión que le han dado forma a este libro tiene, por lo menos, dos orígenes o componentes que vale la pena subrayar: Por un lado, es consecuencia de las cuatro décadas ininterrumpidas de vida democrática que ha logrado nuestra sociedad. Este período comprende la vida de casi dos generaciones de argentinos, muchos de los cuales han crecido con la libertad para desarrollar su pensamiento crítico y expresarlo públicamente. Es un contexto muy diferente, por ejemplo, al de la década de 1970, cuando se cumplieron los 100 años de la batalla y de la fundación de Bolívar y vivíamos bajo dictaduras: en los actos y manifestaciones públicas de entonces solo había espacio para la adhesión unánime a la ideología de «Civilización y barbarie?2″. Por otro lado, estamos ante una muy sincera convocatoria, en la que los colaboradores han sido invitados por la valoración que se hace de ellos como artistas o escritores, es decir por el aporte que, según su trayectoria previa, podrían hacer sobre el tema en cuestión, independientemente de sus preferencias ideológicas o partidarias.
Además de lo ya señalado, el volumen es deudor de la democracia también de otras formas. La continuidad institucional y las libertades que han ido con ella desde 1983 crearon las condiciones para un gran avance de las investigaciones en humanidades y ciencias sociales en organismos científicos y universidades públicas, lo que ha tenido como resultado cambiar nuestra mirada sobre el período histórico en el que ocurrió la batalla. Prueba de esto es la influyente bibliografía consultada y citada por muchos de los colaboradores de este libro, donde se encuentran publicaciones que, aunque fechadas en las dos primeras décadas del siglo XXI, son el resultado de proyectos de investigación de larga duración que comenzaron a gestarse en la primera década de transición a la democracia.

La vida democrática ha implicado una gradual ampliación de derechos y de participación de actores nuevos o parcialmente relegados antes. Las consecuencias de ese cambio ciudadano también se ven en esta obra: aquí la presencia de las mujeres alcanza una justa proporción, lo que no fue el caso en la década de 1970, cuando se cumplieron los centenarios de la batalla y la fundación (por ejemplo, el álbum del centenario de la fundación, sobre un total de 12 autores sólo incluyó a una mujer y como coautora3). Del mismo modo, este volumen incluye la voz de una agrupación que representa a los pueblos originarios, totalmente ausentes en aquellos aniversarios.
Los capítulos tocan una gran variedad de temas que hacen a la historia de la batalla, sus protagonistas y el contexto histórico en que se dio, la historia de los pueblos originarios, las transformaciones del medio ambiente pampeano, los cambios en la propiedad de la tierra en nuestro partido y la presencia de la masonería en la expansión fronteriza, para nombrar solo algunos. Además, otros textos ofrecen reflexiones sobre las consecuencias sociales y culturales a largo plazo que tuvieron algunos de los hechos y procesos decimonónicos. Para resumir, las colaboraciones constituyen contribuciones importantes para la historia de Bolívar y conforman un libro del que se puede aprender mucho. También aportan bibliografía muy útil para el lector que quiera profundizar.
Pese a los numerosos e interesantes aportes que los trabajos contienen, su lectura también nos hace ver que quedan hechos por investigar y algunas cuestiones para repensar. En los párrafos que siguen quisiera hacer breves comentarios al respecto. Por ejemplo, ninguna de las colaboraciones nos propone una explicación de la historia del 8 de marzo como aniversario oficial, algo que habría que conocer para entender mejor cómo se fue formando nuestra identidad bolivarense. Me explico.

En el año 2022 se cumplieron 150 años de la batalla, pero eso no quiere decir que sea el 149 aniversario de su conmemoración porque la batalla y sus participantes no comenzaron a ser homenajeados al año siguiente, en 1873, cuando la ciudad de Bolívar, fundada en 1878, ni siquiera existía. Iban a pasar muchos años antes de que los bolivarenses como comunidad se interesaran histórica y cívicamente en ese acontecimiento. Todavía no sabemos exactamente cuándo los ciudadanos de Bolívar comenzaron a recordar pública y oficialmente los hechos del 8 de marzo, pero las evidencias con que contamos sugieren que tal vez haya sido recién en la década de 1930 que este hecho adquirió en la historia local una importancia similar a la que hoy se le da: en 1934 las autoridades municipales impusieron a algunas calles de Bolívar nombres de oficiales de las tropas nacionales que estuvieron en la batalla (tales como Ignacio Rivas, Borges, Boerr) y al año siguiente inauguraron el monolito que la recuerda y cuyo propósito, según declara una de sus placas, era homenajear a los heroicos soldados y ciudadanos caídos…en defensa de la civilización?. Es decir 3 de nuestra identidad y el consiguiente homenaje anual son una idea y un ritual público que muy probablemente no hayan cumplido todavía cien años. Del mismo modo, es razonable conjeturar que hubo una voluntad de construir una identidad local en sintonía con la formación de la nacionalidad argentina y, como parte de ésta, la afirmación de la historia nacional como la lucha de la civilización contra la barbarie (de hecho, el monolito se construyó e inauguró casi simultáneamente con el monumento a San Martín)4. Sin embargo, y más allá de la información y especulaciones precedentes, no sabemos, por ejemplo, si la idea de recordar la batalla se originó en las autoridades nacionales, provinciales o municipales o si fueron los vecinos que impulsaron el homenaje; y tampoco conocemos si el homenaje se rindió ininterrumpidamente desde que se instituyó o si las actividades con que las dictaduras observaron la fecha difirieron significativamente de la forma en que lo hicieron los gobiernos democráticos. En fin, sobre la historia de la conmemoración en sí misma todavía quedan aspectos importantes por aclarar.
También cabe preguntarse respecto de la caracterización de este hecho de armas como batalla: en mi experiencia quienes participaron en los conflictos que ocurrieron durante la formación del estado y la nación en el siglo 19 muy raramente habrían usado palabras como escaramuza o batalla, las cuales, sin embargo, encontramos muy a menudo en textos de historiadores. Las más de las veces hablaban de esos combates haciendo referencia sólo al lugar en que habían ocurrido, porque los compañeros de armas u otros contemporáneos entendían de qué hablaban y no necesitaban precisar ni la escala ni la intensidad de los hechos:
así se decía, por ejemplo, que fulano se encontró o estuvo en Pavón; lo de  batalla, en general vino después, cuando ya se tenía una perspectiva histórica o había una intención política en la calificación. «En el caso de la ?batalla? de San Carlos, entonces, ¿fue ésta la palabra que usaron protagonistas tales como, por ejemplo,  Calfucurá o un soldado de las tropas nacionales? ¿o fueron los historiadores, conscientes del valor de la historia en la formación de nuestra identidad y deseosos de construir héroes para ella, que decidieron imputarle esta dimensión y reputación a lo que sucedió aquel día? Esto es más que un detalle y su aclaración podría contribuir a entender más los hechos de marzo de 1872 y la perspectiva que tenemos sobre ellos hoy»5.

Aunque no todos los trabajos utilizan esta expresión, de hecho una buena parte de las colaboraciones escritas se posicionan ante ella como si el paradigma de ?civilización y barbarie? (o la historia, liberal o ?mitrista) fuera todavía la explicación hegemónica de la historia argentina. Sin embargo, creo, ya no es esa la historia que se investiga en las universidades, que publican las grandes editoriales, que se difunde por televisión y, según el trabajo preparado para este libro por los alumnos de los profesorados de Educación Especial y Educación Primaria, tampoco es la que se enseña6. Es decir, la historia oficial, como la conciben y la cuestionan algunos de los colaboradores en esta obra, hoy aparece solo residualmente. Por el contrario, en el año 2022 el consenso historiográfico está constituido por la visión que ha criticado el paradigma sarmientino, mitrista y liberal. Como lo demuestran un buen
número de capítulos en este libro, hoy esa es la corriente principal y mayoritaria.
Más aún, me animo a proponer que si a principios del siglo 21 hay una corriente historiográfica que podría ser caracterizada como historia oficial, es la visión de la historia argentina que predomina en este volumen. Esa calificación no sería inapropiada porque, entre otras cosas, su desarrollo ha dependido fundamentalmente de las instituciones oficiales. Por ejemplo, las investigaciones que desde 1983 renovaron nuestra mirada sobre la historia argentina, se hicieron en ámbitos oficiales y la mayor parte de los investigadores más influyentes citados en esta obra se formaron y han sido docentes en universidades públicas. Del mismo modo, la gran mayoría de los colaboradores de este volumen que proponen esta perspectiva han estudiado en instituciones educativas estatales y, lo que es más importante, muchos de ellos enseñan o han enseñado allí. Incluso este libro mismo ha sido impulsado y financiado por un organismo oficial. Por lo tanto, me parece a mí, a partir de ahora quien quiera ser crítico de la «historia oficial? y ubicarse en los márgenes deberá prepararse para contradecir o revisar las explicaciones de la historia argentina que, por ejemplo, son mayoritarias en este libro»7.

Finalmente, más allá de lo que queda por investigar o que se podría repensar, la variedad de miradas que los capítulos de esta obra ofrecen sobre la cruenta guerra contra los pueblos originarios, la violenta expansión de la frontera pampeana, el desarrollo del capitalismo agrario y su influencia en la formación de la nación, nos sugiere que estamos ante una historia compleja que legítima y saludablemente será revisada por cada nueva generación de argentinos. Es una historia que, con todas sus aristas y consecuencias, debe ser conocida y debatida.

 

Referencias Bibliografías:

1. Las citas provienen del texto de la invitación enviada a los autores.(principalmente público) de nuestro partido. En fin, la obra confirma el valor que se le otorga a la palabra escrita y la expresión artística en la sociedad bolivarense.

2. Baso esta afirmación en recuerdos propios y en la reciente relectura de los diarios de la época. No obstante mi evaluación del clima de opinión de aquel momento, es importante señalar que las autoridades de entonces, como cualquiera de nosotros, también incurrían en contradicciones: su total identificación con la ideología sarmientina no les impidió homenajear a Calfucurá, poniendole en 1972 su nombre a una avenida. Sobre las ceremonias y discursos en torno al centenario de la batalla se puede leer en esta compilación el trabajo titulado Mirar o ver…, de Noelia Grande.

3. San Carlos de Bolívar: cien años de vida, un siglo de historia (Bolívar: Diario La Mañana, 1978). Agradezco al equipo del archivo haberme hecho llegar esta información.que, si bien este año se cumplió el 150 aniversario de la batalla, su valoración como uno de los hechos fundadores

4. El párrafo precedente se basa en información proporcionada por el equipo del archivo y en el trabajo de Virginia Grecco Monumento al Gral. José de San Martín? (mimeo). Respecto del monolito también se puede consultar el trabajo de Hernán Greco El avance de la masonería en la Provincia de Buenos Aires en relación a la batalla de San Carlos y a la fundación de Bolívar en este libro.
5. En “La invención de Zeballos”, en este libro, Germán Reguero propone incluso una revisión más amplia y una nueva evaluación de las evidencias que tenemos respecto de este combate.El contenido de este libro nos invita también a repensar qué significa la historia oficial hoy.

6. Para pensar la enseñanza: reconstruyendo raíces.

7.  El hecho de que el estado mismo haya jugado un papel tan importante en el desmantelamiento de la historia oficial sugiere que, por lo menos en la segunda mitad del siglo 20, las instituciones estatales tal vez hayan estado menos identificadas con ella que lo que el adjetivo oficial nos hacía suponer.

Nota biográfica sobre el autor:

Ariel de la Fuente es nativo de la ciudad de Bolívar, donde recibió su educación primaria y secundaria. Se recibió de Licenciado en Historia en la Universidad de Buenos Aires y de Doctor en la misma disciplina en la Universidad del Estado de Nueva York (Stony Brook). Ha publicado libros de historia (Los hijos de Facundo), de historia del arte (Luciana y Marcela Duprat, pintoras de Bolívar) y de crítica literaria (Borges, deseo y sexo). Es también autor de capítulos y artículos sobre historia argentina y las literaturas de Sarmiento y Borges. Fue docente en la Universidad de Buenos Aires y actualmente es Profesor Titular de Historia de América Latina en la Universidad de Purdue (EE.UU.)

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